En uno de los pizarrones de su oficina, Fernando Chico Pardo trazó la estrategia para comprar el 22 por ciento de las acciones que tenía la estadounidense Archer Daniels-Midland (ADM) en Grupo Maseca (Gruma). Eran los primeros días de diciembre del 2012. En aquella pizarra blanca dibujó, con marcador negro, un diagrama de la estructura de accionistas de Gruma y, a un lado, las operaciones que daban como resultado los 450 millones de dólares que destinaría por el paquete de acciones.
El presidente del Grupo Aeroportuario del Sureste y dueño del fondo Promecap estaba a punto de adquirir casi un cuarto del capital social de la mayor productora de tortilla y harina de trigo del mundo, en medio de pugnas entre sus familiares propietarios: los hijos y la viuda de Don Roberto González Barrera, su fundador, quien falleció en agosto de ese año.
Sin embargo, Carlos Hank González, nieto de Roberto González Barrera, intervino para que la familia González ejerciera su derecho de tanto y recomprara el paquete de acciones a ADM, lo cual se concretó en la segunda quincena de diciembre del 2012.
Carlos Hank González, a quien se le atribuye la conciliación y la estrategia de fortalecer la presencia de la familia en Gruma, vio lo mismo que el experimentado inversionista Fernando Chico Pardo: un enorme potencial de crecimiento de la empresa mexicana de alimentos. Este fue el inicio de la estrategia de Hank González, entonces presidente del Grupo Financiero Interacciones y director general del conglomerado Grupo Hermes, para convertirse en el próximo gran empresario de México. "El siguiente Carlos Slim de los negocios", me dijo hace unos días un directivo que conoce bien a Hank González. "No me refiero a la creación de riqueza personal (según Forbes, Slim posee una fortuna de 71 mil millones de dólares, contra los 2.3 mil millones que se estima tienen Carlos Hank Rohn, su papá, y Carlos Hank González), sino a la capacidad y visión de administrar y hacer crecer sus negocios", agregó.
Carlos Hank González se convertirá en presidente del Grupo Financiero Banorte a partir de enero del 2015, luego de meses de turbulencias entre los accionistas y directivos de la institución. De nueva cuenta, Hank González fue clave en la conciliación de intereses entre familiares de Roberto González Barrera, también fundador del banco, y directivos de la institución. Por ello, se le depositó la confianza para dirigir el futuro de Banorte.
Ahora, este empresario de más dos metros de altura y 43 años de edad, tiene en sus manos el rumbo del tercer banco más grande de México, el cual administra activos por más de 150 mil millones de dólares. También es el vicepresidente de Gruma, una empresa que factura más de 55 mil millones de pesos y que en los últimos dos años aumentó casi 300 por ciento el precio de su acción, gracias a la estrategia de eficiencias que lideró Carlos Hank y su tío, Juan Antonio González Moreno, presidente del Consejo.
Asimismo, sigue al mando del Grupo Hermes, un conglomerado con activos de más de 15 mil millones de pesos y ventas anuales superiores a 8 mil millones de pesos, el cual detonará su crecimiento con la reforma energética. Y aunque renunció a Interacciones, la mayoría de las acciones siguen en manos de él y su familia. Al frente de estos negocios, Hank González tiene una huella relevante en los sectores financiero, de alimentos, energético, turístico, de transporte y de infraestructura.
Hijo y nieto de prominentes empresarios y políticos como Carlos Hank González, Carlos Hank Rohn y Roberto González Barrera, Hank González Jr. quiere escribir su propia historia. Lo dice públicamente. En privado, también comenta que quiere ser el próximo gran empresario de México.
Posdata
Además de los negocios, la pasión de Carlos Hank González son los autos y la equitación. Por eso suele manejar él mismo sus diferentes modelos de Mercedes Benz, firma de la cual, por cierto, es el principal distribuidor en México.
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