"Las perspectivas económicas mundiales favorables -particularmente un fuerte impulso en la eurozona y en los mercados emergentes liderados por China e India- continúan sirviendo como una base sólida para la estabilidad financiera global".
Esta declaración abrió el Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR, por sus siglas en inglés) de abril de 2007 del Fondo Monetario Internacional (FMI). Dado que este benigno punto de vista fue publicado en vísperas de la crisis financiera más devastadora en casi ocho décadas, tiene que considerarse, en retrospectiva, como un espectacular error de juicio.
El Fondo está decidido a no cometerlo de nuevo. La pregunta es si las preocupaciones que proclama en su más reciente Informe sobre ese tema están adecuadamente evaluadas o si son alarmistas. De igual importancia, ¿cuáles pudieran ser las implicaciones, particularmente para la política, de sus preocupaciones?
El argumento subyacente del informe es que "los riesgos a corto plazo de la estabilidad financiera continúan disminuyendo", pero "las vulnerabilidades a mediano plazo están aumentando".
El retorno del crecimiento económico global, combinado con unas cómodas condiciones monetarias y financieras, junto con una inflación lenta, fortalecen el deseo de los inversionistas de obtener rendimiento y el apetito por el riesgo. Con las primas de riesgo de mercado y de crédito a los niveles más bajos observados en décadas, las valoraciones de los activos son vulnerables a una "descompresión" de las primas de riesgo o, en términos claros, una crisis.
Tal y como lo señala el informe, los choques al crédito y a los mercados financieros dentro del rango histórico pudieran representar un enorme impacto negativo en la economía mundial: "Una corrección brusca de las primas de riesgo comprimidas, caídas en los precios de los activos y aumentos en la volatilidad conducirían a una recesión financiera mundial". Muchos sostienen que la maniobra de política monetaria será limitada. El resultado pudiera ser una recesión mundial menos profunda, pero aún más inabordable que la de 2009.
Tales análisis exponen las preocupaciones. Esto es útil: mientras más preocupadas estén las personas, más seguro será el sistema. Sin embargo, también es esencial desentrañar las implicaciones de la fragilidad que el Fondo describe tan claramente.
No debiéramos concluir que los bancos centrales deban abandonar la prioridad de estabilizar la economía a favor del objetivo posiblemente conflictivo de estabilizar el sistema financiero. Una razón es que la política monetaria es un instrumento poco adecuado para lograr lo último.
Financial Times