Le tomó aproximadamente 24 horas a cada una de las primeras damas estadounidenses -cuatro precedentes y la actual, Melania Trump- para reprochar la política de la administración de separar a las familias migrantes en la frontera con México. Sin embargo, en el podio de la sala de prensa de la Casa Blanca, Kirstjen Nielsen, estaba pasando un mal rato.
Durante días, la secretaria de Seguridad Nacional de EU y otros miembros del equipo del presidente Donald Trump han tenido dificultades para expresar una explicación coherente de por qué los niños pequeños estaban siendo separados de sus padres, sobre todo Nielsen.
Después de declarar durante el fin de semana que la administración no tenía la política de dividir a las familias, cambió de rumbo el lunes, y dijo que sí era de hecho su política, pero sugirió falsamente que sólo el Congreso podría revocarla.
Al ser cuestionada por un periodista sobre si la política equivalía a abuso infantil, Nielsen le pidió que fuera más específico.
El lunes, ProPublica publicó un clip de sonido, presuntamente de un centro de detención, en el que se escucha a un coro de niños llorando por sus padres.
Los medios de comunicación estadounidenses informaron que los padres han sido enviados de regreso a su país de origen, mientras que sus hijos permanecen en los refugios. Los abogados de inmigración han estado intentando frenéticamente volver a conectar a las madres con sus hijos, algunos de los cuales casi no tienen edad suficiente para hablar.
Nielsen no pudo dar una respuesta directa sobre por qué a los periodistas se les había concedido acceso a refugios para niños pequeños, pero no se les había dado ninguna información sobre el paradero de las niñas pequeñas y los infantes. "¿Dónde están las niñas?", reclamó un reportero de NBC News.
El pandemonio en la sala de prensa fue una versión a pequeña escala del caos que se ha agravado en los centros de detención fronterizos en los últimos días.
Aunque la mayoría de los 12 mil niños bajo custodia estadounidense están solos porque viajaron a EU solos, al menos dos mil de ellos han sido separados de sus familias. Ni las administraciones de Obama ni de Bush optaron por aplicar esta política, la cual está presionando un sistema que tiene dificultades para manejar a los niños, dice Cecilia Muñoz, principal asesora de inmigración de la administración Obama.
Algunos habían especulado que Nielsen anunciaría pronto una moderación de la política actual. Luis Alvarado, un estratega republicano en California, no fue uno de los que lo hizo.
"Todo lo contrario, creo que van a intensificar sus esfuerzos", dice Alvarado, quien critica la política. "Esto me hace creer que la administración ya ha decidido el rumbo".
Para los críticos, separar a las familias no sólo es algo inmoral, sino políticamente imprudente. Dentro de la Casa Blanca, la situación puede parecer diferente, sugiere Alvarado, particularmente en un momento de múltiples investigaciones, y con la cercanía de las elecciones de mitad de periodo.
La inmigración -al igual que el comercio- es un área en la que los partidarios de Trump se sienten perjudicados. Aunque el presidente posiblemente no esté más cerca de obtener los fondos para construir su prometido muro fronterizo, el furor actual da la apariencia de que su administración está aplicando la mano dura que sus seguidores querían.
Un sondeo de CBS News reveló esta semana que dos tercios de los estadounidenses creen que la política de separación familiar es inaceptable. Sin embargo, entre los republicanos, sólo dos de cada cinco votantes consideran que la política es errónea.
A pesar del mal rato de Nielsen, la Casa Blanca está apostando a que los sondeos como éste serán más importantes que cualquiera de los perturbadores videos o imágenes de niños y familias desgarradas que han aparecido en los últimos días.