Istvan Kapitany es un experto en negocios, un húngaro corpulento de unos 100 kilos que gusta de jugar tenis y leer libros de historia acompañado de sus dos perros pastores alemanes. Acumula casi 30 años de trabajar para Shell en donde hoy encabeza el negocio de venta de gasolina y tiendas de conveniencia.
La semana pasada confesó a EL FINANCIERO que ya estudiaron a México y que analizan seriamente traer sus gasolineras y que revisan si hay infraestructura para importar combustibles, porque no contemplan refinar aquí. ¿Venderían litros de a litro? Fue la primera duda planteada:
"Te daré un ejemplo, este año en Estados Unidos le retiramos la marca a 140 estaciones de servicio porque no satisfacían los estándares.
Gracias a estos procesos veíamos que continuamente se quedaban rezagadas respecto al estándar de la marca, y decidimos retirarles la marca", en ánimo de mostrar su nivel de reputación respondió Kapitany, vicepresidente global de la europea Shell Retail, división que agrupa 44 mil estaciones de servicio en 70 países, la red más grande del mundo que presume de dar empleo a 500 mil personas.
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Directa, a su lado, la mexicana Ginn Carreón, vicepresidenta de relaciones institucionales de la compañía, agrega:
"Lo que vemos en México es que los consumidores quieren confianza, una marca en la que puedan confiar, quieren un litro si pagan un litro, quieren buen servicio y quieren opciones. La investigación muestra que los clientes están dispuestos incluso a pagar más por una buena experiencia".
En verdad vieron a los mexicanos en Shell. Lo hicieron a través del estudio llamado "Shell Global Retail Thought Leadership: Beyond the Five Minute Economy, Mexico Report", una encuesta nacional terminada este año en la que preguntaron a más de mil personas sobre sus preferencias en sus compras.
"En conclusión diría que nos encantaría estar en este país. Llevo en este negocio 29 años, México es una gran oportunidad, un gran mercado, lo estamos considerando seriamente, y si las cosas se presentan propicias, con suerte hablaremos de eso.
"Luego me dirás si estamos a la altura de las expectativas que generamos", retó Kapitany. A decir de los directivos de la empresa, muy probablemente la gasolina que venderían en sus posibles bombas mexicanas sería importada.
Un punto de suministro potencial se encuentra justo del otro lado del Río Bravo, en Houston. Se llama Deer Park, refinería cuya propiedad de esta empresa, de origen holandés e inglés, comparte con Pemex.
"Trabajaríamos con distintas opciones, y Deer Park es una de las opciones", reveló Kapitany.
"Diría en términos generales que actual y globalmente no estamos planeando invertir en refinerías", añadió.
¿Cuenta México con lo necesario para importar gasolina o nos falta infraestructura?, se le preguntó.
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“Lo estamos estudiando. Somos muy cuidadosos al evaluar y analizar el mercado antes de entrar y estamos a la mitad de ese análisis, por lo que no puedo comentar sobre ello. Pero cuando entramos, sólo entramos si creemos que la cadena de suministro es robusta”, advirtió el líder de Shell Retail.
La aplicación de la ley en México es algo que preocupa a esta empresa global, no necesariamente desde el punto de vista del respeto a contratos, sino de la seguridad misma de sus potenciales clientes.
"Construimos las estaciones de servicio de modo que estén muy bien iluminadas y sean áreas muy seguras para los consumidores", destacó Kapitany.
Hay lugares, por supuesto, en donde hay desafíos, pero tenemos 100 años de experiencia en este tema, operamos en países como Sudáfrica donde partes del país son complicadas, pero tenemos mucha experiencia
Shell no sólo quiere traer gasolineras a México. El negocio de vender gasolina representa globalmente el 85 por ciento en sus estaciones globales frente a un 15 por ciento de alimentos y productos de tiendas de conveniencia.
Sin embargo, la venta de combustibles puede llegar a ser complementario en algunos países en los que la venta de alimentos puede resultar la principal vía de ingresos:
"En Reino Unido y en Alemania la proporción sería de 35-65 por ciento, 65 por ciento el combustible y 35 por ciento las tiendas".
"En Estados Unidos, si tienes una tienda de conveniencia surtida y grande, de las que tenemos muchas, sería 60 por ciento la tienda y 40 por ciento el combustible", detalló Kapitany.
En México exploran asociaciones que permitan ofrecer una nueva categoría de servicios similares a los de sus estaciones inglesas Shell Select, que venden productos gourmet. "Consideramos todo cuando entramos a un mercado. Y también ajustamos nuestra oferta a las necesidades locales", explicó.
Sólo vendan litros de a litro y les irá bien aquí, se le propuso.
"¡Y en todas partes! Para ser honestos, nos asombra un poco eso a pesar de que somos realistas y nada ingenuos", dijo Kapitany.