La epidemia del ébola que azota África occidental ha puesto de manifiesto no sólo el terrible estado de la infraestructura de salud pública de la región, sino también la baja prioridad dada a nivel mundial al desarrollo de tratamientos para enfermedades tropicales. A seis meses del inicio del brote, la cifra oficial de muertos es de más de mil y va en aumento rápidamente, y los estimados no oficiales son muy superiores; sólo ahora las autoridades de salud pública están empezando a evaluar la cartera de medicamentos que podrían estar disponibles para tratar o prevenir la infección.
El aspecto más llamativo de esta cartera es cuántos candidatos experimentales existen; se han desarrollado al menos 15 medicamentos contra el ébola y una docena de vacunas hasta las etapas de pruebas preclínicas (en animales). Científicamente, el ébola es un blanco más fácil que los virus como el VIH y la gripe, ya que no muta tan rápidamente. Sin embargo, desafortunadamente ninguno de los candidatos ha sido sometido al proceso mucho más caro de ensayos clínicos para evaluar su seguridad y eficacia contra el ébola.
El gobierno de EU ha sido el principal financiador de la investigación hasta el momento –más como medida de precaución en caso de que los bioterroristas utilicen el ébola como arma que como compromiso con la salud de África. Se necesita una asociación mundial entre los gobiernos, las organizaciones benéficas y la industria farmacéutica para someter a los candidatos más prometedores al desarrollo clínico.
Estos podrían no llegar a tiempo para la epidemia actual, pero podrían ser almacenados para futuros brotes, que los expertos dicen que seguramente ocurrirán. Al igual que con los nuevos antibióticos que se necesitan urgentemente para hacer frente a la resistencia microbiana, hay poca justificación financiera para las compañías que desarrollan este tipo de medicamentos sin algún tipo de compromiso de compra por adelantado u otro incentivo comercial del sector público.
Pero el problema inmediato es quién debe tener acceso a los suministros extremadamente limitados de medicamentos experimentales que probablemente estarán disponibles en las próximas semanas. La Organización Mundial de la Salud celebró una reunión el lunes en la que los científicos y los eticistas acordaron por unanimidad que los nuevos medicamentos no probados se les podrían suministrar a los pacientes con ébola bajo ciertas condiciones, tales como el consentimiento informado y la transparencia sobre el resultado del tratamiento. Aunque fue una decisión bien recibida, la OMS lamentablemente fracasó en combinarla con consejos sobre quién debe recibir los medicamentos disponibles.
Hay un argumento abrumador a favor de suministrárselos primero a los trabajadores de la salud. Los médicos y las enfermeras necesitan todo el apoyo que puedan obtener para combatir la enfermedad y ayudar a pacientes en condiciones espantosas. Ellos deberían recibir todos los incentivos, desde el pronto pago de sus salarios hasta el acceso prioritario a los medicamentos. Se logrará controlar la epidemia con mayor rapidez si las personas que piensan que pueden estar infectadas saben que pueden acudir a un hospital con personal adecuado, en lugar de esconderse en su casa, o en el monte, donde tienen más probabilidades de transmitir la enfermedad. Aunque los pacientes no reciban fármacos específicos anti-ébola, tienen más posibilidades de sobrevivir con una atención hospitalaria que garantice que estén bien hidratados y lo más cómodos posible.
El virus del ébola es uno de los más terribles gérmenes conocidos por la humanidad, en cuanto a su letalidad y a la manera horrible en la que mata, pero no se debe considerar un súper germen invencible. Su biología y genética son bien conocidas después de casi 40 años de estudios científicos, y se han detenido alrededor de 40 brotes anteriores en el centro de África. Aunque la epidemia actual es la más grande y más compleja registrada –y, no lo olvidemos, por mucho la más devastadora en sus efectos sobre las comunidades afectadas– también puede ser vencida a través de una combinación de control de la infección, localización de contactos y solidaridad local. Cierto, un suministro de medicamentos seguros y eficaces ayudaría enormemente, y con suficiente voluntad política deberíamos tenerlo a tiempo para la próxima epidemia del ébola, pero no es la clave para la victoria.
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