Cuando el precio del petróleo superó los 50 dólares por barril en junio, para las compañías petroleras internacionales parecía que lo peor de la situación había pasado. Pocas personas anticipaban un retorno al apogeo de la industria en el que el precio era de 100 dólares por barril, pero una recuperación estable parecía estar en curso.
Dos meses más tarde, con los precios disminuyendo nuevamente a cerca de 45 dólares por barril, el optimismo se ha extinguido.
Los resultados del segundo trimestre de las grandes empresas petroleras durante las últimas semanas fueron en su mayoría peores de lo esperado, con fuertes caídas en las ganancias, con crecientes deudas y con sombrías perspectivas.
Además de los débiles precios del petróleo crudo y del gas natural, los márgenes de los productos refinados también están siendo exprimidos, a medida que el exceso de producción y los altos índices de almacenamiento se propagan a través de la cadena de suministro. BP dijo que sus márgenes de refinación durante el segundo trimestre eran los más bajos desde 2010.
"El exceso de oferta de crudo se ha traducido en un exceso de producto refinado", declaró Michele Della Vigna, codirector de investigación de análisis bursátil europeo de Goldman Sachs. "Así es que las grandes compañías petroleras integradas están siendo golpeadas por los dos extremos".
En respuesta a lo anterior, las empresas están reduciendo el gasto una vez más. Royal Dutch Shell — recién salida de su adquisición del BG Group por 35 mil millones de libras — declaró que la inversión de capital este año sería un 38 por ciento menor de lo que el par había invertido conjuntamente como compañías independientes en 2014.
Sin embargo, los recortes de costos por sí solos no son suficientes para defender los rendimientos de los accionistas. Con la excepción de Eni de Italia, todas las grandes petroleras hasta ahora han mantenido sus preciados dividendos, pero han tenido que aumentar el endeudamiento para hacerlo.
La deuda neta de Shell aumentó en 5 mil millones de dólares durante el segundo trimestre para alcanzar un récord de 75 mil millones. Simon Henry, su director financiero, admitió que la relación deuda-capital del grupo estaba en peligro de incumplir su autodeclarado límite superior de 30 por ciento.
Hace un año, los grupos petroleros estaban hablando de la necesidad de tener un punto de equilibrio a largo plazo de 60 dólares por barril. Eso ya era suficientemente doloroso para una industria que había engordado gracias a precios que doblaban ese nivel. Sin embargo, las empresas están reconociendo que se requiere una acción aún más severa. BP, por ejemplo, tiene como objetivo cubrir todas sus necesidades de efectivo — incluyendo su dividendo — a un precio del petróleo de 50 a 55 dólares por barril para el próximo año.
Los analistas y los ejecutivos de la industria aseguran que la constricción está dando lugar a una industria más "esbelta" y más productiva. Se han eliminado decenas de miles de empleos; se han renegociado los contratos con los proveedores de servicios; y se han simplificado los procesos de ingeniería.
Estas ganancias en eficiencia están reduciendo el costo potencial de nuevos yacimientos de gas y de petróleo. Según Wood Mackenzie, de los 13 millones de barriles al día de recursos demostrados, pero no explotados, disponibles para ser desarrollados, el punto de equilibrio medio ha caído 19 dólares por barril desde el pico de 2014 a 51 dólares.
Han habido señales tentativas de que los menores costos les dan confianza a las empresas para reanudar la búsqueda para el crecimiento futuro.
Durante los últimos dos meses, BP ha aprobado proyectos en Indonesia y Egipto, mientras que Chevron le ha dado luz verde a una expansión de 37 mil millones de dólares del campo petrolífero Tengiz en Kazajistán.
También ha habido una explosión de adquisiciones, con ExxonMobil y Statoil cada una cerrando tratos de 2.5 mil millones durante las últimas semanas para comprar InterOil, una compañía de exploración enfocada en Papúa Nueva Guinea, y una participación de control en un campo petrolífero brasileño en alta mar de Petrobras, respectivamente.
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Financial Times