Las acciones de los mercados emergentes, las estrellas del año pasado, se están derrumbando. ¿Esto significa que las burbujas de un mercado artificialmente inflado finalmente están estallando? Es una pregunta que vale la pena hacer una década después de 2008.
Los banqueros centrales del mundo fueron los responsables de garantizar que la Gran Recesión no se convirtiera en otra Gran Depresión asegurando que las tasas de interés se mantuvieran a niveles bajos y manteniendo la increíble cantidad de 15 billones de dólares en sus balances. Esto llevó a los mercados bursátiles a alcanzar picos históricos, aunque no impulsó el crecimiento de los salarios reales. Por supuesto, los bancos centrales pueden crear burbujas de activos, pero no pueden cambiar los efectos supresores de los salarios de la globalización, la deflación impulsada por la tecnología y una creciente concentración del poder corporativo que hace imposible que los trabajadores en los países ricos tengan un verdadero poder de negociación.
No estoy culpando a la Reserva Federal (Fed) de EU, al Banco Central Europeo ni a ninguna de las otras instituciones que han llevado a cabo el mayor experimento de política monetaria no convencional a nivel mundial. Sin embargo, argumentaría que actualmente ya no es tan poco convencional.
Desde la era cuando Alan Greenspan estaba a cargo de la Reserva Federal, la costumbre ha sido mantener las tasas a niveles bajos y preocuparse más tarde por las inevitables burbujas de activos. Es una actitud comprensible, particularmente dado que durante los últimos 10 años los políticos en el mundo desarrollado no han sido capaces de impulsar grandes planes de infraestructura, o reformas educativas, u otras cosas que realmente cambiarían el escenario para la gente común.
Pero está claro que hemos llegado al límite de lo que el dinero fácil puede lograr. Cuando 10 por ciento de la población de EU posee 84 por ciento de las acciones, el aumento de los precios de los activos no genera inflación, sino desigualdad.
Aunque el primer discurso importante de Jay Powell, el presidente de la Fed, en Jackson Hole el mes pasado dejó en claro que no se alejaría del curso vigente en el corto plazo, quedé intrigada por lo que dijo al final. Parecía indicar que la Fed sabe que la estrategia actual ya no funciona.
"La inflación tal vez ya no sea el primer o el mejor indicador de un mercado laboral ajustado", dijo, y señaló que "en el período previo a las dos recesiones, los excesos desestabilizadores se vieron principalmente en los mercados financieros y no en la inflación. Por lo tanto, la gestión de riesgos sugiere mirar más allá de la inflación en busca de signos de exceso".
¿Traducción? El presidente de la Fed admite que la financiarización existe y que los mercados ahora son la cola que mueve al perro. Los banqueros centrales y la mayoría de los economistas tienden a trabajar con un modelo que asume que las recesiones económicas crean desaceleraciones en el mercado. Pero Powell insinúa que lo contrario puede ser cierto.
Esto es un gran problema, pero realmente no es una nueva idea. El propio Greenspan era consciente de que la política monetaria y los precios de las acciones fáciles podrían crear burbujas en el mercado que podrían tener efectos terriblemente dañinos en el mundo real.
Entonces, ¿por qué permitieron el Greenspan y todos los directores de la Fed que las burbujas se expandieran y estallaran en lugar de evitarlo?
A pesar de sus referencias indirectas a la "exuberancia irracional", Greenspan era un regulador favorable a las finanzas que no quería que "se acabara la fiesta". Sus sucesores, Ben Bernanke y Janet Yellen creían que las bajas tasas de interés eran lo único que estaba impidiendo que la población estadounidense cayera en la miseria económica.
Es posible que la desaceleración en las acciones de los mercados emergentes se extienda y sea el factor desencadenante de la recesión económica que la mayoría de la gente prevé que veremos en los próximos años. Ante esto, yo diría que deberíamos abandonar el enfoque de "esperar y ver" de la política monetaria.