Actualmente la República Mexicana destaca entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayores tasas de obesidad, tan sólo detrás de Estados Unidos. Sin embargo, parece que los esfuerzos en torno a esta problemática de salud han tenido mínimos resultados, ya que se anticipa que para 2030 la proporción de población adulta en esta situación ascienda a 39 por ciento.
Hungría, Nueva Zelanda y los Estados Unidos, son otros de los países que superan la tasa promedio de obesidad de la organización de 19.5 por ciento en 2015. Se ha advertido que Inglaterra, Estados Unidos y México destacan el más rápido crecimiento de la población con sobrepeso y obesidad desde 1990. Aunque se sabe que en la última década la problemática se estabilizó en algunos países, lo que no fue el caso de México, donde ha llegado a 32.4 por ciento de la población.
Los casos de obesidad se hacen más persistentes en el caso de las mujeres, ya que la información más reciente –correspondiente a 2015- refiere que cerca de 40 por ciento de las mujeres mayores de 15 años en el país padecen de obesidad, cifra muy superior a la proporción de hombres en esta condición, quienes representan alrededor de 30 por ciento de la población masculina mayor de 15 años.
Según ha señalado la OCDE, los antecedentes educativos y socioeconómicos están entre los principales detonantes de la obesidad, ya que además, de que la obesidad en mujeres afecta más al grueso de los países miembros, esta condición empeora entre más bajo sea su nivel educativo. Aunque las diferencias son menores entre los hombres, éstas se hacen cada vez más evidentes.
Además destaca que la obesidad daña la dinámica del mercado laboral, ya que contribuye y refuerza la desigualdad. La gente que la padece tiene prospectivas laborales más pobres que las personas de peso normal, ya que este grupo es menos preferido para ser empleado y tiene más dificultades para integrarse al mercado laboral.
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