Culturas

Sole Giménez, la jazzista con acceso denegado

La vocal, que se presenta mañana en el Teatro de la Ciudad, relata lo difícil que resulta encontrar visa para ingresar al celoso reino de ese género musical.

La Sole es ella sola

Sí, los Presuntos -implicados siempre en su repertorio- están en su canto, en su historial de vocalista de un hito del pop español, pero en su andar en solitario –ya desde 2004, un par de años antes de que dejara a uno de los grupos más emblemáticos de la España posfranquista-, la Sole se ha vuelto toda ella, su sola voz. Ese timbre transparente, tan natural, la hace única, como esa calma valenciana con la que su blues popeado y su pop souleado de siempre se han dejado llevar al jazz, ese mar abierto y a la vez celoso de su territorio, que saluda al forastero con un poco amable "enséñame tus credenciales".

Sole Giménez lo sabe.

Ha solicitado visa para cantar jazz y los oficiales del cerrado se la han negado en repetidas ocasiones.

Ella, en tanto, ha creado, su nacionalidad: Sole, habitante de sí misma. Aunque sus 'credenciales' sean vastas y probadas, porque desde chavala -cuando las movidas españolas la arrojaron a las playas de la escena musical de Valencia-, los pininos de los Presuntos Implicados ya la llamaban a la onda funky y al feeling soul, al bossa-nova y el guiño al jazz.

Sole lo ha escuchado en varias ocasiones, no obstante: "Pues no, que no pasa".

El nicho y sus reglas. Esas que no son fáciles de romper por mucho que se haya logrado en el ambiente musical.

"Los programadores del mundo del jazz no aceptan fácilmente que alguien como yo cante… Es decir… Una cantante de pop que quiere entrar... es, cómo decirlo... complicado", cuenta. No parece ilesa.

"En España he tocado en festivales, pero hay reticencias. En España somos un poquito así, más conservadores".

Esos festivales la reciben desde hace dos décadas. Uno de ellos, el de San Sebastián, el más importante de la península, en el que Herbie Hancock la tuvo como artista invitada en 1999.

"Él venía presentando un disco que grabó con Joni Mitchell, y en cada país invitaba a una cantante al escenario con él, y me llamó a mí, fue inolvidable; es una persona encantandora", recuerda.

Así que los "que nones" que le propinan los pequeños clubes no le hacen tanta mella. Sobre todo porque –dice- desde hace tiempo jazzea y con músicos enormes, los mejores de la escena española -muchos de ellos no españoles, muchos de ellos latinoamericanos.

Justo da esta entrevista después de presentarse en un íntimo recital con el pianista de jazz Iván Melón Lewis, en la Fundación Sebastián, con el que sustituyó la presentación que daría en noviembre pasado en el Teatro de la Ciudad, y que por el luto tras los sismos de septiembre pospuso para este año. Se presentará este jueves en ese mismo recinto del Centro Histórico, con el material de su disco más reciente, Los hombres sensibles, que tiene la dirección musical y los arreglos, precisamente, de Melón.

A este cubano de Pinar del Río y 44 años lo conoció a través de Javier Limón, ese monstruo de productor que ha tenido en su roster a Paco de Lucía, Bebo Valdés, El Cigala y Calamaro; a Perales, Buika, Luz Casal, Ana Belén o Magos Herrera. Él fue quien le produjo su segundo disco solista, La felicidad (2007), y fue clara su influencia en el camino de la artista. A ese álbum le siguieron dos más que dieron un giro definitivo a su carrera: Dos Gardenias (2009) y Pequeñas cosas (2010).

"Él me conectó con muchos músicos de jazz de Madrid, pero más que en La felicidad, fue en Dos Gardenias donde me rendí al latin jazz, y ahí es donde disfruto de hacer versiones, llevarlas a mi terreno que siempre suena jazzístico. Lo he logrado gracias a Iván y a Elsy Heredia (bajo), a Yoel Páez (percusión), a gente de jazz que había tenido ya en el disco de La noche (de Presuntos Implicados), que constaba de tres bandas diferentes".

Llamó pues, a sus referentes, dice tal cual. Aquellos gigantes del jazz ibérico con los que había hecho grandes cosas, como el pianista Chano Domínguez, el flautista Jorge Pardo (también de flamenco, el inseparable de Paco de Lucía); el pianista y baterista Jordi Rossy, y Víctor Merlo en el contrabajo…

"Con Presuntos Implicados montamos una banda que se llamaba así, Latin Jazz, que era lo que yo estaba buscando, y cuando dejé Presuntos volví a querer montar esa banda, por eso en Dos Gardenias están de nuevo Pardo, Chano, Victor; también trabajo con los talentos nuevos".

Lo disfrutó tanto que se empeñó –así lo dice- en hacer, con esa herencia de latin jazz, Pequeñas cosas. En 2014, la cantante –y compositora de más de cien canciones- lanzó una revisión de sus pasos, también en versiones jazzísticas, como las joyas que entrega en el disco En Vivo!, el registro del conciertazo que dio en 2015 en el Palau de Valencia, dentro del Festival de Jazz de esa ciudad, y en el que participan figuras internacionales como, entre otros, Pepe Rivero en el piano, Iván Ruiz en los bajos e Iván Cebrián en la guitarra, con la Honey Jazz Band.

"No me llamo a mí misma una cantante de jazz, pero tengo una buenísima relación con el jazz, es un lugar en el que me encuentro muy cómoda, aunque no me gusta encerrarme en un solo estilo", asegura.

Pero también en ese "lugar" –irónicamente, tan hijo de la mescolanza- el libre tránsito se restringe. Algo que Sole lamenta en esta época de ultra defensores territoriales, cuando –considera- los artistas tendrían que ser referentes de la apertura y la inclusión.

"No hay que cerrar tanto las fronteras entre los estilos; ahora más que nunca ese es uno de los mayores males que podemos tener". Lo dice, además, porque como artista tiene un trabajo, más allá de vender entradas.

"Los músicos sólo podemos hacer que la gente sienta", enfatiza la cantante. "Ojalá pudiéramos hacer que la gente piense, porque si no reflexionamos sobre las cosas y damos el ejemplo de decir: entre nosotros no hay fronteras, ¿qué podemos esperar?".

Reconocimiento a la sensibilidad masculina

Sole Giménez se ha gastado las suelas en el escenario desde hace más de tres décadas, y está por gastarse otro par en la gira Los hombres sensibles, que la trae de regreso a México para presentar su más reciente disco, homónimo del tour, en el que interpreta canciones de 12 compositores: Dani Martín, Carlos Goñi, Mikel Erentxun, Teo Cardalda, David DeMaría, Pedro Guerra, David San José y Edgar Oceransky, entre otros. Y por supuesto, piezas de la autoría de la cantante, quien tendrá como invitados a Armando Manzanero y su hijo, Juan Pablo; Aleks Syntek, Edgar Oceransky y Mijares.

Acompañada por Iván Melón Lewis en el piano; Iván Cebrián en la guitarra, Haru Mori en el bajo, y Pedro Moisés Porro en batería y percusión, Sole se presenta por primera vez en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, este jueves a las 20:30 horas, con su álbum de 2017.

También lee: