Algo está haciendo mal el mundo porque el pobre debe viajar hacia el país de los ricos. Y ni siquiera allá, en la que cree es la tierra de la abundancia, el migrante encuentra paz, ni progreso, ni refugio. Nada. Así de claro es Emiliano Monge, quien acaba de publicar su novela Las tierras arrasadas (Random House), en cuyas páginas plasma el drama de los centroamericanos en busca del sueño americano. Para él, México es ya una tierra arrasada.
___¿La migración es una señal de fracaso de la civilización?
___ Es síntoma de lo que somos. Desde que el hombre se transformó en sedentario las migraciones no se han detenido nunca. Hasta hace un siglo, el migrante era tratado como un emprendedor, un aventurero, un hombre que quería cambiar el mundo. Ahora no. Él es la víctima del sistema capitalista. Por eso los desplazamientos de las sociedades pobres hacia los países ricos se traducen en tragedias humanitarias, violencia, muerte y desigualdad. Estamos ante una gran tragedia humanitaria del siglo XXI, ante el Holocausto del siglo XXI.
___¿Qué diferencias existen entre las migraciones de hoy y las de antaño?
___ La mayoría de las grandes migraciones de los siglos anteriores eran de poblaciones desarrolladas. Los ingleses que llegaron a América, los italianos que se fueron al Cono Sur de América Latina. Fueron emigraciones a espacios donde había mucho por hacer. La llegada del extranjero era mejor vista. El colonialismo acabó y se protege lo poco que le queda a las naciones. Las migraciones de hoy son claramente del tercer al primer mundo: de África a Europa o las grandes potencias petroleras de Medio Oriente; de México y Centroamérica a Estados Unidos, o del sur de Asia a Australia. Las migraciones de las clases medias y altas siempre han sido toleradas, pero nunca las de las clases bajas. México es un país que lo ejemplifica a la perfección: hemos aceptado a las migraciones españolas, judías o libanesas, pero despreciamos a los centroamericanos y a los chinos. Los desplazamientos actuales conforman un problema de clases. Al migrante de hoy le arrebatan la identidad, la individualidad, el nombre y la voz. Al final sólo forma parte de una masa que se desplaza. Eso es lo único que le queda: el colectivo. Y al final eso es lo único que le genera esperanza.
Los desplazamientos actuales conforman un problema de clases. Al migrante de hoy le arrebatan la identidad, la individualidad, el nombre y la voz
___¿Por qué en México se trata tan mal a los centroamericanos?
___ Hay que aceptar que somos una sociedad fallida y sumamente individualista que no se preocupa por el otro. Y eso no sólo podemos verlo con las migraciones centroamericanas, sino con los movimientos de nuestra propia gente del campo a la ciudad. Históricamente no hemos sabido tratar al otro. Hemos querido ocultar las migraciones que no nos agradan. Padecemos una crisis de ciudadanía. Nos cuesta mucho trabajo reconocer la diferencia. Y somos una sociedad muy conservadora que a diario lucha por sobrevivir. En esas condiciones es muy complicado generar empatías con el prójimo.
___¿Quiénes son los grandes beneficiarios de las migraciones?
___ Siempre gana el país más rico. El que menos se beneficia es el migrante pese a que es el que está obligado a huir. Aquél que explotó y arrasó la tierra de los migrantes es el gran beneficiario. Hay cientos de compañías estadounidenses que arrasaron plantaciones de Centroamérica y que hoy están felices de recibir a esos ex campesinos.
___¿Culturalmente, hacia dónde nos dirigimos con las masivas migraciones en todo el mundo?
___ A un enriquecimiento y un cambio cultural muy profundo de la cultura norteamericana. En las últimas décadas, las migraciones latinoamericanas le han cambiado el rostro a Estados Unidos. Y creo que lo han hecho para bien, pues han creado lazos culturales que no existían. Sin embargo, también nos dirigimos hacia un empobrecimiento del individuo. Ahí está la tragedia: tendremos un enriquecimiento económico pero no un enriquecimiento social.
___¿Cómo ha reaccionado el mundo frente a las migraciones actuales y qué papel juegan en este fenómeno la prensa y la literatura?
___ Creo que ha habido una ceguera y una inmovilidad general. Para escribir mi novela leí miles de testimonios de migrantes en los cuales lo brutal no es la tragedia de una persona, sino ver que ésta se repite una y otra y otra vez en miles de vidas. El problema ya es tan grande y brutal que no podemos decir que no estamos enterados. El periodismo ha documentado en innumerables ocasiones los problemas de los migrantes. ¿Pero qué tan importante es la literatura? ¿Cuál es su función en estos temas tan escabrosos? La labor periodística es muy importante. Asociaciones como El Faro, en El Salvador, han hecho muchísimo por los migrantes. Un libro como Los migrantes que no importan, de Óscar Martínez, es fundamental para la denuncia. Pero también creo que el periodismo no es capaz de metaforizar el conflicto. Sólo así el ser humano puede digerir mejor problema. La literatura puede sacar de la sombra aquello que los gobiernos y las sociedades quieren ocultar. El periodismo puede, quizás, alumbrar la tragedia, pero jamás sacarla de la sombra. La literatura sí puede hacerlo, pero tampoco es capaz, por sí misma, de transformar la civilización. Y esto sólo puede lograrse a través de la educación. Un país más educado acepta más al migrante.