La última vez que un mandatario estadounidense en ejercicio visitó Cuba, su economía aún resplandecía con la "danza de los millones", provocada por el auge del azúcar, el peso estaba vinculado al dólar, su presidente aún no mostraba sus colores dictatoriales y Calvin Coolidge quería alejar a Estados Unidos de los asuntos de la isla.
Ochenta y ocho años después, cuando Barack Obama y su comitiva aterricen en La Habana este domingo, la situación estará casi completamente invertida.
Raúl Castro es un octogenario presidente quien afirma que se retirará en 2018; la economía cubana al estilo soviético está luchando mientras Venezuela, su aliado socialista, se desmorona; y el presidente Obama espera atraer a la isla más hacia la órbita de Estados Unidos con ofertas comerciales y otras medidas económicas, como la legalización del dólar.
La única constante es la reacción local. Las multitudes bañaron a Coolidge de rosas cuando desembarcó del USS Texas, mientras que la visita de este fin de semana del primer presidente negro de Estados Unidos ya ha evocado una atmósfera carnavalesca.
Todo el mundo "piensa que él (Obama) va a llegar y de pronto la vida será mejor", comentó Maritza Puig, de casi 30 años y quien reside en Miami, mientras compraba en un barrio colonial de La Habana.
Sin dudas, La Habana ha cambiado en los 15 meses desde que los dos enemigos de la Guerra Fría comenzaron a restablecer las relaciones. Ambas partes han acordado reanudar los vuelos comerciales directos, mientras que Estados Unidos ha eliminado a Cuba de su lista de estados patrocinadores del terrorismo y ha debilitado el embargo aflojando las restricciones sobre los viajes.
Esto ha aumentado el número de visitantes estadounidenses en un 70 por ciento, y ha provocado la premura de otros turistas que desean visitar la deteriorada Habana "antes de que todo cambie", aunque el miniauge ha llevado la infraestructura turística de Cuba hasta un punto crítico y el aumento de los precios ha excluido a los consumidores ordinarios.
También ha fomentado esperanzas de más cambios, a pesar de que ambas partes solamente han comenzado a eliminar medio siglo de leyes y actitudes que obstruyen los flujos comerciales que Obama espera cimentar con su nuevo enfoque.
Eso incluye el embargo, el cual sólo puede ser derogado por el Congreso de Estados Unidos, y el sistema socialista de Cuba, el cual el presidente Castro ha comenzado, sólo de forma tentativa, a reformar, consciente de que la liberalización en la Unión Soviética provocó la desaparición del gobierno comunista en el poder.
"Es interesante cómo las expectativas populares cubanas se han expandido y están creciendo", dijo Frank Mora, director de estudios latinoamericanos en la Universidad Internacional de la Florida y ex funcionario del Pentágono.
¿En qué momento no se cumplirán esas expectativas y esto provocará frustraciones? La Habana estará pensando en eso
Como parte de la nueva era de compromiso de Obama, el martes Estados Unidos levantó una prohibición sobre el uso del dólar en las transacciones cubanas y les permitió pasar a través de los bancos estadounidenses, facilitando así el comercio cubano al eliminar la necesidad de las operaciones en divisas a través de terceros.
También Verizon ha llegado a un acuerdo de itinerancia con la compañía estatal de telecomunicaciones Etecsa, y se espera que AT&T pronto siga sus pasos. Según se ha dicho, operadores de cruceros, y grupos hoteleros como Starwood, también están dispuestos a alcanzar acuerdos con Cuba.
Sin embargo, a pesar de la conmoción -la cual ha atraído gran cantidad de visitantes famosos, desde el papa Francisco hasta un concierto gratuito de los Rolling Stones a finales de este mes- el Partido Comunista de Cuba sólo ha aflojado lentamente su control.
La única inversión estadounidense en la isla hasta la fecha sigue siendo una compañía, de sólo dos personas, fabricante de tractores de Alabama, mientras que otras personas de negocios a menudo resaltan las dificultades de tratar con la pesada burocracia.
"Cuba está de moda en estos tiempos", señala un miembro de la familia Castro en un elegante y lleno restaurante habanero, donde todas las camareras visten ropa negra de club nocturno. "Pero estábamos aquí antes, y aún estaremos aquí después".
Sin duda alguna, la visita de Obama es oportuna. Se produce mientras Donald Trump y Hillary Clinton, los principales candidatos a la presidencia de Estados Unidos, han indicado que apoyan las relaciones más estrechas con Cuba si ganan la presidencia. Por su parte, el Partido Comunista de Cuba espera formalizar su vacilante avance hacia una economía de mercado a un congreso en abril.
Sin embargo, aunque ambos gobiernos desean mantener el impulso, no todos los cubanos están convencidos. El número de emigrados hacia Estados Unidos se ha duplicado en un año, sobre todo el de los cubanos más jóvenes que temen el fin de las políticas de inmigración estadounidenses que automáticamente les conceden la ciudadanía.
"Casi todos mis compañeros de clase han emigrado", dijo Omar, diseñador gráfico de 35 años. En febrero, dos de los principales jugadores de béisbol, Yulieski y Lourdes Gourriel, también desertaron hacia Estados Unidos a pesar de que uno de ellos está casado con un familiar de la familia Castro.
Algunos en el fracturado movimiento disidente cubano también denuncian la distensión estadounidense como una traición amarga que sólo hará que el régimen se vuelva más represivo.
"La seguridad del estado nos está advirtiendo que no provoquemos, que nos quedemos en casa, que no nos van a dejar protestar cuando Obama llegue", dijo Berta Soler del grupo de las Damas de Blanco.
Otros, como Reinaldo Escobar, jefe de redacción del sitio de noticias 14ymedio.com, y Daniel Ferrer, líder de Unión Patriótica, el mayor grupo de oposición de Cuba, creen que la visita abrirá más espacio para la democracia.
"La conclusión es que, a la larga, la mejoría de las relaciones con Estados Unidos es buena para los cubanos normales", consideró Escobar.