Hace poco más de un año, las cosas parecían prometedoras para los empresarios cubanos en los florecientes centros turísticos de La Habana, Cienfuegos y Trinidad.
Aquellos con entrenamiento culinario estaban abriendo ambiciosos restaurantes "paladares" y empleando a un gran número de lugareños para cortar, saltear, lavar y limpiar mesas.
Los propietarios de automóviles clásicos estaban puliendo sus Chevys de 1954 y aprovechándolos para iniciar empresas de tours. Y artistas, diseñadores de moda, joyeros, pintores, escultores, estaban recibiendo comisiones de entusiastas del arte ansiosos por explorar un mercado virgen.
El año 2017 fue un récord para las visitas extranjeras a Cuba. Según cifras del Gobierno, la pequeña isla caribeña recibió 4.7 millones de viajeros durante esos 12 meses, recaudando 3.000 millones de dólares en ingresos por turismo, con lo que registró un aumento del 18 por ciento en los visitantes respecto del año anterior. De ellos, 619 mil provinieron de Estados Unidos.
Pero en junio del año pasado, el presidente Trump anunció nuevas regulaciones de viaje para los estadounidenses, por lo que las multitudes que servían ron con Coca-Cola en La Habana se redujeron mucho. Luego vino Irma y luego una serie de misteriosos "ataques acústicos". Para cuando la administración de Estados Unidos dio a conocer sus políticas de viaje actualizadas en noviembre, el turismo estadounidense hacia Cuba se había desplomado.
"El mercado se congeló por unos meses. Es sorprendente cuánta confusión causaron estos titulares", explicó Chad Olin, fundador y máximo ejecutivo de Cuba Candela, un operador de viajes de lujo en Cuba.
Lo bueno es que los viajeros no necesitan reorganizar sus itinerarios por completo, no si pueden recibir una pequeña guía adicional de una agencia como la de Olin. De hecho, en medio de informaciones sobre menos multitudes, infraestructura mejorada y una variedad más amplia de experiencias para aprovechar, es posible que ahora sea el mejor momento para visitar Cuba, sin importar de dónde viene.
Viajeros de todas las nacionalidades pueden obtener ciertas recompensas yendo a Cuba este año: "Si regresas a diciembre de 2016 [cuando el turismo estaba en su punto máximo], había demasiada gente en La Habana. La infraestructura se presionó al máximo de su capacidad", precisó Olin.
Tomó tiempo pavimentar mejor las calles, mejorar el servicio en los restaurantes, renovar los viejos hoteles, instalar conexiones Wi-Fi, y la lista sigue. Ahora los cubanos pueden satisfacer niveles más altos de demanda, pero sin las multitudes. Como resultado, Olin dijo "obtener reservas en restaurantes es más fácil. Los mejores hoteles cinco estrellas se pueden reservar con menos antelación. No tenemos sobrerreservas como teníamos antes, cuando llegabas a un restaurante u hotel y tu mesa o habitación ya no estaba".
Para operadores de turismo como Abercrombie & Kent, esto se traduce en experiencias más íntimas y auténticas. "Si vas ahora, no vas a tener filas de autobuses turísticos para la misma experiencia. Puedes dedicar más tiempo a interactuar con los lugareños cuando hay menos rotación", señaló Stefanie Schmudde, vicepresidenta de desarrollo de productos y operaciones.
¿Un factor inesperado que podrían enfrentar los viajeros?
Las limitaciones son estrictas sobre dónde puedes quedarte. Se han agregado casi 100 hoteles a una lista de entidades restringidas, incluido Gran Hotel Manzana Kempinski, un establecimiento de La Habana de configuración estándar.
Los balnearios turísticos están categóricamente prohibidos, ya que el turismo tradicional no está permitido. Tampoco intente pagar por debajo de la mesa: su equipaje puede ser registrado en busca de efectivo en la llegada y salida de su vuelo, y los agentes advierten que se arriesgaría al ingresar grandes cantidades de dólares. En lugar de eso, Olin utiliza "hoteles boutique que son más privados o chalés de lujo que ofrecen una experiencia más auténtica".