Más que una necesidad, el consumo de leche y sus derivados es un antojo. Reducir e incluso eliminar los lácteos de la alimentación es una tendencia reciente, pero no se trata de una moda. Es un hábito con sustento científico sobre el que especialistas en nutrición están haciendo énfasis.
Y es que en realidad, el cuerpo humano no necesita la leche de un animal, explica Monique Vinay, health coach y raw pastry chef, autora del libro Una vida sin lácteos. Cocina práctica para una vida sin lácteos (Planeta, 2017). Basta mirar a la naturaleza, argumenta; las madres alimentan a sus crías de la misma especie.
Generaciones atrás se consumían productos que provenían de fuentes más puras y frescas. Actualmente, además de los procesos químicos de los productos, hay que considerar que la alimentación de los animales incluye aditivos y hormonas que al organismo humano le son muy difíciles de procesar. "Esta es la primera causa de enfermedades y alergias", afirma la autora.
Los químicos son los principales inhibidores del calcio, así como el exceso de proteína animal, o hábitos negativos (la falta o el exceso de ejercicio, por ejemplo), abunda Monique, quien radica en Cancún y recientemente visitó la Ciudad de México para promocionar su obra, escrita a partir de su experiencia con pacientes que presentaban alergias de diversos tipos, con un factor en común: el alto consumo de lácteos.
Entre los nutrientes que requiere el cuerpo humano para una buena salud está el calcio y con ese argumento tradicionalmente se recomendaba el consumo de leche y sus derivados. Pero ésta no es la única fuente de calcio.
No sólo los huesos requieren este mineral, ya que también es indispensable para el movimiento muscular, ayuda en la estimulación de la secreción hormonal y ayuda a que la sangre circule, entre otros beneficios de su consumo. Está presente en muchos más alimentos que sólo la leche. Se encuentra en semillas de ajonjolí, jitomate, lechuga de hoja verde, naranja, col rizada y otros que la especialista enumera en su libro.
Además de información científica, el volumen incluye un amplio recetario para preparar comidas completas, desde leches de coco, avena o almendra, hasta queso, aderezos, ensaladas, mantequillas, cremas y postres sin ningún producto lácteo.
El consumo de leche es un hábito difícil de cambiar, dice la autora en entrevista. "Pero después de la etapa de lactancia ya no es necesaria. Es un concepto que se tiene que enfrentar. La gente ya está mucho más abierta. Si vienen a consulta es porque están más receptivos a escuchar otras ideas y es más fácil que se decidan a cambiar".
Entre los beneficios inmediatos de dejar la leche, asegura la experta, están bajar de peso, combatir colitis y gastritis, así como dejar de tener mucosidad y congestión nasal.
Así como advierte en su libro, este cambio de hábitos es un proceso que lleva tiempo, pero no es difícil, porque los sabores de los lácteos procesados y sus recetas naturales, son parecidos, con la ventaja de que éstas aportan salud. "Mis hijos sólo tomaron leche materna y después de los seis meses jugos naturales, no necesitaron otro tipo de leche. Hoy son niños sanos, muy fuertes y sin ninguna complicación. Es difícil cambiar el chip de que la leche es necesaria porque es lo que te han machacado siempre, pero no es así y la ciencia lo demuestra", concluye.