Quienquiera que haya dicho que lo personal es político no estaba pensando en Donald Trump. Solamente la semana pasada, el presidente estadounidense reprochó a una cadena de tiendas por haber cancelado la línea de productos de la marca de su hija; entonces la asesora de la Casa Blanca, Kellyanne Conway, les aconsejó a los televidentes que salieran a comprar los productos de Ivanka Trump. Mientras tanto, la primera dama, Melania Trump, está demandando a un periódico alegando que su difamación arruinó una oportunidad "única" para ganar dinero. Ningún presidente estadounidense en la historia ha desatado tantos conflictos de interés y estos sólo tienen que ver con su familia.
La habilidad de Trump para beneficiarse personalmente de la presidencia es inmensa. Cada vez que escribe un tuit en contra de una compañía, su valor en la bolsa baja brevemente. Con un minuto de anticipación, un operador avispado podría monetizar el daño con una venta en corto. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC, pos sus siglas en inglés) está a cargo del cumplimiento de las leyes de tráfico de información privilegiada; y Trump espera que su próximo director sea Jay Clayton, un abogado de Wall Street. Si se analiza estrictamente, Trump ya ha violado la cláusula de emolumentos de la constitución, la cual prohíbe que los funcionarios en ejercicio acepten regalos de gobiernos extranjeros. Cada vez que una embajada alquila el salón de baile del Trump International Hotel, las ganancias acaban en el bolsillo de Trump. Los conflictos son evaluados por la Administración de Servicios Generales cuyo director será elegido por Trump.
Sin embargo, las cortes estadounidenses seguramente no van a procesar las demandas en contra de Trump, ya que un demandante necesita demostrar que ha sufrido daños. Es difícil probar como alguien pudo haber sufrido daños personales por las altas tasas de ocupación de Trump Hotel o la prosperidad de sus campos de golf. Muchos de los conflictos potenciales de Trump no son claros ya que ha rehusado revelar sus declaraciones de impuestos. No debemos esperar que el sistema judicial enjuicie a Trump, a menos que acepte un soborno del extranjero. Hay que esperar mucho menos del Congreso. Los colegas republicanos de Trump van a ser los últimos en investigar sus intereses comerciales, sin mencionar destituirlo. Es ilusorio esperar que el sistema vaya a derrocarlo.
Pero el daño a la democracia estadounidense — y su reputación a nivel mundial — es incalculable. Aquellos que desean influenciar al 45° presidente de EU saben que el mejor camino es a través de su familia, especialmente Ivanka Trump y Jared Kushner. China ya ha invertido capital diplomático cortejando a la primera hija y a su esposo, quien es considerado como el consejero más cercano del presidente. La presencia de Ivanka en las celebraciones del año nuevo chino en la embajada de China puede haber jugado un papel importante en el subsecuente endoso de la política "Una Sola China" de Beijing por parte de Trump unos días después.
¿Pero qué precio pagará EU? A pesar de que no ha violado abiertamente la ley, el daño a la reputación del país es significativo. La insistencia de Trump en que las leyes de conflicto de interés no se aplican en su caso, le roba a EU la posibilidad de acusar a otros países de ignorar el Estado de derecho. No importa cuáles sean sus motivos, él no está por encima de sospecha. Los críticos del "veto de viaje musulmán" señalan que ha dejado fuera a países como Arabia Saudita donde Trump Inc. tiene intereses comerciales. ¿Cuántas ganancias obtendrá Trump Inc. del gran plan de infraestructura de la Casa Blanca? ¿Qué beneficios recibirán los magnates con propiedades en Nueva York de su recorte de impuestos? ¿Cuántas líneas de productos lanzará la compañía de Ivanka Trump en China? Será imposible calmar las sospechas de transacciones en beneficio propio.
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Financial Times