Más allá del mito, María Félix (1914-2002) era una mujer "tímida, enjuta, obsesiva y atormentada". Su principal culpa fue la del amor incestuoso que sentía por su hermano Pablo, asegura Sergio Almazán, quien muestra un perfil más íntimo de la diva en Acuérdate, María (Planeta, 2014), la primera novela sobre uno de los más grandes iconos del cine mexicano.
Para el autor, la realidad de la actriz era tan avasalladora que la literatura se volvió herramienta indispensable para revelarla en las últimas horas de su vida. "Si contaba esta historia como biografía, nadie me lo iba a creer", sostiene el periodista, quien afirma que "en el momento previo a la muerte, los seres humanos siempre se sinceran con la vida".
Aclara que todos los personajes que conforman la obra fueron reales e incluso se respetaron sus nombres. "Me interesaba mostrar a una mujer de carne. Este libro es el ajuste de la gran historia de María, a quien nadie ha dimensionado de forma correcta".
EL PERFUME DEL INCESTO
A través de una técnica periodística que incluyó entrevistas, definición de patologías psicológicas e investigación documental en diversos países como México, Colombia y Francia, Almazán trabajó sobre la hipótesis del único amor que doblegó a La Doña: el de su hermano Pablo, quien se dio un tiro en la sien durante su estancia en el Colegio Militar, lugar a donde lo recluyeron sus padres por temor a que la relación con la joven María siguiera avanzando.
"El que estaba muerto era más que mi hermano (…) Habíamos compartido también una vida en secretos", dice el personaje de María al momento de enterarse del fallecimiento de "Mi Gato" (como solía llamarlo), hecho que, escribe Almazán, hizo que el corazón de la actriz se convirtiera en piedra.
El escritor refiere que descubrió el incesto luego de una serie de minuciosas entrevistas con gente cercana a La Doña, así como numerosas búsquedas de documentos oficiales, como el parte médico de la muerte de Pablo en el Colegio Militar (papel que tardó año y medio en conseguir). En ese documento se confirma el suicidio. Además, el autor recuerda en lo que alguna vez María Félix contó al historiador Enrique Krauze: "Ningún amor tiene el perfume del incesto". Por ello, Almazán no duda en aseverar que fue real: "Ésta es una historia de los amores que germinan dentro de una familia".
La vida de María, que inició en Álamos, Sonora, un 8 de abril y se apagó en la Ciudad de México en esa misma fecha, 88 años después, se divide en tres grandes momentos, según Almazán: la inocente y enamoradiza María de los Ángeles Félix Güereña; la altiva y dominante nacida en Doña Bárbara (Fernando de Fuentes, 1943), y, finalmente, la María "desmitificada" de 75 años, que daba entrevistas en su propia casa.
Comenta que la María nacida en el desierto de Sonora muere cuando se entera del fallecimiento de Pablo, "el único deseo por el que vivió". Años después llegaría la femme fatale, el mito cinematográfico que todos conocieron. Posteriormente, llegaría la senectud, la cual haría de ella una mujer "más sabia y tolerante".
El escritor atribuye estas palabras al personaje central de sus textos:
"Pablo, sabías cómo seducirme. Tú reías al verme los pelos pegados a la cara y mi blusa blanca untada a mi cuerpo adolescente, tibio, dilatado por la presión de venir adherido al tuyo".
BELLEZA DE SERPIENTE
La Félix tenía otro trauma."Su belleza que no se podía doblegar nunca. Durante toda su vida tuvo que sostener el mito que ella misma creó. Murió sin amigos, hasta su hijo le huía. Ése fue el precio que tuvo que pagar por ser La Doña: la soledad".
El momento clave, apunta Almazán, es cuando su padre la veta para siempre de la familia tras la muerte de Pablo. A partir de ese momento, María cambia drásticamente y soporta, "con estoicismo, la muerte civil que le dio su familia".
Tiempo después, dice, se gestaría el mito, la mujer poderosa, refinada y afrancesada que adaptaba el cine a sus propios caprichos.
"Pese a y por toda su fama, María se aferra a la nada". Justamente por eso, comenta, se identificó con La metamorfosis de Franz Kafka, obra que le hizo decir: "Ésa soy yo, una piel que no acaba de ser la de alguien; soy la piel de quién sabe qué".
María pasó por varios cambios de piel a lo largo de su vida. Se identificaba con la serpiente, animal muy atractivo para ella debido a la "cosmovisión yaqui" que le heredó su nana Jana, uno de los personajes centrales de la obra, quien sin saberlo le dio recursos para soportar lo que le vendría encima el resto de sus días. La actriz solía lucir un brazalete de oro en forma de serpiente.
Sergio Almazán sostiene que María Félix sólo alcanzó la libertad al momento de su muerte. Consciente de haber realizado "sin juicios morales" la primera novela sobre La Doña, recuerda lo que alguna vez le dijo Carlos Monsiváis en 2006: "Yo nada más te recuerdo que ningún mito se sostiene sólo de verdades". Y así fue como escribió Acuérdate, María, porque, asegura, "no podemos pensar en María sin un halo de misterio".