"Los dos bandos son como trenes de alta velocidad aproximándose el uno al otro sin que ninguno de los dos esté dispuesto a ceder la vía". Así fue como Wang Yi, el ministro chino de Relaciones Exteriores, describió la tensión entre EU y Corea del Norte. El hecho de que los conductores de los dos trenes sean Kim Jong-un y Donald Trump no tranquilizará a quienes sean de naturaleza nerviosa.
El fin de semana pasado, el 'tren' estadounidense señaló un cambio de rumbo cuando Rex Tillerson anunció que la era de la "paciencia estratégica" de EU en relación con Corea del Norte había terminado. El secretario de Estado estadounidense hizo hincapié en que EU está considerando todas las opciones, incluyendo los ataques militares.
La declaración de Tillerson refleja un consenso bipartidista en EU con respecto a que se deben detener las ambiciones nucleares de Corea del Norte. Es ampliamente aceptado que el régimen de Kim Jong-un se está acercando al desarrollo de un misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés) que pudiera amenazar la costa oeste de EU.
En Washington existe una opinión generalizada de que ningún presidente podría tolerar tal situación. La implicación de la declaración de Tillerson es que si EU no puede detener a Corea del Norte a través de presiones diplomáticas ni económicas, tendrá que tomar medidas militares.
Pero la idea de bombardear el programa nuclear norcoreano es una peligrosa insensatez. Durante los últimos 20 años, EU ha repetidamente considerado la idea y repetidamente la ha rechazado, por buenas razones.
Los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte están muy dispersos, incluyendo bajo tierra y bajo agua. Es improbable que se pueda destruir todo el programa en una sola ola de ataques, lo cual inmediatamente aumentaría la posibilidad de una represalia nuclear.
Incluso si EU milagrosamente fuera capaz de arrasar con todo el programa nuclear de una sola vez, los norcoreanos todavía cuentan con una formidable artillería convencional. Ellos pudieran lanzar devastadores bombardeos dirigidos a Seúl, la capital de Corea del Sur, una ciudad de 10 millones de habitantes a 55 kilómetros de la frontera de Corea del Norte. Japón también sería vulnerable a los ataques con misiles, al igual que lo serían las bases estadounidenses en la región.
Por esa razón, es poco probable que EU cuente con el apoyo de sus principales aliados asiáticos si realiza un ataque preventivo contra Corea del Norte. Tokio y Seúl saben que una guerra en la península de Corea pudiera costar más de un millón de vidas. También pudiera involucrar a China, el cual es tanto un vecino fronterizo como un aliado formal de Corea del Norte. Vale la pena recordar que la última vez que las tropas estadounidenses y las chinas combatieron entre sí fue en la península coreana durante la década de 1950.
Por lo tanto, es necesario objetar la idea de que EU "no puede tolerar" un ICBM nuclear norcoreano. Desde la década de 1960, EU ha vivido con el conocimiento de que Rusia tiene misiles nucleares que pudieran aniquilar la mayor parte del país. En la actualidad, EEUU y sus aliados tienen que vivir con el conocimiento de que Pakistán — un país que es la base de algunos de los movimientos islamistas más peligrosos del mundo — está produciendo armas nucleares.
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