El partido republicano tratará de eliminar lo que sostiene son grilletes que lastran la revolución energética de EU precisamente en el momento en que los bajos precios del petróleo amenazan la viabilidad económica de algunos desarrollos de esquisto en el país.
Desde que los republicanos ganaron el control del Congreso, la atención se ha centrado en su apoyo al oleoducto Keystone XL desde Canadá y la oposición a lo que ellos llaman "la guerra contra el carbón" del presidente, pero también tendrán como prioridad impulsar la energía derivada del esquisto estadounidense.
Mitch McConnell, quien probablemente encabezará la mayoría republicana en el Senado en el nuevo Congreso el próximo año, dijo después de las victorias en las elecciones de la semana pasada: "Tenemos que adoptar la revolución energética que está teniendo lugar en nuestro país y promoverla".
Republicanos y funcionarios de la industria dicen que el petróleo y el gas están siendo frenados por leyes y mentalidades anticuadas arraigadas en la década de 1970, cuando el embargo sobre el petróleo árabe y la escasez de energía crearon la obligación de proteger los recursos nacionales.
Las principales regulaciones "anticuadas" son las restricciones a la exportación de gas natural licuado (GNL) estadounidense y una prohibición efectiva de la exportación de petróleo crudo, la cual algunas compañías ya están encontrando formas de evadir, dicen.
"Todo se basa en estas ideas de la vieja escuela de la década de 1970 que se preocupaba por la escasez", dijo una asesora republicana de alto rango. "Nuestras políticas tienen que estar acordes con la realidad".
Hace tan sólo poco tiempo, en 2005, los daños a la infraestructura energética de la Costa del Golfo causados por el huracán Katrina provocaron una enorme ansiedad acerca de la capacidad estadounidense para garantizar el gas natural importado, ella recordó. Hoy EU es el mayor productor de gas natural del mundo.
Los analistas dicen que el auge de la energía no muestra signos de deterioro: según algunas mediciones, EU ha tenido uno de los mayores aumentos en la producción de petróleo en un corto período de tiempo en la historia del mundo.
Pero las aparentes restricciones sobre el petróleo y el gas se volverán más polémicas si la industria del esquisto llega a estar bajo una presión financiera continua ocasionada por un bajo precio del crudo, que ha caído más de un 30 por ciento desde junio hasta llegar a menos de 80 dólares el barril esta semana. A pesar de que los bajos precios desalientan la inversión en algunos proyectos de petróleo y gas, los analistas dicen que las exportaciones podrían compensar ese efecto al aumentar el precio del crudo estadounidense en relación con el Brent, que es la referencia internacional. El precio estadounidense es de tres dólares menos por barril.
La actualización de las leyes energéticas requerirá una revolución política menor para ponerla a la par de la revolución energética, ya que los republicanos en el Congreso, los demócratas moderados y el presidente Barack Obama tendrían que forjar un consenso sobre algunas cuestiones de combustibles fósiles.
Eso no sería inconcebible. A pesar de que los ejecutivos del petróleo y el gas dicen que el auge del esquisto ha tenido lugar a pesar del Sr. Obama, no a causa de él, el presidente no ha dudado en celebrar sus beneficios.
Los demócratas se mantienen cautelosos acerca de las exportaciones de crudo e incluso algunos republicanos están menos entusiasmados que la industria por dos razones. Muchos votantes dudan de la sabiduría de vender el petróleo, un símbolo de poder geopolítico; y los políticos temen ser culpados si los precios de la gasolina suben en las gasolineras.
Pero los asesores de ambos partidos dicen que hay una buena probabilidad de apoyo bipartidista para un proyecto de ley para agilizar las exportaciones de GNL – un producto que no caldea tanto los ánimos – si se acelera la aprobación, por parte del departamento de energía, de las solicitudes de exportación.
El Partido Demócrata tiene un ala ambiental bastante franca cuyos miembros se sienten incómodos con el "fracking" hidráulico, la técnica de la que el auge depende. Pero Federico Peña, ex secretario de Energía de EU, dijo que los demócratas en su conjunto se habían vuelto más pragmáticos en cuanto a la energía que cuando él había formado parte de la administración Clinton.
El asesor republicano dijo que había también una oportunidad de consenso entre los partidos en cuanto a la construcción de oleoductos y otras infraestructuras para llevar gas natural a las grandes ciudades. El ya muy atrasado oleoducto Keystone XL – que no está programado para llevar energía de esquisto – demostró que "una enorme cantidad de burocracia se interpone en el camino de los oleoductos", dijo.
Un asesor demócrata del Congreso dijo que los acuerdos para autorizar la infraestructura serían posibles con un poco de negociación. El Sr. Obama mejoraría sus posibilidades de tranquilizar a los demócratas verdes, por ejemplo, si persuadiera a los republicanos a aceptar algunas regulaciones federales sobre "fracking" a cambio de permisos. Pero eso es un anatema para la industria, la cual desea que la regulación ambiental permanezca en manos de los gobiernos estatales.
Si los precios se mantienen bajos y la brecha se agranda al seguir la prohibición de exportación, las compañías retrasarían sus inversiones, lo que llevaría a la disminución en el crecimiento del empleo, los ingresos fiscales y la construcción de infraestructura.
David Goldwyn, ex funcionario del Departamento de Estado de EU, que ahora es consultor de energía, dijo: "En ese escenario, la Casa Blanca se verá obligada a reexaminar la prohibición de exportaciones".
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