En la "Guerra de las Consolas" a principios de los 90 yo estaba en las trincheras. Con control en mano, peleaba bajo la bandera de Super Mario para Nintendo contra la malvada Sega y su personaje no tan "súper", Sonic.
Al menos así se sentía en una escuela primaria de Gran Bretaña. En el libro de Blake Harris, "Console Wars: Sega, Nintendo and the Battle That Defined a Generation" ("Guerra de Consolas: Sega, Nintendo y la Batalla Que Definió a Una Generación", la batalla se desarrolla en el mercado de videojuegos de Estados Unidos y el autor pone a Sega como el valiente novato que alcanza un lento Nintendo.
La historia se cuenta principalmente desde el punto de vista de Tom Kalinske, quien revivió a Barbie dentro de Mattel y fue llevado desde el camastro en el que descansaba en Hawaii para liderar la unidad estadounidense de Sega en una batalla con Nintendo. La narrativa repleta de diálogos fue reconstruida a partir de 200 entrevistas.
El libro ya está en camino de convertirse en película, aunque, al menos en el papel, no será similar a "Moneyball" ("El Juego de la Fortuna", protagonizada por Brad Pitt).
Mientras que "Moneyball", del autor Michael Lewis, alumbra tanto el béisbol como el poder de los datos, "Console Wars" pone demasiada atención a los principales mandos dentro de Sega y muy poca a los juegos y a los chicos que los jugaban.
Además, falla en trazar un paralelismo con la actual guerra de smartphones.
El libro sí ofrece algunas trivias divertidas. Por ejemplo, Donkey Kong nació cuando Nintendo perdió los derechos sobre Popeye y de última hora tuvo que lanzar personajes alternativos, mientras que Mario, de Super Mario Bros., fue bautizado con el nombre del entonces propietario de las oficinas de la compañía, Mario Segali.
En el otro lado, Sonic, el personaje de Sega, originalmente fue concebido con el nombre de Mr Needlemouse. En sus inicios tenía un collar de púas, colmillos y una novia curvilínea llamada Madonna, hasta que la división estadounidense de la empresa convenció a su contraparte japonesa de borrarlos.
En el libro, Harris describe al ahora clásico erizo azul como una improbable combinación de las Tortugas Ninja, Kurt Cobain, Michael Jordan y Bill Clinton: una bola de energía de los 90 ayudando a Estados Unidos a sacudirse los años de los presidentes Reagan y Bush padre.
Puede parecer forzado, pero, presentado como un "pequeño desvalido" que se movía con "velocidad maníaca", Sonic era más que una mascota, era símbolo del enfoque rebelde de la compañía.
"Si Nintendo representaba el control, Sega representaría la libertad", escribe Harris sobre la estrategia de Kalinske.
Nintendo es descrita como la Apple de hoy: obsesionada con la calidad aún a expensas de la velocidad para desarrollar, altivo ante los minoristas y los desarrolladores de software, y bastante pleitista.
Sega, como el Android de Google, tuvo éxito ofreciendo términos más amistosos a los socios de Nintendo.
Cualquier CEO de startup en Silicon Valley admiraría las tácticas determinadas de Sega, incluyendo ventas nocturnas para socavar el anuncio de Nintendo de un recorte de precios.
Mientras que el lema informal de Nintendo en esa época era "el nombre del juego es el juego", el Sega de Kalinske era todo precio y mercadotecnia.
El anuncio de Sega, "Next Level" ("Siguiente Nivel"), al estilo MTV, y el simultáneo lanzamiento mundial de la secuela de Sonic en 1992 fueron un éxito por un tiempo. Al mismo tiempo, las acciones de Nintendo en Estados Unidos subían 60 por ciento ese mismo año y sólo 37 por ciento al siguiente.
Pero una campaña de mercadotecnia de 100 millones de dólares no evito que el lanzamiento de la consola Genesis fuera un fracaso unos años después. Sega se enfocó en anuncios efectistas, mientras que la lenta Nintendo produjo juegos de alta calidad como Donkey Kong Country.
El enfoque de Sega en la mercadotecnia deslumbrante se parece a la de Samsung con su "Next Big Thing" que propulsó su smartphone Galaxy por sobre los de Apple.
Pero mientras que Harris dice que los desarrolladores de videojuegos luchaban con "demasiados sistemas diferentes" con Sega, la mejor arma de Apple sobre los creadores de aplicaciones sigue siendo la simpleza de su app store, en contraste con el mundo fragmentado de Android.
Hoy en día, el elegir determinado smartphone te coloca en una de dos tribus enfrentadas. Pero como quedó demostrado con el posterior éxito de la Playstation de Sony, nuevos frentes se pueden abrir en cualquier momento en la zona de guerra de la tecnología.