Sienten que sus padres los han traicionado y que les han robado su futuro; y quieren que el mundo reconozca su dolor. La mayoría de los jóvenes en Gran Bretaña — que votaron para permanecer en la Unión Europea — se despertaron el 24 de junio con una gran resaca y se dirigieron a los medios sociales para expresar su furia.
Sus argumentos, que fueron resumidos por mi hijo y sus amigos durante la comida, afirmaban lo siguiente. La generación de los "baby boomers" se benefició de varias décadas de prosperidad antes de arruinar la economía global y heredar a sus hijos un mundo de desigualdad, desempleo y escasez de viviendas. Su última estupidez fue votar para despojar a los jóvenes de su identidad europea. "Crecimos sintiendo que éramos europeos; considerábamos que Little Britain (La Pequeña Bretaña) era solamente un programa satírico de televisión", dijo uno de los amigos universitarios de mi hijo.
Por lo tanto, la juventud de Gran Bretaña está firmando peticiones compartidas en Facebook: hay una que demanda un segundo referéndum y otra que sugiere que Londres debería de votar para separarse de Gran Bretaña. Según la mayoría de los millennials, el resultado del referéndum es que la democracia ha fallado.
Simpatizo con ellos y comparto su desilusión, aunque respeto cualquier resultado que refleje la voluntad democrática del pueblo. El "Brexit", a fin de cuentas, va a tener un efecto mucho mayor sobre los jóvenes que sobre los ciudadanos de más edad. Ellos tienen una visión positiva de Europa, que no comparten muchos de los votantes de mayor edad — aun aquellos que votaron por permanecer en la UE — y es un sentimiento que los políticos no se atreven a expresar.
La fuerza del voto joven — 73 por ciento de los ciudadanos entre 18 y 24 años de edad votaron para permanecer en la UE — ha resonado a través de Europa, la cual está totalmente sorprendida por el voto británico. De hecho, impulsó a un político francés a sugerir que los jóvenes deberían de votar dos veces cada uno en los referendos sobre su futuro en la UE.
Pero la cifra de 73 por ciento sólo indica una parte de la historia. La pregunta más intrigante es cuántos jóvenes realmente votaron. No hay un desglose detallado de la participación por edad para el referéndum. Pero los datos del Financial Times indican que las áreas con una población más joven registraron un nivel bajo de participación y una encuesta sugiere que sólo votaron 36 por ciento de los individuos de 18 a 24 años de edad, un nivel menor al estimado de 43 por ciento de jóvenes que votaron en las elecciones generales el año pasado. Si los datos son ciertos, indican una oportunidad perdida. La misma encuesta indica que hubo una participación electoral de 81 por ciento de los votantes entre 55 y 64 años de edad y 85 por ciento de aquellos mayores de 65 años de edad.
Tal vez los jóvenes pensaron que prevalecería el estatus quo. O tal vez nunca comprendieron la gravedad del asunto. O tal vez no se quisieron molestar en expresar una opinión que requería que hicieran más que hacer clic en el botón de "Me Gusta". Es posible que luchar para mantener lo que tienen no los entusiasma de la misma manera que cambiar el mundo o luchar por un sueño utópico.
El espíritu de rebeldía de los jóvenes normalmente surge cuando hay que protestar contra la injusticia social o luchar contra el orden establecido. El escepticismo surge cuando el gobierno pide su apoyo.
Los jóvenes han reaccionado solamente ahora que se les ha negado su visión del futuro. Pero mientras lamentan el resultado de un experimento democrático, deberían considerar la lección del 23 de junio: la próxima vez necesitan participar en el proceso electoral.
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Financial Times