NEGOCIOS
Hace dos mil años, los romanos usaron elevadores propulsados por poleas, palancas y esclavos, para subir a gladiadores y bestias a la arena del Coliseo.
Desde entonces, la tecnología de los elevadores se ha basado en gran medida en la misma mecánica, salvo que las sogas de arrastre hoy son cables movidos por electricidad. En estos días, sin embargo, hay una revolución en curso. Motivados por el auge de megarascacielos que los romanos no podrían haber imaginado, los gigantes mundiales que dominan la industria persiguen la superioridad tecnológica.
En los próximos dos años los desarrolladores inmobiliarios construirán 187 edificios de por lo menos 250 metros de alto (casi la longitud de tres campos de futbol). Eso triplica la cantidad de megarascacielos construidos en todo el siglo XX. Esto obliga a empresas como Kone, Thyssenkrupp y Otis Elevator a llegar más alto que nunca en la búsqueda del próximo avance en el campo de los elevadores.
La finlandesa Kone Oyj, que maneja una nómina global de 55 mil personas, dice que está "superando los límites de la física de ascensores" en un laboratorio a 350 metros de profundidad que reabrió recientemente dentro de una mina de piedra caliza al oeste de Helsinki. La instalación ampliada tiene once galerías donde se realizan experimentos de todo tipo, desde su patentado material ultraliviano hasta robótica, resonancia vibratoria y caídas libres.
En Alemania, la división de elevadores de Thyssenkrupp AG ha levantado una torre de pruebas de 246 metros en Rottweil para perfeccionar un diseño de levitación magnética que eliminará por completo los cables y las poleas.
Conocido como "Multi", el sistema magnético podrá mover personas en forma lateral y vertical y operar al interior o al exterior de un edificio, ofreciendo a los arquitectos una nueva serie de posibilidades. Aunque el jefe de la división, Andreas Schierenbeck, dice que el debut está programado para 2020, todavía le preocupa aventajar a sus rivales. "Podríamos hacerlo mejor. Tal vez lo digo porque pienso como el típico ingeniero alemán", señala.
Según estimaciones de la firma de análisis Freedonia Group, los ingresos anuales globales por la fabricación y el mantenimiento de elevadores y escaleras mecánicas ascenderán a 114 mil millones de dólares en 2021, frente a los 96 mil 700 millones de dólares en 2016. Una de las razones es el programa de urbanización de China, que ha colocado al país en el epicentro del frenesí de los rascacielos. Otis, una unidad de United Technologies Corp., está planeando una torre de pruebas de 270 metros en China. Kone abrió allí la suya de 235 metros en 2015.
Kone, Otis y Thyssenkrupp, junto a la compañía suiza Schindler Group y la nipona Mitsubishi Electric Corp., constituyen los "Cinco Grandes" en el negocio de los ascensores de gran altura, dice Jim Fortune, un consultor del sector que ayudó a diseñar la red de transporte vertical utilizada en el rascacielos Burj Khalifa de 828 metros en Dubái. Fortune dice que el peso de los Cinco Grandes, que tienen una presencia global y al menos 85 años de experiencia en la construcción y mantenimiento de sistemas de elevación, ha disuadido a los más pequeños de ingresar a la arena. Aun así, los principios básicos de la industria (maximizar la capacidad de los sistemas de ascensores para manejar con eficiencia una cantidad desconocida de viajes a través de un número conocido de pisos) son los mismos en rascacielos de dimensiones auténticamente bíblicas que en edificios de altura más modesta.
"Todo se basa en la teoría de la probabilidad", dice Fortune, que trabajó en los diseños de la Torre Jeddah de Arabia Saudita. Ese será el primer edificio en alcanzar los mil metros (nueve veces la altura del primer cohete a la Luna de la NASA) cuando esté concluido en 2020.
Kone ganó el contrato de 57 elevadores para la Torre Jeddah, cuyos detalles se reservan celosamente debido en parte a su invento "UltraRope", un cable de fibra de carbono mucho más liviano que el acero y que, de acuerdo con la compañía, duplica la altura máxima de izamiento de una cabina en una sola corrida, hasta los mil metros. UltraRope no necesita lubricante y resuena a una frecuencia distinta a la del acero, lo que limita el impacto de los vientos fuertes que pueden hacer que un edificio alto se balancee y que los elevadores no funcionen a la perfección.
Los cables tradicionales requieren mecanismos mucho más grandes y más energía para operar, una de las razones por las que los viajes a la cima de rascacielos como el Burj de Dubái y el Shard de Londres se dividen en etapas. Kone tiene acuerdos para equipar a cuatro de los siete edificios que superan los 500 metros actualmente en construcción, todos en Asia, según el Skyscraper Center. Los precios de instalación para los edificios más altos pueden ir desde 500 mil dólares para ascensores de una sola cabina hasta más de un millón de dólares para los de dos cabinas (que se detienen en pisos alternos, reduciendo el número de paradas por corrida).
Los inventos de Kone han ayudado a convertirla en la mayor empresa no financiera de Finlandia. Con una posición dominante en China en la última década, el precio de sus acciones se quintuplicó, aumentando su valor de mercado a más de 30 mil millones de dólares. Pero la compañía se ha quedado rezagada es el tema de la velocidad. El sistema NexWay de 121 pisos de Mitsubishi en la Torre Shanghai de 632 metros estableció tres récords en 2016, incluido uno por viajar a 73.8 kilómetros por hora. Un mes después, el Sky Shuttle de Otis en la Torre Lotte World de 555 metros en Seúl estableció récords de velocidad en la categoría de doble cabina.
Pero estos fabricantes se juegan más que meros récords. Los elevadores más rápidos y directos que no requieren transferencias múltiples significan tiempos de espera y viajes más cortos, algo que suma atractivo a ojos de los inquilinos. "Si hay una solución innovadora de la que podemos ser parte en una etapa temprana, queremos estar allí", dice Adam Adielsson, gerente de proyecto para la Torre Karlatornet de 245 metros de la constructora Serneke Group AB; se espera que este edificio en Suecia sea el más alto de los países nórdicos cuando se termine en 2021. Utilizará ascensores Kone.
Los Cinco Grandes están estableciendo parámetros de referencia a tal velocidad que ahora uno de los mayores obstáculos para la innovación es el cuerpo humano. No importa qué tan rápido suban los ascensores, todos tienen que bajar a la misma velocidad, no más de diez metros por segundo, porque nuestro oído interno no se ajusta al descenso tan bien como al ascenso. Y además hay otra dificultad de la que poco se habla: la compresión de la vejiga. "Las personas mayores pueden mojarse los pantalones si bajan demasiado rápido", explica Fortune. "Nunca he visto un estudio real sobre eso".