El Joaquín Sabina de los versos precisos ha vuelto. Y eligió a México para arrancar la gira Lo niego todo, título de su primer disco inédito en ocho años.
La grabación con banda oaxaqueña de uno de sus clásicos, -Y nos dieron las diez-, precede al set de 21 canciones que interpreta en su nuevo tour, al lado de los viejos compañeros de carretera: El guitarrista Jaime Azúa, el baterista Pedro Barceló, y la cantante Mara Barros, a quienes se une la bajista Laura Gómez.
El concierto arranca con un video que mezcla titulares de prensa falsos como "Imputado por vender pastillas para no soñar", o "No existe Calle Melancolía. Tampoco hay tranvía", con otros reales del tipo "Juglar y roquero", "Aprendiz de crápula", y "La consagración de un canalla", mientras comienza a sonar el tema que da título a su nueva entrega.
Lo niego todo es una especie de redención, en la que Sabina quiere desmitificarse. Será que los 69 años a cuestas, el haber sobrevivido a una isquemia cerebral, o "ponerles los cuernos" con un joven (Leyva) al par de músicos con los que ha escrito prácticamente toda su obra, lo tienen más cerca del suelo.
Al inicio del concierto, presenta a sus músicos y se refiere a ese par como su familia. De Antonio García de Diego dice que lleva muchos años dándole lecciones de bonhomía, de saber pensar. Y describe a Pancho Varona como incombustible.
"Los grupos duran poco tiempo, menos que los matrimonios, exceptuando a los Rolling Stones y Les Luthiers. Y nosotros, porque somos nosotros, aunque mi nombrecito viene por delante", dijo ante un público rendido a su presencia que ovacionó cada nota, cada palabra, cada gesto de Sabina, quien en varias ocasiones y por prescripción médica, según explicó, cantó sentado.
"No sólo llevamos treinta años en los escenarios, sino que hemos escrito decenas de canciones, que me han acompañado en muchas giras, que me han levantado cuando estaba bajo y es una gloria celebrar ahora con ellos", agregó antes de interpretar los temas de su nuevo disco que eligió para abrir la velada.
Quien más, quien menos, Postdata, inspirada, dijo, en "la madrastra patria" (México) y Lágrimas de mármol, en la que su voz se volvió más rasposa al afirmar: "Sobreviviente sí, ¡maldita sea!/ nunca me cansaré de celebrarlo…", fueron parte de ese nuevo repertorio que presentó por primera vez en directo.
Todas las butacas del Auditorio Nacional, a donde volverá los días 23 y 28 de mayo, están ocupadas. Y los diez mil asistentes celebran las nuevas canciones. Tanto, como el reencuentro con las viejas compañeras de ruta.
Por el boulevard de los sueños roto continuó el set list, con temas entre la melancolía y el rocanrol. Y sin embargo, Ruido, Tan joven y tan viejo, que comenzó a cantar Antonio García de Diego a quien luego se unió Sabina. Y las intensas La del pirata cojo (que cantó Pancho Varona), o Pastillas de no soñar, en la que Sabina tocó los platillos.
Para honrar a su madrastra patria, tonadas como 19 días y 500 noches, Noches de boda y Una canción para la Magdalena, las tres del disco que es considerado una de sus mejores producciones. Hasta ahora. En Lo niego todo hay varios temas que podrían convertirse en clásicos. Sabina está de regreso.