Se supone que Ruperta, el único elefante en el parque zoológico de Caricuao, coma aproximadamente 80 kg de alimento al día, desde vegetales y frutas hasta hierba de heno y gránulos nutricionales. Según un zoólogo, el viejo paquidermo con suerte recibe la mitad de eso.
"No hay ninguno de esos alimentos, así que sólo le dan calabaza", dice el zoólogo, un empleado de la agencia estatal responsable por el parque, en las afueras de la capital venezolana de Caracas.
Personas con conocimiento del zoológico alegan que las condiciones son malas, ya que los animales pasan hambre a diario. Un grupo de tapires, nativos de Sudamérica parecidos a un cerdo, ya ha muerto de desnutrición, y uno de los bisontes está tan viejo y enfermo que frecuentemente le atacan los buitres.
"No hay comida, no hay medicina, y hay mucho descuido", dice un guardia del zoológico de Caricuao, quien desea permanecer anónimo. "Ha habido mucho deterioro".
La situación de los animales hambrientos es un reflejo de los padecimientos de los ciudadanos venezolanos.
El descenso del precio del petróleo se ha sumado a años de mala administración en Venezuela para crear la peor crisis económica en su historia. Se pronostica que la economía se encogerá un 10 por ciento este año y la inflación está a punto de alcanzar 1,000 por ciento.
Venezuela, que tiene mayores reservas de petróleo que Arabia Saudita, enfrenta escasez crónica de comida y otros productos esenciales, y los disturbios debido a la falta de alimentos se han convertido en acontecimientos comunes. Muchos venezolanos hacen cola todo el día para conseguir alimentos y a veces las familias sólo comen las frutas que pueden agarrar de los árboles.
La escasez es tan severa que algunos recurren al robo de animales del zoológico para alimentarse; se dice que los cerdos vietnamitas cuestan alrededor de 9 dólares en el mercado negro. En un caso, mataron a uno de los caballos del zoológico, se llevaron la carne y sólo dejaron la cabeza.
Algunos comparan la situación con Cuba, durante el llamado "período especial" al final de la Guerra Fría, cuando la ayuda soviética a la isla comunista se secó y la escasez fue tan severa que algunos recurrieron a comer gatos salvajes.
El hombre que expresó su preocupación por Ruperta, quien trabaja para Inparques, la agencia responsable por la administración de los parques y zoológicos nacionales de Venezuela, dice que la situación del animal es "desesperada."
Pero Ernesto Paiva, ministro venezolano de eco-socialismo, niega que los animales en Caricuao — o en el más pequeño Parque del Este, que está lleno principalmente de fauna silvestre indígena como guacamayos y caimanes — estén muriéndose de hambre. "Garantizamos la alimentación de nuestros animales", dijo recientemente.
Marlon Hernández, un guardián en Curicuao, quien lleva un tatuaje de la firma de Hugo Chávez, el fallecido presidente socialista, dice que los animales están bien cuidados: "La gente no tiene medicina, pero aquí tenemos medicina para los animales".
Otros no están de acuerdo, aseverando que las entregas siempre están retrasadas, por una semana o más. Cuando la comida llega es insuficiente o de mala calidad, obligando al personal a buscar frutas y semillas en los parques.
"Teníamos la mejor colección de aves en Latinoamérica, pero muchos de los guacamayos se han muerto", dice un empleado de Parque del Este.
Otra situación similar al de pueblo venezolano es el hecho de que los animales también se han visto envueltos en una disputa entre el gobierno del presidente Nicolás Maduro y la oposición que trata de derrocarlo.
Apropiando el lenguaje de Maduro — quien dice que una "guerra económica" armada por sus enemigos, apoyada por EU, es culpable de la crisis de Venezuela — Ricardo Molina, exministro de eco-socialismo, insiste que los problemas son causados por empleados "asociados con los partidos de derecha que envenenan a los animales con el propósito de sabotear la actual administración".
El gobierno es particularmente susceptible a acusaciones del maltrato de animales porque bajo Chávez, quien murió en el 2013, la conservación se tomó en serio.
Mientras tanto, Argentina, bajo el presidente pro-mercado Mauricio Macri, va a soltar cientos de animales con el cierre del zoológico de Buenos Aires, abierto hace 140 años, después de una serie de incidentes. Las autoridades dicen que mantener a animales salvajes en cautividad con el propósito de exhibirlos es degradante.
Tristemente para Ruperta y los otros animales hambrientos en los zoológicos de Caracas, Venezuela no ha dado indicios de que va a seguir su ejemplo.
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