Este mes, cuando Royal Dutch Shell y otras compañías firmaron contratos multimillonarios de exploración de petróleo en aguas profundas en el Golfo de México, fue una prueba concreta de la apertura histórica, aunque controvertida, de la industria energética de México.
Pero las firmas de los contratos ocurrieron conforme las encuestas mostraron que Andrés Manuel López Obrador, un nacionalista de izquierda que amenazó con revocar las reformas para que el petróleo nunca "vuelva a caer en manos de extranjeros", va en camino hacia la victoria en las elecciones presidenciales del 1 de julio en México.
Si López Obrador o AMLO como se le conoce, gana las elecciones, es posible que ponga en riesgo la inversión de más de 4 mil millones de dólares ya hecha por grandes petroleras como BP, ExxonMobil y Total; las inversiones de 200 mil millones que podrían seguir; y decenas de miles de millones de dólares en flujos de energía entre EU y México. Además, la incertidumbre de los inversionistas ha aumentado debido a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y las señales contradictorias de los asesores más cercanos de López Obrador.
"1 de julio... pondrá fin al saqueo de México", escribió el mes pasado Rocío Nahle, a quien AMLO nombró como posible ministra de Energía. Ingeniera química y autodenominada militante en el partido Morena de AMLO, ella alarmó aún más a la industria al pedir una mayor participación del Estado en los contratos petroleros. Por el contrario, Gerardo Esquivel, un asesor económico, ha dicho que las reformas que permitan una mayor exploración en aguas profundas continuarán, pero el trabajo en aguas poco profundas y en áreas costeras podría desacelerarse.
"Yo creo que el primer día de la presidencia de AMLO producirá una 'ley de la selva' con respecto a la creación de políticas", dijo John Padilla de IPD Latin America, una consultora de energía. "No es un escenario óptimo".
Las múltiples incertidumbres han desgastado los nervios de las empresas mexicanas y estadounidenses, y han preocupado a la Casa Blanca. Hasta ahora, las compañías petroleras internacionales han mantenido la calma, en gran parte gracias a contratos aparentemente irrompibles regidos por la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la cual es constitucionalmente independiente.
"Si el nuevo presidente quiere revisar los contratos, por supuesto que puede hacer lo que quiera. Pero él no puede cambiarlos. Estamos legalmente a cargo. Los contratos son seguros", dijo el titular de CNH, Juan Carlos Zepeda.
Pero algunos temen que López Obrador, quien hace cinco años advirtió a las petroleras, que "el petróleo de México. . . pertenece al pueblo" y quien también idolatra a Lázaro Cárdenas -el presidente que nacionalizó la industria petrolera mexicana en 1938- podría tratar de cambiar la Constitución. Esto podría otorgarle la autoridad para invalidar esos contratos.
Los cambios requieren una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso. Aun así, la Constitución fue enmendada 64 veces entre 2006 y 2016. Además, algunos analistas creen que López Obrador, quien, según las encuestas, cuenta con 40 por ciento de apoyo, 10 puntos por encima de su rival más cercano, podría ganar una mayoría en el Congreso.
Aun así, López Obrador ha enfatizado que su presidencia será pragmática y que sobre todo busca impulsar el crecimiento económico para ayudar a los pobres. Los ingresos petroleros también son centrales en sus planes económicos.
La falta de inversión ha provocado que la producción de la petrolera estatal Pemex se reduzca a 1.9 millones de barriles por día en comparación con 3.4 millones de barriles por día hace sólo 15 años. Eso, a su vez, redujo la contribución de Pemex al presupuesto a un quinto del total, desde un tercio. "No importa de qué partido político seas, es realmente difícil decir "no" a miles de millones de dólares", dijo un ejecutivo de una petrolera. Zepeda, el regulador, también señala que la recaudación impositiva de México de la apertura petrolera es de 72 por ciento de las ganancias, frente a 60 por ciento en Brasil o 55 por ciento en EU.
"México está obteniendo más ingresos fiscales que nuestros principales competidores", dijo. "Ése es mi argumento decisivo para la nueva administración, sea quien sea el presidente".
En lugar de revocar los contratos, el mayor temor de los ejecutivos y analistas petroleros es que su administración frenará la inversión con decisiones políticas conflictivas.
"No me preocupa que el presidente mexicano entrante haga cosas radicales", dijo Iván Sandrea, director ejecutivo de Sierra Oil & Gas. "Lo que me preocupa es que podría hacer algunas cosas para alterar las condiciones. Podrían ser simples errores que literalmente podrían descarrilar a toda la industria".