"Para cada problema complejo, existe una respuesta clara, sencilla e incorrecta". HL Mencken pudiera haber estado pensando en la política actual. El mundo occidental indudablemente enfrenta problemas complejos, en particular el descontento de grandes cantidades de ciudadanos. De la misma manera, los aspirantes al poder — como Donald Trump en EU y Marine Le Pen en Francia — ofrecen soluciones claras, sencillas e incorrectas, en particular el nacionalismo, el nativismo y el proteccionismo.
Los remedios que ofrecen son falsos. Pero las enfermedades son reales. Si las élites gobernantes continúan fracasando en su intento de ofrecer curas, pronto podrían ser eliminadas y, con ellas, el esfuerzo de unir la autogobernanza democrática con un orden mundial abierto y cooperativo.
¿Cuál es la explicación de esta reacción? Una gran parte de la respuesta es económica. El aumento de la prosperidad es, en sí, un bien. Pero también crea la posibilidad de una política de suma positiva.
Esto sustenta la democracia, ya que le posibilita a todo el mundo el mejorar su situación al mismo tiempo. El aumento de la prosperidad fomenta la conciliación de las personas con las perturbaciones económicas y sociales. La ausencia de prosperidad fomenta la furia.
El McKinsey Global Institute aclara convincentemente lo que ha estado ocurriendo en un informe titulado, reveladoramente, "Poorer than their Parents?" (¿Más pobres que sus padres?), el cual demuestra cómo un sinnúmero de hogares ha estado padeciendo del estancamiento o de la caída de los ingresos reales. En promedio, entre el 65 y el 70 por ciento de los hogares en 25 países de altos ingresos experimentaron esta situación entre 2005 y 2014. En el período entre 1993 y 2005, sin embargo, sólo el dos por ciento de los hogares sufrieron de un estancamiento o de una disminución de los ingresos reales. Esto se aplica a los ingresos del mercado. Debido a la redistribución fiscal, la proporción que sufre de un estancamiento de los ingresos disponibles reales fue de entre el 20 y el 25 por ciento.
McKinsey ha examinado la satisfacción personal a través de una encuesta de seis mil franceses, británicos y estadounidenses. Los consultores descubrieron que la satisfacción dependía más de si las personas estaban avanzando en relación con otros como ellos en el pasado, que de si estaban mejorando en relación con quienes estaban en mejores condiciones que ellos en la actualidad. Por consiguiente, las personas preferían que su situación económica mejorara, aunque no estuvieran emparejándose con los contemporáneos que se encontraran en una posición todavía más próspera. Los ingresos estancados afectan a las personas más que una creciente desigualdad.
La principal explicación del prolongado estancamiento de los ingresos reales radica en las crisis financieras y en la débil recuperación posterior. Estas experiencias han destruido la confianza popular en la competencia y en la probidad de las élites empresariales, administrativas y políticas. Sin embargo, otros cambios también han sido adversos. Entre éstos se encuentran el envejecimiento (de particular importancia en Italia) y la disminución de las porciones de salarios del ingreso nacional (de particular importancia en EU, el Reino Unido y los Países Bajos).
El estancamiento de los ingresos reales durante un período más largo desde la Segunda Guerra Mundial es un hecho político fundamental.
Pero no puede ser la única causa del descontento. Para muchos de los que están en el medio de la distribución del ingreso, los cambios culturales también son amenazantes.
También lo es la inmigración, la cual es la globalización hecha realidad. La ciudadanía es la posesión más valiosa para la mayoría de las habitantes de los países ricos. Y ellos sentirán resentimiento por tener que compartirla con los extranjeros.
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