En un sofisticado video, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dispara una salva de apertura de lo que muchos creen pudiera convertirse en uno de los intentos de resurgimiento político más notables del país.
El carismático líder del izquierdista Partido de los Trabajadores, o PT, promociona sus ocho años en el poder entre 2003 y 2010, cuando la economía de Brasil era una de las de más rápido crecimiento del mundo, y ataca al actual gobierno conservador del presidente Michel Temer.
"Quieren eliminar los derechos de los trabajadores y hacer que la jubilación sea más difícil", dice Lula da Silva en el video publicado la semana pasada.
Aunque las próximas elecciones no se llevarán a cabo en más de un año, el regreso del populista Lula da Silva representa un nuevo dolor de cabeza para Temer en un momento en el que ya está luchando por lograr la aprobación de una crucial reforma de las pensiones y tambaleándose por una investigación de corrupción cada vez más amplia.
La coalición gobernante del Temer alcanzó el poder el año pasado debido a la destitución de Dilma Rousseff, la sucesora específicamente seleccionada por Lula da Silva. Pero ahora, tanto la supervivencia política del gobierno de Temer como la recuperación de la peor recesión en la historia de la mayor economía latinoamericana dependen de la reforma de las pensiones.
La investigación sobre irregularidades en la petrolera estatal Petrobras se ahondó este mes con la autorización por parte del Supremo Tribunal de 74 investigaciones de políticos, incluyendo a ocho ministros, y de la publicación de cientos de horas de testimonios en vídeo.
El testimonio de ejecutivos corruptos de la mayor compañía constructora de Brasil, Odebrecht, ha alegado que los políticos aceptaron sobornos a cambio de ayudar a la compañía a amañar contratos y reglamentos.
Incluida en la nueva evidencia se encuentra un recuento de una reunión presidida por Temer, en la cual su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) supuestamente le solicitó a Odebrecht 40 millones de dólares en sobornos. El Sr. Temer ha negado vehemente las acusaciones.
Lula da Silva, un exdirigente sindical de los trabajadores metalúrgicos, también aparece nombrado en la nueva evidencia como habiendo aceptado sobornos. Gran parte de la corrupción en Petrobras tuvo lugar bajo su dirección y la de Rousseff. Pero él rechaza los cargos como una campaña de desprestigio diseñada para evitar que él se presente como candidato en las elecciones del próximo año.
Su caso está siendo juzgado por el severo juez de un tribunal inferior que maneja el caso de Petrobras, Sérgio Moro. Si se le condena, y tal decisión es confirmada por un tribunal superior, el Sr. Lula da Silva no podría presentarse durante las elecciones del próximo año según la ley brasileña.
"El principal obstáculo para una candidatura de Lula es una condena en apelación", dijo el Prof. Marco Antonio Teixeira, analista político de la Fundação Getúlio Vargas, una institución académica.
Según los analistas, aparte de las acusaciones de corrupción, los votantes tampoco podrían perdonar al Sr. Lula da Silva por haber seleccionado a Dilma Rousseff. Destituida el año pasado por manipular el presupuesto, ella condujo a Brasil a una severa recesión.
Sin embargo, a pesar de estos factores, una reciente encuesta de CNT/MDA mostró que Lula da Silva ganaría una elección si se llevara a cabo actualmente. Él terminó su mandato en 2010 con una calificación de aprobación del 83 por ciento después de un prolongado auge durante el que la clase media de Brasil creció para llegar a constituir la mitad de la población.
Pero Lula da también pudiera enfrentarse a unos formidables nuevos competidores, como João Doria, un empresario y político "fuereño" quien fue elegido como alcalde de São Paulo el año pasado.
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Financial Times