Golpeado por crisis políticas y por un repentino cambio en la política monetaria estadounidense, el gobierno mexicano observó con horror como el mercado de bonos perdía grandes cantidades de capital extranjero, la moneda local se desplomaba y la economía se deterioraba ante sus ojos.
¿Suena familiar? Pues debería. Esto fue lo que sucedió durante la crisis del peso mexicano de 1994. Pero a pesar de algunas semejanzas con las sombrías condiciones económicas globales de hoy, hay diferencias notables. Por un lado, el gran sonido de succión del capital extranjero fluyendo hacia el norte, una característica definitoria de la crisis de 1994, no está presente en el caso de los Mbonos — los grandes bonos líquidos en pesos a largo plazo de México.
"Hasta el momento la participación extranjera en los Mbonos ha sido extremadamente resistente", dice Álvaro Vivanco, analista para América Latina de BBVA Securities en Nueva York. "Las personas que tienen Mbonos están comprometidos con México a largo plazo, y en todo caso, han ido añadiendo más cada vez que vemos una liquidación de bonos de mercados emergentes".
La participación extranjera en los Mbonos ha aumentado 17 por ciento desde hace un año hasta los 1.5 billones de pesos (90 mil millones de dólares), según datos del Banco Central de México. Y en los tres meses hasta junio, México tuvo el quinto mayor incremento en bonos denominados en moneda local de propiedad extranjera de los 15 mercados emergentes monitoreados por Bank of America Merrill Lynch, nueve de los cuales sufrieron descensos.
Según los analistas, he aquí la razón: en primer lugar, el mercado de deuda de México es más grande y más líquido que la mayoría de sus pares latinoamericanos, por lo que es más accesible para los inversionistas internacionales. Los datos de Bank of America Merrill Lynch muestran que la participación extranjera representa el 60 por ciento del total del mercado, muy por encima de la siguiente más alta, Perú, que es el 45 por ciento. Brasil y Colombia — con el 21 y el 16 por ciento, respectivamente — marchan detrás.
En segundo lugar, los fundamentos de la economía mexicana están, en su gran mayoría, intactos. El déficit por cuenta corriente es modesto, la inflación está por debajo del objetivo y el gobierno ha puesto en marcha medidas de austeridad fiscal para compensar la caída de los precios del crudo.
Además, EU es el mayor socio comercial de México y representa una importante fuente de sus flujos de remesas, por lo que el fortalecimiento de la economía estadounidense y el mercado laboral debe crear más demanda de exportaciones mexicanas, lo cual se traduciría en más dinero enviado a casa.
"Si consideramos a México desde un punto de vista macroeconómico, las cosas parecen estar bien", dice Ezequiel Aguirre, estratega de Bank of America Merrill Lynch con sede en Nueva York. "Es una economía sin un desequilibrio visible de cuenta corriente y el gobierno tiene una política monetaria sólida en cuanto a la inflación".
El Sr. Vivanco estima que los compradores de Mbonos también deberían beneficiarse de un esperado aumento de las tasas de interés en México con el fin de frenar cualquier posible volatilidad de la moneda a raíz del ampliamente anticipado ajuste monetario estadounidense. "El banco central de México está intentando defender los flujos en la parte más larga de la curva", dice.
La inversión extranjera en los Cetes — bonos denominados en pesos a corto plazo de México — ha disminuido casi un 21 por ciento en el último año. Aún así, a los economistas no les preocupa mucho el riesgo de un contagio más amplio. La participación extranjera en los Cetes es de un tercio del tamaño de la proporción de Mbonos de extranjeros, lo cual limita el potencial impacto de la volatilidad del mercado.
"Aunque los Cetes han estado bajando, los Mbonos han servido de apoyo", dice Ramón Aracena, economista jefe para América Latina del Instituto de Finanzas Internacionales. "La variable importante que hay que tener en cuenta es que los clientes fieles no están abandonando los títulos en pesos".
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Financial Times