Cuando se trata de títulos de libros llamativos, rara vez veo uno mejor que éste: "Por favor, lárguense, ahora nos toca a nosotros".
El libro era una diatriba en contra de los acaparadores de empleos de la generación de la posguerra conocidos como los baby boomers, esa presumida camarilla con su educación gratis y vistosas casas de verano que habían tomado todos los principales trabajos y entonces se habían negado a hacerse a un lado para los talentosos y endeudados jóvenes, los millennials, a quienes los baby boomers exprimirían durante su vejez.
El libro fue publicado por Ryan Heath, un australiano de 25 años de edad, quien era entonces un asesor en la Oficina del Gabinete Británico.
Actualmente es el editor político de la edición europea del equipo de noticias de Político en Bruselas. Lleva tres años con Político, la compañía de periodismo político estadounidense y está envejeciendo: este año cumplió 38 años. Así que el otro día lo llamé para ver si había pensado sobre cuando a él le tocaría 'largarse'.
Después de todo, fue hace más de una década cuando él despotricó en contra de la "oscura nube demográfica" de los baby boomers y declaró que "es hora de que se hagan a un lado."
Desde entonces ha surgido una generación de ambiciosos millennials. Ya superan a los baby boomers en números a nivel global. Viven con sus padres en la 'economía gig' en un planeta que se calienta inexorablemente porque los mayores no se encargaron de enfriarlo. Les ha golpeado una crisis financiera que, a pesar de sus conocimientos sobre el mundo digital, los has dejado ganando menos de lo que ganaban las personas de su edad en el 2008. ¿Entonces, tendrán la oportunidad de obtener un empleo glamoroso como el de Heath en un futuro cercano?
Parece que no. Resulta que Heath no tiene planes inmediatos de moverse de donde está, y, además, sus combustibles opiniones se han suavizado. Considerablemente.
El admitió alegremente que cuando releyó su libro ahora, su contundente reacción fue, "Claramente tenía 24 o 25 años cuando lo escribí."
"No diría que cada página del libro me causó vergüenza, pero todos aprendemos conforme pasa el tiempo, ¿no crees?". No se ha arrepentido de haber contribuido a una polémica sobre la igualdad generacional con una relevancia que alcanzó más allá del mercado australiano al cual se dirigía el libro. Pero ya no cree que "puedes poner en la mira a una categoría total de personas" y ahora puede ver los beneficios de que los trabajadores de mayor edad se queden en el juego.
"Yo subestimé cosas como el valor del conocimiento corporativo", dijo. Los millennials, nacidos en un mundo digital, tenían habilidades evidentes, pero también tenían la tendencia a pensar que su habilidad para buscar respuestas en línea quería decir que "no tenían que conocer lo fundamental o la historia" de un asunto. "Yo creo que eso es una verdadera desventaja en comparación con las generaciones mayores".
Cuando hablamos, un profesor de la universidad de Oxford acababa de alegar en un tribunal laboral que le habían pedido que se jubilara a los 67 años de edad en nombre de la "justicia intergeneracional." Estoy segura de que al Ryan Heath de antaño le hubiera encantado esta nueva situación. El actual Ryan Heath hizo esta declaración: "Como sociedad, probablemente tenemos que hacer más para preservar toda esa sabiduría y experiencia que ha acumulado una persona que ha llegado a un cargo de alto nivel a los 67 años de edad". Las personas mayores se preguntarán si en realidad necesitan quedarse en un puesto ejecutivo o podrían moverse a un papel consultivo, dijo él. "Pero uno no debería hostigarlos a dejar un trabajo ni nada por el estilo".
Es tentador burlarse de la media vuelta de Heath, pero no creo que se lo merezca. Tuvo el ingenio y la energía para publicar un libro a los 25, algo que yo nunca pude hacer, y admite que sus opiniones han cambiado. También está lejos de ser alguien que obstaculice los empleos: ha tenido más empleados en cinco años de lo que yo he tenido en 20.
El truco, creo yo, es ver más allá de las apariencias. Ser viejo no quiere decir que estás desconectado. Ser joven no significa que eres un despistado. Y nadie debería pensar en decirle a una generación entera que debe de 'largarse'.