TECNOLOGÍA
Reemplazar piezas de una antigua turbina marca Baker Hughes en una planta petroquímica en la ciudad malasia de Johor Bahru es casi tan divertido como suena. La tarea interrumpiría las operaciones de la planta por lo menos diez días y costaría 50 mil dólares trasladar en avión a una cuadrilla estadounidense especializada para hacer la labor. Pero con la intervención de la realidad aumentada solo tomó cinco días y ningún viaje aéreo, solo se necesitó un técnico en el sitio con una cámara fijada a un casco y algunos ingenieros estadounidenses supervisando de forma remota, guiando al personal malasio desde algún lugar de Baker Hughes en Pomona, California, a más de 14 mil kilómetros de distancia.
Los cascos de realidad aumentada (RA), que superponen imágenes digitales en un campo visual del mundo real, están impulsando los avances en la tecnología industrial mucho más allá de FaceTime. Mientras empresas como Apple, Amazon.com, Google y Microsoft compiten para desarrollar dispositivos RA para el mercado de masas en los próximos años, las compañías petroleras ya las han superado movidas por el afán de reducir costos. Algunas simplemente compran los cascos y crean software a medida; otras invierten directamente en startups de RA; y otras incluso están fabricando su propio hardware. Baker Hughes, filial de General Electric Co., llama a su instrumento el Smart Helmet.
Baker Hughes cocreó su dispositivo RA con el desarrollador italiano VRMedia S.r.l. La petrolera BP Plc dice que utiliza gafas RA para asesorar de forma remota por Estados Unidos. La startup RealWear Inc. señala que una veintena de compañías del sector energía, entre ellas Royal Dutch Shell Plc y Exxon Mobil Corp., están probando sus cascos de dos mil dólares. Y el 6 de marzo, el fabricante de software de realidad aumentada Upskill anunció haber reunido 17 millones de dólares en capital riesgo de Boeing Co., Cisco Systems Inc. y otros inversionistas.
La herramienta remota puede ayudar a que los trabajadores con experiencia sigan trabajando incluso si ya no pueden viajar para hacer el mantenimiento de las plataformas. "Con estas tecnologías, se trata más de las personas que del hardware", explica la vicepresidenta ejecutiva de Shell Alisa Choong. Janette Marx, directora de operaciones para el reclutador de la industria Airswift, dice que el trabajo a distancia es una buena estrategia para los técnicos que pudieran preferir trabajos más cómodos en Silicon Valley.
La mayor recompensa para las compañías petroleras es reducir el tiempo en que sus maquinarias están fuera de servicio. Para una refinería que produce 200 mil barriles diarios cada día de inactividad puede significar casi 12 millones de dólares en ingresos perdidos. Las instalaciones marinas de petróleo y gas a menudo detienen su actividad mientras esperan que los especialistas lleguen en helicóptero y, según el analista de la industria Kimberlite International Oilfield Research, quedan paradas 27 días al año en promedio. No es de extrañar, pues, que la firma de investigación ABI Research estime que el gasto anual de las empresas energéticas en cascos y tecnología relacionada con la realidad aumentada alcanzará los 18 mil millones de dólares en 2022, uno de los más abultados de cualquier industria.
El trabajo remoto con RA no está exento de problemas. Las plataformas petroleras con frecuencia carecen de redes inalámbricas confiables y muchos cascos no cumplen con los estándares para áreas peligrosas. Bajo ciertas condiciones, por ejemplo, los cascos pueden emitir chispas. Esa es una razón por la que muchos de los programas piloto de las compañías petroleras siguen en esa fase por ahora.
Baker Hughes no ha tenido que preocuparse por esos problemas, afirma John Westerheide, director de tecnologías emergentes. En Malasia, los ingenieros pudieron ver la maquinaria, enviar imágenes a la pantalla del casco y hablar directamente con los trabajadores in situ con pocos inconvenientes. "La forma en que trabajaremos va a ser mucho más virtual, interactiva y colaborativa", augura.