La economía mundial está disfrutando de una recuperación sincronizada. Ésta es una buena noticia para los países emergentes y en desarrollo. También representa una oportunidad. Una desaceleración en la tasa de crecimiento potencial está afectando a muchos de estos países. Esto no sólo es el resultado de un cambio demográfico, sino también de un debilitamiento en el crecimiento de la productividad. Esto se debe abordar urgentemente.
Las más recientes Perspectivas económicas globales del Banco Mundial presentan el panorama. A precios de mercado, se estima que el crecimiento mundial haya sido del 3 por ciento en 2017, y que haya alcanzado el 4.3 por ciento en los países emergentes y en desarrollo. Este año se prevé que alcance el 3.1 por ciento, mientras que el de los países emergentes y en desarrollo alcanzará el 4.5 por ciento.
Como siempre, se anticipa que Asia sea la región de más rápido crecimiento. En otros lugares, el rendimiento es menos alentador. Se pronostica que las economías emergentes y en desarrollo exportadoras de materias primas crecerán sólo un 2.7 por ciento este año, un aumento sobre el 1.8 por ciento en 2017.
En la región de Latinoamérica y el Caribe se pronostica que el crecimiento será de sólo un 2 por ciento este año, frente al 0.9 por ciento en 2017. Brasil está saliendo lentamente de una profunda recesión. También se pronostica que el crecimiento en el África subsahariana y en el Medio Oriente y el norte de África continúe siendo lento, con 3.2 y 3 por ciento, respectivamente.
La buena noticia, sin embargo, es que las condiciones globales son propicias para un crecimiento ampliamente compartido. Los precios de las materias primas se han recuperado. El comercio también se ha recuperado, respaldado por el fortalecimiento de la inversión. Se estima que el volumen del comercio mundial haya crecido un 4.3 por ciento el año pasado y se prevé que crezca un 4 por ciento este año.
Los flujos de capital hacia las economías emergentes se fortalecieron en 2016 y de nuevo en 2017. El reciente aumento ha sido en los flujos de capital de cartera y en otros préstamos, pero más de la mitad se encuentra en la forma más estable (y más beneficiosa) de inversión extranjera directa.
Tal y como acertadamente lo señala el informe, los evidentes riesgos a la baja del "estrés financiero, mayor proteccionismo y crecientes tensiones geopolíticas" amenazan a los países emergentes y en desarrollo. Los más grandes tienen capacidad para responder ante los desarrollos externos adversos. China e India han demostrado la capacidad de gestionar desarrollos externos adversos. Pero no sucede lo mismo en el caso de la mayoría de los otros países emergentes y en desarrollo, incluso los grandes como Brasil o Rusia.
Estos países pueden tener esperanzas de contar con un ambiente externo benigno; pero si llega otra crisis, es probable que sufran las consecuencias.
Lo que pueden hacer es mejorar su dinamismo subyacente, lo cual también debiera aumentar su resiliencia. Es en esto en lo que se enfoca el informe. La ralentización del crecimiento potencial de los países de altos ingresos debido al envejecimiento de la población y al debilitamiento del crecimiento de la productividad es bien conocida.
La no muy disímil desaceleración en los países emergentes y en desarrollo lo es menos. Sin embargo, esa desaceleración es más inquietante.
Los países emergentes y en desarrollo tienen una mayor necesidad de rápido crecimiento que los países de altos ingresos porque todavía son tan pobres. Además, deberían tener un mayor potencial de crecimiento debido a su capacidad (al menos en teoría) de alcanzar los niveles de productividad de los países de altos ingresos.
Sin embargo, la tasa de crecimiento potencial de los países emergentes y en desarrollo se está desacelerando. El Banco Mundial pronostica un crecimiento potencial de las economías emergentes y en desarrollo a un promedio de 4.3 por ciento entre 2018 y 2027. Esto está 0.5 puntos porcentuales por debajo del promedio de 2013-17 y 0.9 puntos porcentuales por debajo de su promedio de hace una década.
Además, esta desaceleración es ampliamente compartida: entre 2013 y 2017, el crecimiento potencial estuvo por debajo de su promedio a más largo plazo en casi la mitad de todos los países emergentes y en desarrollo.
La desaceleración en estas economías parcialmente refleja el envejecimiento de la población, tal y como es el caso en los países de altos ingresos.
Las economías emergentes y en desarrollo deberían aprovechar el crecimiento mundial actual para alentar una mayor inversión y llevar a cabo las reformas necesarias para aumentar el crecimiento de la productividad. Pero deberían actuar en este momento. El sol económico nunca dura mucho. Deberían anticipar un clima más tempestuoso en el futuro.
Financial Times