La exmodelo guineana Tiguidanké Camara ha cambiado los vestidos de fiesta y los tacones altos por una blusa y unas botas para convertirse en la primera mujer propietaria de una firma minera en África Occidental.
En Guingouiné, una pequeña aldea del oeste de Costa de Marfil, Camara está a la cabeza de un equipo de diez personas (geólogos y obreros) que prospectan el suelo en busca de oro. Y no duda en meterse ella misma en la marea de lodo para extraer muestras destinadas al laboratorio de investigación.
"Cuando era modelo, desfilé para joyeros. Tenían licencias en África que los abastecía en piedras preciosas", explica esta cuadragenaria de silueta esbelta. Los desfiles para los joyeros "despertaron mi curiosidad", dice. "Me dije: ¿y si los africanos o africanas se apropiasen del negocio del sector minero?", añade.
"Soy la respuesta a la pregunta", sostiene Camara, a la que el semanario Jeune Afrique sitúa entre "las 50 mujeres de negocios más influyentes del África francoparlante".
Aprovechando que su padre, exprefecto, tenía contactos en la zona, la exmodelo lanzó en 2010 Tigui Mining Group y compró dos licencias de explotación de oro y diamantes en Guinea, su país natal, gastándose los ahorros amasados en los desfiles y los anuncios de las firmas de lujo.
En 2016 añadió un permiso de exploración y de prospección de oro en Costa de Marfil, actualmente "su base en África Occidental".
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"Soy propietaria de una compañía minera que me pertenece al 100 por ciento", dice con orgullo la fundadora y directora ejecutiva de Tigui. Es una excepción en el continente, "salvo en Sudáfrica -recalca- donde hay otras mujeres con cargos de responsabilidad, pero a menudo como socias".
'EXASPERADA'
Debido a su silueta de modelo, muchos hombres le preguntaban: "¿De quién es usted asistenta?", cuenta. "Exasperada, un día me vi obligada a mostrar mi insignia de directora general". Pero, por lo general, Camara no se considera víctima de comportamientos machistas.
En Guingouiné soñamos con grandes cambios que podrían beneficiar al pueblo si resulta que el lugar es rico en oro y se acaba cavando una mina.
En la lengua local yacuba, "Guingouiné significa felicidad, pero carecemos de todo", lamenta el jefe de la aldea, Alphonse Doh, ataviado con un bubú (túnica tradicional) blanco y azul.
"La escuela, con seis clases, es una barraca sin electricidad. Las mujeres que van a dar a luz son transportadas en carretillas a lo largo de diez kilómetros hasta el primer centro de salud...", explica
Para él, la instalación de una mina permitiría transformar la vida de un millar de habitantes: la exmodelo tiene la intención de ayudar a la aldea si los negocios prosperan.
Aparte de los beneficios económicos, Doh espera que Camara sirva de modelo de éxito en esta región donde el nivel de analfabetismo alcanza al 80 por ciento entre las niñas.
COOPERATIVA
Entre tanto, "la minera", como la apodan en la región, ha resucitado en la aldea una cooperativa de mujeres, a la que suministró material agrícola y dos paneles solares.
"Estamos muy contentos con esta colaboración", afirma Elise Kpan, responsable de las mujeres de Guingouiné. Esta organización nos ha permitido colocar nuestros cultivos "en el mercado y ganar dinero".
El sector minero marfileño, dominado por la producción de manganeso (dos minas) y de oro (cinco), lleva una década en plena expansión. La actividad sólo contribuye al 5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del país, cuyo subsuelo también es rico en diamantes, hierro, níquel, bauxita y cobre.
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Pero las mujeres cuentan con poca representación: 112 entre los 6 mil empleados directos, y unas 400 entre los 30 mil indirectos en el sector, según la Agrupación Profesional de Mineros de Costa de Marfil (GPMCI).