El próximo 20 de enero el presidente electo estadounidense Donald J. Trump empezará a instrumentar su agenda.
¿Cómo piensa concretar sus promesas? ¿Sus planes tienen sentido? De no ser así, ¿qué debería hacer? Por último, dadas las realidades políticas de Washington, ¿qué es lo más probable que pase? Este artículo forma parte de una serie de editoriales que busca responder esas preguntas.
Lo que dice que hará: Trump dijo que construirá un muro "impenetrable" en la frontera sur para frenar la inmigración ilegal. También ha dicho que abandonaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que impondrá aranceles de 35 por ciento a los productos mexicanos que ingresen a los Estados Unidos a los efectos de reducir el déficit comercial con México e impedir que las fábricas estadounidenses se trasladen al sur.
¿Tiene sentido? Es probable que la actitud inflexible de Trump respecto de México resulte contraproducente en ambos frentes.
Su muro sería un despilfarro en términos de dinero y de tiempo que afectaría la cooperación con México en todos los planos, desde la lucha contra el terrorismo hasta el medio ambiente.
Amenazar con retirarse del TLCAN a menos que se renegocie es menos polémico –Barack Obama dijo lo mismo en su campaña de 2008-, pero la autoridad de Trump para imponer aranceles de 35 por ciento es cuestionable.
Por otra parte, incluso si superara los obstáculos legales, hacerlo afectaría a los consumidores estadounidenses y a los casi 5 millones de estadounidenses cuyo empleo depende del medio billón de dólares de comercio bilateral anual.
Lo que debería hacer: Si quiere reducir la población inmigrante ilegal –casi la mitad de la cual consiste en personas cuyo visado caducó, no en inmigrantes que atravesaron la frontera de forma ilegal-, Trump debe invertir en exigir a los empleadores que usen el sistema E-Verify para el análisis de los empleados legales e instalar un muy esperado sistema biométrico de entrada/salida.
Aún le quedaría mucho por hacer para fortalecer la frontera existente, entre otras cosas nueva infraestructura que acelere el comercio y los viajes legítimos.
Revaluar el TLCAN, por supuesto (tanto México como Canadá están abiertos a "analizar" el acuerdo). Endurecer las normas laborales y medioambientales –como propuso Obama- sería útil para los trabajadores a ambos lados de la frontera.
Por otra parte, el tratado no abarcó energía, propiedad intelectual ni nuevos temas como el comercio digital y la ciberseguridad. Pero hay que olvidarse de los aranceles punitivos. Ambas partes saldrían perdiendo de una guerra comercial.
El resultado más probable: Trump podría tener que construir por lo menos una pequeña parte de su muro, aunque sólo sea para las cámaras. Hasta los republicanos de la Cámara de Representantes sugieren que dé marcha atrás con sus planes. Es probable que también retroceda en lo relativo a sus amenazas de abandonar el TLCAN, pero dará un fuerte impulso a su renegociación.
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