Es el momento de pronunciar la muerte clínica del Acuerdo de Asociación TransPacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Hillary Clinton ya había enviado este importante acuerdo de Barack Obama — la iniciativa comercial más grande para EU en más de una década — a la unidad de cuidados intensivos cuando se pronunció en su contra el año pasado. Donald Trump se ha comprometido a desecharlo, lo que implica que quien llegue a la Casa Blanca se ha comprometido a desaparecerlo.
No obstante, sigue persistiendo la sospecha de que Clinton está siguiendo las tácticas de señuelo y cambio de su esposo. Bill Clinton se postuló en contra del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1992 durante su campaña y después hizo todo lo necesario para asegurar su aprobación tras asumir el cargo.
El martes, Terry McAuliffe, gobernador de Virginia, y viejo amigo de los Clinton, dio a entender que la Sra. Clinton tenía exactamente la misma táctica en mente para el TPP, un acuerdo entre 12 países. Se vio obligado a repudiar sus palabras casi al instante. John Podesta, presidente de la campaña de Clinton, tuiteó que la Sra. Clinton se opondría al TPP antes y después de las elecciones: "Punto Final".
No será la última vez que la Sra. Clinton tendrá que convencer a los votantes de que ella realmente cumplirá su palabra. Cuando era secretaria de Estado describió el TPP como el "patrón oro" de los acuerdos comerciales; lo apoyó antes de pronunciarse en su contra. Trump no perderá oportunidad alguna de clavarla en esa implícita contradicción. También lo harán los partidarios de Bernie Sanders, cuyos letreros anti-TPP adornaron la sala de la convención demócrata en Filadelfia el lunes.
Para ellos, y otros que dudan de la Sra. Clinton, sus acciones con respecto al TPP serán el principal barómetro de su integridad. Y debido a ello, su margen de maniobra se continuará reduciendo.
Pero Podesta dejó una incertidumbre importante en su seguridad de que ella se opondría al TPP tanto como candidata como al ser presidenta: el ineficaz Congreso del "pato cojo" que existirá en el interregno entre noviembre y enero.
Ésta será la última oportunidad de Obama para ratificar el TPP. Sus posibilidades ya parecían cada vez más débiles. El año pasado el Congreso aprobó la autoridad de negociación por la vía rápida por sólo 10 votos. La mayoría de los recuentos sugieren que el estrecho margen ahora ha desaparecido. La reacción violenta del estadounidense promedio contra el comercio se ha intensificado.
¿Cómo podría entonces el TPP resucitar de entre los muertos? El único escenario realista es que Obama lograra precipitar el proyecto de ley a través del Congreso del "pato cojo" tras una victoria aplastante de Clinton.
Es prácticamente inconcebible que Clinton repita el pivote del TLCAN de su marido con el TPP después de asumir el cargo. El intento consumiría todo su capital político en los primeros meses y volvería tóxicas las posibilidades que tenía de construir una reputación como una líder digna de confianza.
Los partidarios de Sanders ya han dejado claro que el partido Demócrata es susceptible a una toma de control al estilo "Tea Party".
Un cambio de postura de Clinton invitaría a ese destino mediante la confirmación de todos los prejuicios sobre el carácter resbaloso de los Clinton. También mataría sus posibilidades de promulgar una reforma migratoria, que según ella será su primera prioridad en los primeros 100 días de su mandato.
En otras palabras, el TPP en su forma actual está muerto; y será difícil traerlo de vuelta a la vida en cualquier otra forma. El golpe al liderazgo global de EU va a ser enorme. Obama y Clinton originalmente vendieron el acuerdo como la plancha económica del "giro hacia Asia" de Washington.
Establecería sobre piedra las reglas de compromiso que China no tendría más remedio que seguir. La naturaleza aborrece los vacíos. Si EU es responsable de la muerte del TPP, llegará el final de una época. Sus aliados en Asia se acercarán cada vez más a China para el liderazgo económico. El trato equivalente europeo, la Asociación de Comercio e Inversión Transatlántica (TTIP, por sus siglas en inglés), morirá con él. La era de la globalización liderada por EU comenzará a desmoronarse. Podría ser un precio que vale la pena pagar: la victoria de Trump sería la sentencia de muerte de la globalización de EU. Pero es, no obstante, un precio muy pronunciado.
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