Si hay algo en lo que los europeos están de acuerdo con Donald Trump, es en que Estados Unidos está perdiendo gradualmente ante China.
China está trabajando fuerte para mejorar su imagen en Europa y está invirtiendo mucho dinero en el camino. La Reina de Inglaterra podrá pensar que los funcionarios chinos son "muy groseros", pero fuera del Palacio de Buckingham están ganando amistades e influencias.
En 2015 una encuesta de Pew Global Research descubrió que la mayoría de las personas en los grandes países de Europa consideran que China reemplazará a Estados Unidos como superpotencia global o que ya lo ha hecho.
El mismo estudio mostró que en Alemania y Francia, más personas consideran que China, no Estados Unidos, es la economía líder a nivel mundial. Eso fue antes de que los recientes problemas económicos en China empezaran, pero esos probablemente no afecten tanto la percepción del público: su tamaño y la presencia de los productos made in China en las tiendas europeas, en donde los estadounidenses son difíciles de encontrar, continuarán alimentando esta percepción un tanto prematura.
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Nada de esto parece hacer particularmente felices a los europeos. En general, aún desconfían de China más de lo que desconfían de Estados Unidos. Según Pew, 83 por ciento de los italianos y el 50 por ciento de los alemanes tienen una opinión favorable sobre EU comparada al 40 por ciento y el 30 por ciento de la opinión favorable sobre China. Aun así, las percepciones han cambiado en los últimos años.
El aumento de opiniones positivas se debe, en parte, a una mayor exposición de los chinos. El número de turistas chinos en Europa se duplicó en los últimos cuatro años. La mitad de ellos son millennials, gente que tiene más en común con los jóvenes europeos que lo que ocurría en la generación de sus padres. Son más hedonistas y más amantes de la libertad y más propensos a causar agrado.
Después están los inmigrantes chinos. Ellos representaron el segundo grupo más grande que llegó a la Unión Europea el año pasado, después de los indios, sin contar a los refugiados de zonas en guerra de Medio Oriente. Muchas pequeñas tiendas desde Praga hasta Lisboa son operadas por inmigrantes chinos, gente trabajadora que sigue atendiendo la tienda mucho tiempo después de que el resto ya cerró.
Y luego está el dinero chino que está llegando en mayor cantidad que antes. Europa es el área primordial para la inversión directa china. El año pasado, las firmas chinas volcaron un récord de 23 mil millones en la Unión Europea frente a 15 mil millones de dólares de EU.
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En general, la inversión estadounidense en Europa es todavía mucho mayor. El año pasado excedió los 193 mil millones de dólares, según el Departamento de Comercio de ese país.
Aun así, en algunos países, los inversionistas chinos han sido más activos que los americanos. En Italia, por ejemplo, -el país que ha visto el mayor salto en el favor chino— los chinos contribuyeron con 7 mil 800 millones de dólares a la economía, comparado con tan sólo 434 millones de dólares estadounidenses. Francia también tuvo más inversión china que norteamericana.
La mayoría del capital chino se invierte en bienes raíces, la industria dela hospitalidad y la de infraestructura. Tiene sentido que por lo general fluya en los mismos países que los turistas chinos prefieren, pero hay más que simplemente eso. Los inversionistas asiáticos están más cómodos que los estadounidenses con las regulaciones enmarañadas y a veces ilógicas y la corrupción que suele acompañarlas.
Eso explicaría por qué los inversionistas chinos son más activos en la periferia europea, donde las empresas estadounidenses están menos interesadas en ir. Portugal es uno de los destinos preferidos. Recientemente ha habido una serie de grandes adquisiciones chinas en materia de energía, seguros, tecnología y la industria alimenticia, y los empresarios chinos son los mayores beneficiarios del popular programa de visas para inversionistas de Portugal.
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Segundo, las naciones pobres de la Unión Euroea son más tolerantes a la inversión de empresas estatales chinas, que representaron 70 por ciento de los flujos el año pasado.
Eso, en parte, explica por qué los esfuerzos diplomáticos chinos se han enfocado últimamente en Europa del Este. En marzo, el presidente Xi Jinping visitó Praga para tratar, entre otras cosas, las grandes inversiones en proyectos de infraestructura que conectarían la "ruta de la seda" china, corredor de transporte que es el proyecto favorito de Xi, con Europa Central.
A finales de junio, también estará en Belgrado. Serbia es tan solo un candidato a la UE, y no el más diligente, pero eso no hace más que facilitar la incursión China. Las compañías estatales chinas han estado construyendo puentes y plantas de energía en Serbia, invirtiendo en los tipos de proyectos que construyen buena voluntad y no causa resentimientos.
A medida que China expande su influencia en el mundo occidental, Europa es mucho más receptiva que Estados Unidos. "Los europeos son más contradictorios y son por lo general menos negativos en sus sentimientos con respecto a China que los norteamericanos porque hay menos rivalidad entre potencias y algunos también sienten por momentos la necesidad en de distanciarse de las iniciativas lideradas por ese país.", escribió Yukon Huang de Carnegie Endowment en un artículo reciente para International Peace.
Aunque Estados Unidos aún se percibe como el aliado más natural, la paciente campaña de China por conseguir la aceptación de Europa está empezando a dar frutos, especialmente en las partes más necesitadas y debilitadas del continente. No es gran problema que a la reina no le interesen los burócratas chinos: lo mismo van a volver.