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Un segundo Informe sin cambios

México podría salir mejor librado que otros países de la crisis derivada de la pandemia, aunque ello requeriría de un cambio en el entorno de negocios.

OPINIÓN

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Durante su segundo Informe de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador no cambió su discurso y señaló que México era un país al cual le había impactado menos que a otros la crisis económica derivada de la pandemia.

Si se observan las cifras en términos de la caída del PIB en el segundo trimestre, la afirmación resulta incorrecta. Aunque hay otras economías que han sido más afectadas, no puede asegurarse que la nuestra esté entre las que menos daño sufrieron.

La economía de Perú retrocedió 27.2 por ciento en el segundo trimestre y la de Argentina entre 20 y 25 por ciento. La caída en México del segundo trimestre respecto al primero fue de 17.1 por ciento, mientras que en Brasil fue de 9.7 por ciento y de 15.7 por ciento en Colombia.

Si el análisis se hace en términos más amplios y se consideran los impactos financieros, así como en deuda pública, hay una parte de razón en el argumento que refirió López Obrador en su informe.

Por ejemplo, las divisas de Brasil y Argentina se depreciaron en poco menos de 35 por ciento en lo que va del año, mientras que el dólar se encareció frente al peso un 15 por ciento.

El hecho de que el gobierno mexicano haya invertido solo alrededor del 1 por ciento del PIB en apoyos fiscales para paliar el efecto de la pandemia, también condujo a que nuestro país no haya incrementado de manera sensible su nivel de endeudamiento.

Es cierto que la deuda pública habrá de incrementarse en cinco o seis puntos del PIB cuando termine este año y se ubicará quizás en poco más de 60 por ciento. Sin embargo, dicho incremento no derivará de la contratación neta de deuda sino, sobre todo, del incremento en el valor en pesos de la deuda externa denominada en dólares o en otras divisas.

Esto implica que, entre otras cosas, la posición fiscal de México podría ser más ventajosa en 2021.

Una discusión que se está dando en múltiples países del mundo es el costo que tendrán los programas de rescate económico que se emprendieron a lo largo de este año.

En la medida que los gobiernos tuvieron que endeudarse para financiarlos, a la vuelta de uno o dos años, tendrán que empezar a pagar ese costo.

Y eso implica eventualmente recortes en el gasto público o incremento de impuestos.

Es probable que las finanzas públicas mexicanas tengan menos presión que otras tras salir de la crisis de la pandemia.

El gobierno mexicano tiene otra ventaja respecto al resto del mundo. Se trata de la elevada dependencia que tiene respecto a Estados Unidos.

El gobierno norteamericano ha canalizado una cantidad de recursos muy elevada, superior a 10 puntos del PIB, para amortiguar el impacto económico de la pandemia. Hasta ahora, el resultado ha sido positivo y esto ha permitido que la producción industrial empiece a recuperarse.

Igualmente, ha logrado que las ventas minoristas, que reflejan el gasto de los consumidores, también empiecen a crecer.

En la medida que el aparato industrial de nuestro país se encuentra firmemente integrado a Estados Unidos, también se beneficia de los estímulos económicos que se dan a la economía norteamericana.

Adicionalmente, el hecho de que a las familias les estén llegando recursos también contribuye a que se mantengan elevados los flujos derivados de las remesas enviadas por los trabajadores mexicanos en Estados Unidos a sus familiares en nuestro país.

Para la economía mexicana, eso significa la posibilidad de una recuperación más rápida, así como de un gasto mayor para las familias.

Los datos del Banxico señalan que en los primeros siete meses del año, el monto de las remesas creció en 10.5 por ciento. Considerando la depreciación de nuestra moneda, esto implica un incremento de más de 27 por ciento en el valor en pesos de los envíos, lo que implica una entrada adicional de alrededor de 45 mil millones de pesos para los hogares que las recibieron.

No es imposible que, al final de cuentas, a pesar de los escasos apoyos del gobierno, la buena fortuna de nuestra cercanía y relación con Estados Unidos suavice el impacto final que tendrá la crisis sobre nuestra economía.

Sin embargo, para poder sacar provecho en el mediano plazo a esta relación, es necesario que se de una reactivación de la inversión en México.

Los datos más recientes indican una caída de 20 por ciento al término de mayo. Es probable que la cifra sea todavía peor cuando se contabilice el efecto global de la pandemia.

En su segundo Informe, el presidente López Obrador presumió de la buena relación que mantiene con el sector empresarial.

Sin embargo, no basta con la interlocución. Lo que las cifras arrojan, hasta ahora, es una drástica caída en la inversión productiva, lo que refleja que el sector privado no encuentra condiciones para emprender y reforzar sus proyectos productivos.

De acuerdo con la Encuesta entre Especialistas del Sector Privado que realiza el Banxico, hasta agosto el 83 por ciento de los entrevistados señaló que esta coyuntura no es buen momento para invertir y 17 por ciento afirmó no estar seguro. Nadie señaló que los tiempos fueran propicios.

La misma encuesta indica que el 20 por ciento opina que el clima de negocios mejorará en los próximos seis meses, aunque el 31 por ciento considera que aún empeorará.

Aunque la cifra no parece muy positiva, hay que considerar que apenas en mayo, solo el 8 por ciento se veía optimista mientras que el 78 por ciento consideraba que un semestre después el clima de los negocios estaría peor.

Aunque hay indicios positivos, estamos lejos de tener un ambiente que anticipe un buen desempeño en el mediano plazo.

Estamos ya por llegar a la tercera parte del actual sexenio y en un lapso de 9 meses se estarán realizando las elecciones más amplias en la historia moderna de México, que implican la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas y 30 congresos estatales. Ellas van a definir los márgenes de maniobra que tendrá el gobierno federal en la segunda mitad de la administración.

Si no se restablece la confianza de los inversionistas, va a ser muy complicado que México pueda aprovechar las ventajas que pueda tener respecto a otros países al término de la pandemia.

Las oportunidades no son imaginarias. Serán tangibles, pero requieren de acciones gubernamentales para aprovecharlas.

Sin embargo, lo dicho en el segundo Informe de Gobierno no dio indicios claros de que una actitud pragmática vaya a guiar la acción del gobierno en los siguientes meses. Ojalá me equivoque.

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