German Madrazo aprendió a esquiar hace un año. Este 16 de febrero completó, aunque en último lugar, la prueba contrarreloj individual de 15 kilómetros de Cross Country Skiing en Pyeongchang 2018.
Tres atletas no concluyeron la competencia, de quienes si lo lograron, el mexicano fue el último lugar, pero uno de los más efusivos y emocionados.
El mexicano hizo un tiempo de 59 minutos 35 segundos sobre los esquís. "Nosotros al no tener nieve, al no tener la experiencia que tienen estos países, para nosotros la medalla es obtener el criterio de calificación", dijo tras la competencia. Aquí te contamos su historia.
Después de cumplir con su jornada laboral en febrero de 2014, Germán Madrazo se cuestionó: "¿Qué estoy haciendo con mi vida?". El queretano, de entonces 41 años, trabajaba como auditor en McAllen, Texas. Le gustaba su empleo, pero los horarios eran extenuantes. Ese día salió de casa cuando aún no había amanecido y regresó de noche.
Esa misma tarde un amigo cercano le mandó a su celular un link de una nota sobre cómo en la prueba de cross country –modalidad de esquí de fondo– el suizo Darío Cologna ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014 y esperó media hora a que el último lugar, el peruano Roberto Carcelén, llegara a la meta.
La primera reacción de Madrazo no fue de empatía, sino de introspección. Pensó: "Si un peruano pudo participar en los Juegos Olímpicos de Invierno, ¿por qué yo no?".
Madrazo renunció pocos días después a su trabajo. Decidió que quería convertirse en esquiador profesional. Recuerda que fue una elección difícil, porque sus trillizos tenían pocos meses de nacidos. Lucía –su esposa– lo apoyó siempre y cuando no le pidiera dinero de las ganancias de la tienda de artículos para correr de la que son propietarios y que es su principal fuente de ingresos.
El queretano no sabía nada del cross country. Su primer paso fue investigar sobre la disciplina. Encontró que para practicarlo necesitaba una excelente condición física y un dominio total en los esquíes. Cumplía con la primera condición porque era un asiduo participante en las carreras Iron Man –competencia de 3.86 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42.2 de carrera–, pero no con la segunda. Sólo había esquiado de forma recreativa.
Necesitaba un entrenador. Se le ocurrió que el mismo Carcelén podría ayudarle. Le mandó un mensaje por Facebook. Le respondió casi un año después, cuando su sueño olímpico parecía más lejano de cumplirse. Finalmente hablaron. Madrazo le contó sobre sus intenciones de practicar la disciplina y el peruano lo contactó con su entrenador, Andy Liebner.
"Cuando hablé con él me propuso que nos reuniéramos en una zona montañosa de Michigan, para que me realizara una prueba. Nos reunimos. Cuando terminé su examen me dijo me rindiera, que era una pérdida de tiempo que me dedicara a esa edad al cross country, porque no tenía madera para hacerlo", recuerda el ahora abanderado de la delegación mexicana a los JO de Invierno Pyeongchang 2018.
Madrazo se empecinó y convenció a Liebner para que se quedara en Michigan. Al tiempo, consiguió el dinero para hospedarse en un hotel cercano y así esquiar todos los días con el entrenador. Practicaron por meses y para las últimas semanas de 2016 estaba listo para esquiar, ahora sí, en competencias oficiales.
El queretano debutó en los Campeonatos Nacionales de Estados Unidos, celebrados en Utah en enero de 2017. No tuvo una buena participación, al concluir en el puesto 237. Decidió que participaría en el torneo de esquí de Kadilli-Erzurum en Turquía, pero se encontró con un nuevo problema: no tenía dinero.
"Tuve que pedirle dinero prestado, primero a familiares y luego a amigos. Les explicaba mi sueño, pero algunos no colaboraban conmigo; otros sí. Todo el 2017 fue duro económicamente, no sólo porque escaseaba el dinero para los viajes y torneos, también porque a veces tenía que elegir entre competir o comprar esquíes, que costaban entre 400 y mil dólares", señala el atleta.
Madrazo consiguió el dinero para viajar por América y Europa para buscar su clasificación a Pyeongachang. En septiembre de ese año participó en los Campeonatos Nacionales de Chile. Terminó en décimo lugar, su cuarto mejor resultado desde que se convirtió en profesional.
La competencia en Chile –dice– no sólo le sirvió para obtener un buen resultado. Ahí conoció al chileno Yonathan Fernández, quien ya había conseguido su calificación a las Magnas Justas y se convirtió en su apoyo.
Ambos viajaron a Bogotá a una competencia de roller ski –esquí en patines sobre ruedas en asfalto– en diciembre. El mexicano consiguió el cuarto lugar, pese a que sufrió una caída provocada por Pita Taufatofua, taekwondoín de Tonga que participó en los Juegos Olímpicos de Río 2016 y que también buscaba su calificación a Pyenongchang.
"Le reclamé su comportamiento porque no era una competencia oficial. Pero cuando pasó el mal momento hablamos y nos dimos cuenta que teníamos los mismos sueños olímpicos. Decidimos que si viajábamos y competíamos juntos contábamos con más posibilidades de calificar. Yonathan se sumó a la travesía. Concordamos en que su experiencia nos ayudaría en las competencias", menciona.
Los tres se las arreglaron para viajar a Turquía, Armenia y Austria. Madrazo ni Taufatofua consiguieron la calificación. Sólo les quedó una última opción para conseguir su boleto a las Justas Invernales: viajar a Isafjordur, Islandia, la última competencia que repartía un boleto a los Juegos Olímpicos.
Taufatofua consiguió la calificación en la primera competencia del día, mientras que el mexicano se quedó rezagado. "En la segunda sesión fue la competencia de mi vida. Nunca había esquiado tan rápido. Cuando avanzaba sólo escuchaba gritos de emoción, pero no sabía lo que pasaba. Terminé la competencia, pero los resultados salían horas más tarde".
Cuando regresaban al aeropuerto se publicaron los resultados. Madrazo leyó que su sueño se había convertido en realidad: dio el tiempo para calificar a Pyeongchang.
"Detuvimos el auto y nos abrazamos. No lo podíamos creer. Después de todos los viajes, competencias y fracasos lo conseguimos. Nuestro lema era Fight Another Day (Luchar otro día) que usábamos para alentarnos. Esa frase evitó que nos rindiéramos y la que utilizaremos para motivarnos en Corea del Sur", dice.
El auditor que soñó en convertirse en atleta olímpico cumplió su meta el día 16 de febrero, cuando se realizó la prueba de cross country en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018 con un tiempo de 59 minutos y 35 segundos.
Madrazo dedicó la competencia a sus hijos e indicó que nunca hay tiempo para rendirse.
"Esto es para ellos, es un mensaje para que el día que sientan que ya no pueden con algo, que se acuerden de su viejo y se acuerden que sí se puede. Nunca hay tiempo para rendirse", dijo.