Irma le dio un duro golpe a Cuba, que ya está al borde de la recesión, cuando el huracán azotó la isla como una tormenta de categoría 5 la semana pasada, agravando la incertidumbre conforme Venezuela recorta los suministros de combustible subvencionado a La Habana y el presidente Raúl Castro se prepara para renunciar a principios del próximo año.
Irma, la tormenta más fuerte que se haya registrado en el océano Atlántico, provocó la muerte de 10 personas en Cuba, destrozó casi 500 km de la costa norte llena de complejos turísticos, mientras que sus vientos de más de 250 km/h causaron los peores daños a la red eléctrica que se hayan registrado en el país.
Hacia el oeste, las marejadas también inundaron zonas bajas de La Habana. La reconstrucción después del desastre a menudo agrega un nuevo estímulo a las economías, pero Cuba carece de los recursos necesarios para financiar la reconstrucción. Además de los daños físicos, la mala publicidad de Irma podría restarle ímpetu a la floreciente industria turística de Cuba.
Antes de Irma -la mayor tormenta que ha azotado Cuba en los últimos 80 años- ya había escasez esporádica de todo, desde productos farmacéuticos y combustible hasta papel higiénico y mantequilla.
El país comunista comenzó a reducir las importaciones e incumplir los pagos a proveedores en 2015, cuando Venezuela comenzó a recortar los envíos de petróleo a Cuba como pago por médicos y servicios médicos.
El comercio entre los dos países ha disminuido desde entonces en un 70 por ciento y los embarques de petróleo en más de un 40 por ciento.
Mientras tanto, otros acreedores comerciales han tenido que esperar por sus pagos. Y para poner aún más difícil la situación, Donald Trump, el presidente estadounidense, revirtió parcialmente en junio los dos años de progresivo acercamiento de Washington con La Habana.
Algunos de los principales inversionistas extranjeros en Cuba dijeron que sus operaciones apenas fueron afectadas. Sherritt International, una compañía minera canadiense, dijo que sus operaciones de níquel y energía resultaron con daños mínimos. Pernod-Ricard, la compañía francesa que produce el ron Havana Club en una empresa mixta con el estado, dijo lo mismo.
Hay potencialmente una mayor afectación en el turismo, el cual disfrutó de un aumento del 23 por ciento en el número de visitantes extranjeros en el primer semestre de este año, lo cual era un buen augurio para el resto de la economía.
Accor, que administra un complejo turístico en Cayo Coco, al norte de Cuba, dijo que podría reconstruir lo indispensable para su temporada turística invernal.
Norwegian Cruise Lines, que opera cruceros entre Miami y La Habana, dijo que su servicio ya se había reanudado.
La vida, ya difícil y frustrante, para muchos isleños ahora empeorará, dijeron los expertos, burlándose de las promesas del Partido Comunista de construir un "socialismo más próspero y sostenible".
"La tarea que tenemos por delante es inmensa, pero con un pueblo como el nuestro ganaremos la batalla más importante: la recuperación", dijo Castro esta semana después del devastador golpe de Irma.
Después de una recesión en 2016, el gobierno había proyectado un crecimiento económico del 1 por ciento este año. Pero es muy poco probable que se logre teniendo en cuenta los estragos de Irma y una desaceleración de las reformas económicas liberalizadoras.
Omar Everleny, un economista cubano que fue despedido el año pasado de la Universidad de La Habana por defender enérgicamente las reformas, dijo que el estado debería dejar de presionar a los agricultores, abrir el sector privado aun más y empezar a firmar los paralizados proyectos de inversión extranjera.
Cuba no ofrece información oportuna sobre sus finanzas, pero dijo que pagó cerca de 5 mil millones el año pasado a los acreedores, incluyendo los proveedores comerciales. No obstante, los banqueros y los acreedores occidentales estiman que el gobierno se retrasó por más de mil millones de dólares, y dicen que Cuba estaba buscando condiciones de pago de dos o más años.
El ojo de Irma pasó sobre los complejos turísticos a lo largo de los cayos de las costas central y norte, dañando aproximadamente una cuarta parte de los hoteles de 4 y 5 estrellas de Cuba y la infraestructura de apoyo.
La mayoría de los hoteles en los cayos son propiedad de la corporación turística militar Gaviota, pero son administrados por corporaciones internacionales como Accor, Sol Meliá, Blue Diamond e Iberostar.
Financial Times