Cuando se trata de nuevos mundos que Apple pueda conquistar, uno apenas imaginaría un mercado menos adecuado a su poderío que los pagos móviles. Pero como indicación de la clase de habilidades que tendrá que dominar conforme el iPhone extiende su influencia a más áreas de la vida personal, será una prueba muy reveladora.
Se espera la próxima semana el anuncio de la incursión de Apple en el sector de los pagos, como parte del lanzamiento de su producto más esperado desde la muerte de su cofundador Steve Jobs hace casi tres años. Para una compañía que se siente más a gusto develando un elemento de hardware o servicio conectado sobre el que tiene control total, éste es un territorio nuevo.
Es cierto que los datos de las tarjetas de crédito de alrededor de 800 millones de usuarios de iTunes y App Store que posee le dan un formidable punto de partida. Pero hay que considerar los obstáculos que tiene que superar. Tendrá que unirse a una compleja ecología de compañías de pagos, comerciantes y operadores de telefonía móvil, todos los cuales tienen motivos para ponerse nerviosos por la invasión de un voraz gigante de la tecnología como Apple.
También hay un serio problema del "huevo o la gallina" cuando se trata de infraestructura. Fuera de Europa, la tecnología elegida por Apple – las comunicaciones de campo cercano (NFC) – está lejos de ser generalizada. Los minoristas no tendrán un incentivo para instalar lectores NFC en sus cajas registradoras hasta que haya suficientes compradores que quieran usar sus teléfonos para pagar, y los compradores no tendrán ninguna razón para hacerlo hasta que los lectores estén en su lugar.
Y ahí está el mayor reto de todos: cómo hacer que los compradores cambien su comportamiento cuando por lo general parecen bastante felices deslizando una tarjeta de plástico. Apple, más que cualquier otra compañía de tecnología de consumo, se ha abstenido de introducir la tecnología sólo por gusto. Su habitual vacilación por entrar a los mercados es una manifestación elocuente de su punto de vista de que no sólo porque se puede, se debe.
El lento comienzo de otros sistemas de "billetera móvil" y los sistemas de pago sin contacto que utilizan los teléfonos inteligentes muestra la sabiduría de esa paciencia. Hace tres años, el intento de Google de adelantarse con su propio servicio de pago sin contacto vinculado a una billetera móvil fracasó.
Es difícil ver por qué ahora es un momento más oportuno. Pasar las tarjetas por un lector en lugar de deslizarlas puede ser algo a lo que los pasajeros se han acostumbrado a hacer en los sistemas de transporte público, pero no es un hábito que se esté volviendo convencional con los teléfonos. Apple podría estar esperando a aprovechar una oleada de actualizaciones de hardware que se espera en EEUU conforme los comerciantes migran hacia nuevas terminales de chip y PIN, aunque esto aún tomará mucho tiempo en introducirse.
En este contexto, la llegada de los pagos mediante iPhone será una prueba interesante de la capacidad de Apple para jugar un nuevo tipo de juego. Es probable que lo aparatoso del evento de la próxima semana se reserve para el nuevo hardware, como un iPhone de pantalla grande y el primer dispositivo de Apple diseñado para ser usado en la muñeca.
Pero eso no debe distraer la atención de la gran interrogante que se cierne sobre el iPhone, que está a punto de superar la casi impensable cifra de 100 mil millones de dólares en ventas anuales: si Apple puede aprovechar la oportunidad para arraigarlo aún más profundamente en las más esenciales actividades cotidianas de sus usuarios.
La clave para esto será unirlo a otros servicios y piezas de hardware de forma fluida y muy segura. Manejar pagos también plantea la importante cuestión de la seguridad. Apple ha utilizado conscientemente la mayor incidencia de fallas de seguridad en el Android de Google para mostrarse como la plataforma móvil más segura. Por lo tanto, es altamente inconveniente que el lanzamiento de la próxima semana llegue bajo la sombra de las historias sobre las cuentas de celebridades que utilizan iPhones fueron infiltradas ilegalmente.
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