La caída de los precios de las acciones de las compañías estadounidenses de petróleo y gas en los últimos días ha puesto de manifiesto un factor que puede ser decisivo en la inminente guerra de precios del crudo: la confianza de los inversionistas.
El lunes, las acciones de Goodrich Petroleum, un pequeño productor de petróleo y gas, cayeron 30 por ciento, siendo la baja más espectacular del día. Las grandes empresas se vieron afectadas también: Continental Resources perdió 5.1 por ciento; Hess 5.8 por ciento y EOG Resources 6.8 por ciento. La mayoría de ellas se recuperaron un poco en la mañana del martes, y Goodrich subió más del 7 por ciento, pero todas estaban por debajo de los niveles a los que habían comenzado la semana.
La aparente inclinación de Arabia Saudita a permitir que los precios del crudo bajen para dañar a sus competidores pondrá a prueba el apoyo de los mercados de capital a los productores estadounidenses. Se perfila como la más dura prueba de la industria norteamericana desde que la revolución del esquisto comenzó a revivir la producción estadounidense de petróleo en 2009.
Bob McNally, un ex funcionario de la Casa Blanca y ahora jefe de Rapidan Group, una consultoría con sede en Washington, sostiene que en lugar de frenar la producción para apoyar los precios del petróleo en $100 por barril, Arabia Saudita puede darse el lujo de dejarlos caer por un tiempo. "Comentarios recientes de funcionarios saudíes dejaron entrever que si alguien tiene que disminuir la producción, son los estadounidenses", añade el Sr. McNally.
Un cálculo aproximado indica que Arabia Saudita perdería sólo una fracción – entre $10 mil y $20 mil millones – de sus casi $750 mil millones en reservas de divisas si permitiera que los precios del petróleo bajaran hasta $80 por barril durante un año, dice.
Al comercializarse internacionalmente el crudo Brent por debajo de $88 por barril – el precio más bajo en cuatro años – y encontrarse el marcador estadounidense West Texas Intermediate por debajo de $85, contra el nivel de más de $107 en que se encontraba en junio, la mayor parte de la producción de esquisto estadounidense sigue siendo rentable, según los analistas.
La consultoría Wood Mackenzie estima que la mayor parte de la producción estadounidense de gas shale alcanzará el límite de rentabilidad en $75. Si los precios siguen cayendo, la presión sobre la industria va a crecer. Las compañías de petróleo y gas más pequeñas y medianas que encabezaron la revolución de esquisto han estado operando con un déficit de flujo de efectivo durante años. El gasto de capital ha superado los flujos de efectivo de operación de las empresas.
La fuerte caída en la producción de los pozos de esquisto – que puede caer un 60 por ciento o más en el primer año – hace necesario que las compañías sigan taladrando simplemente para mantener su producción, y ni pensar en incrementarla. Si se agotan los fondos para perforación, entonces la producción caerá rápidamente y el auge del petróleo estadounidense se irá a la ruina.
Muchos productores utilizan derivados para protegerse contra el riesgo de la caída de los precios. Por ejemplo, Pioneer Natural Resources informó en agosto que había comprado opciones para vender 54,000 barriles de petróleo por día en 2016 – aproximadamente el 65 por ciento de su producción de petróleo en 2014 – con un precio piso promedio de $85.83 por barril.
Philip Verleger, economista especializado en energía, argumenta que el uso de futuros y "swaps" hicieron posible el auge del gas shale estadounidense, debido a que las empresas más pequeñas que encabezaron la revolución fueron capaces de asegurar el financiamiento sólo porque se habían cubierto contra el riesgo del precio de los productos básicos.
Sin embargo, la venta de petróleo a esos pisos significaría ingresos aún más bajos que a los precios vigentes a principios de este año, y las empresas no están cubiertas para siempre. Si la caída de los precios continúa por más de un año, entonces la situación empeorará.
Si el petróleo hubiera permanecido a $100 por barril, todos los principales productores de gas shale habrían sido capaces de cubrir el gasto de capital utilizando el flujo de efectivo en dos o tres años, según Phani Gadde, analista de Wood Mackenzie. Por debajo de $90, entre el 30 y el 60 por ciento de estos productores gastarán más que sus flujos de efectivo. Para poder continuar las perforaciones, las empresas estadounidenses de gas shale tendrán que ser capaces de convencer a los inversionistas de que vale la pena aportar más deuda y capital propio a la industria.
Verleger cree que la economía del gas shale estadounidense continuará siendo relativamente atractiva. Los productores que corren más riesgo, según él, serán algunos de los miembros de la OPEP, el cartel de productores de petróleo, como Venezuela y las arenas petrolíferas del oeste de Canadá.
Statoil, la compañía de energía controlada por el gobierno noruego, dijo el mes pasado que estaba poniendo en espera un proyecto de arenas petrolíferas en Canadá durante al menos tres años, porque los crecientes costos le habían restado atractivo a su perspectiva económica, especialmente teniendo en cuenta la capacidad limitada del gasoducto para transportar el petróleo de la región.
Si los precios más bajos ahora detienen parte de la producción futura en Canadá y posiblemente en otros países, incluyendo EEUU, se podrían elevar los precios a largo plazo, y con respecto a Arabia Saudita cualquier sufrimiento a corto plazo podría valer la pena en el futuro. Sin embargo, Paul Sankey, analista de Wolfe Research, advierte que es difícil de evaluar con precisión el efecto de estos movimientos de precios. "El riesgo para los sauditas es que se excedan, y terminen del otro lado con el petróleo a $150 por barril".
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