Los acreedores de Argentina han recurrido a medidas extraordinarias en los últimos años en sus intentos por extraer pagos del país sudamericano, desde detener un velero de 103 metros de largo hasta embargar su avión presidencial. Ahora sus amenazas se han hecho realidad.
Tras la decisión de la Corte Suprema de EU de no escuchar el caso de Argentina a principios de este año, el país se ha quedado con una opción: pagar más de mil millones de dólares más intereses a sus acreedores "holdout", encabezados por Elliott Management, o cesar los pagos de todos los bonos y caer en incumplimiento.
Al tocar la medianoche del 30 de julio, Argentina cayó en incumplimiento.
Sin embargo, a pesar de la declaración oficial, muchas cosas continúan igual. La presidenta de Argentina sigue con su teatro, llamando a los compradores de su deuda 'buitres' que buscan ganancias sin merecerlas e insistiendo en que el país no está realmente en mora.
El mercado de valores de Argentina ha bajado y los costos de endeudamiento del país han aumentado, pero siguen por debajo de los niveles alcanzados en 2013 cuando tomó lugar una venta generalizada de los países emergentes. Por otra parte, los analistas parecen estar convencidos de que algún tipo de resolución todavía puede lograrse entre los inversionistas y el gobierno.
Los acreedores "holdout", o "fondos buitre", se llaman así porque compran la deuda de los países que ya se encuentran en dificultades financieras a significativos descuentos y después negocian un acuerdo.
Elliott Management, fundado por Paul Singer a finales de los años setenta, ha llamado la atención por su enfoque agresivo y legalista con respecto a las inversiones, personificado por su voluntad de hostigar a los gobiernos soberanos acerca de sus deudas pendientes.
A pesar de que demandar a los gobiernos del tercer mundo constituye una parte relativamente pequeña de la cartera del fondo de cobertura de 25 mil millones de dólares, esa actividad, que ha incluido campañas contra Perú, Vietnam y la República del Congo, les ha generado a los inversionistas del Sr. Singer grandes cantidades de dinero.
Una transacción clásica de Elliott sucedió en 1997, cuando compró hasta 20 millones de dólares de préstamos en dificultades, respaldados por el gobierno del Perú, rechazando las condiciones de la reestructuración de su deuda e insistiendo en un reembolso completo. En 2000, Elliott ganó un dictamen en el que Perú debía pagar 56 millones de dólares, junto con un monto en efectivo que Perú iba a utilizar para pagar los intereses de sus reestructurados "bonos Brady". Para evitar el incumplimiento, Perú pagó y el Sr. Singer más que duplicó su inversión.
Semejantes tácticas han también atraído el oprobio de los críticos, quienes argumentan que Elliott se dedica a chantajear a países del tercer mundo y que, al ganar, ese dinero que podría ser utilizado para el desarrollo termina siendo utilizado para cancelar deudas.
Antes de Argentina estaba Grecia, donde inversionistas con más de 6 mil millones de euros en bonos se opusieron a un acuerdo de reestructuración. Antes de Grecia estaba Ecuador, que compró bonos de sus acreedores "holdout" a precios más altos que los que había ofrecido a los inversionistas que aceptaron la primera recompra de acciones.
La inversión en la deuda soberana en dificultades es una actividad especializada. Los pagos pueden tardar años en materializarse, y los inversionistas no pueden negociar fácilmente sus tenencias ilíquidas en el ínterin.
Charles Blitzer, un exfuncionario del FMI, dice que el objetivo de estos tipos de acreedores no es el echar por tierra acuerdos de reestructuración de deuda.
Siempre habrá quienes se opongan a cualquier trato, y siempre serán una minoría. Sin embargo, la victoria de los inversionistas en su lucha contra Argentina en los tribunales de EU podría, se teme, darles a los acreedores menos incentivos para aceptar ofertas de reestructuración en el futuro.
La Asociación Internacional de Mercado de Capitales ha sugerido que se vuelvan a redactar los contratos de deuda soberana a fin de que todos los inversionistas se vean obligados a tomar parte en acuerdos de reestructuración si la mayoría está de acuerdo con los términos. Pero, como un banquero señaló, eso no evitará que los fondos de cobertura compren una cantidad importante y eviten una negociación exitosa.
Los defensores del Sr. Singer argumentan que él está beneficiando a los gobiernos bien gestionados y honestos al forzar a aquellos que han incumplido a pagar.
Lejos de preocuparse por el incumplimiento de Argentina, la mayoría de los observadores parecen todavía apostar a que Elliott se saldrá con la suya por lo menos en ciertos aspectos.
Dan Loeb, un gestor de fondos de cobertura con sede en Nueva York y amigo del Sr. Singer, dijo a los inversionistas en su fondo Third Point el mes pasado que había empezado a comprar participaciones en empresas argentinas, tales como el grupo petrolero YPF en previsión de que la batalla con Elliott pronto se arreglaría.
"Creemos que los acreedores "holdout" y el gobierno finalmente llegarán a un acuerdo antes del fin de año", escribió el Sr. Loeb. "Esperamos descubrir nuevas oportunidades de inversión en Argentina a medida que emerja de esta situación".
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