Cuando el presidente Enrique Peña Nieto llamó a Donald Trump en el centésimo día de su cargo y lo convenció de no eliminar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue un recordatorio de que México no ha perdido su capacidad para manejar las crisis internacionales.
En las últimas cuatro décadas México ha lidiado con el impago de deuda, la hiperinflación y la nacionalización de los bancos. Cuando Trump estaba construyendo su imperio empresarial, los dirigentes de la segunda economía más grande de América Latina estaban afinando sus habilidades para manejar catástrofes.
El problema para Peña Nieto y su impopular administración es que el récord de México con respecto a los temas domésticos es mucho menos impresionante que su larga historia de solucionar problemas internacionales.
Actualmente México está enfrentando su crisis más complicada hasta el momento: la renegociación del TLCAN. Lo que ha empeorado la situación es que Trump a menudo representa a su vecino como un enemigo. Ya se avecina una confrontación con respecto a las exportaciones de azúcar de México hacia EU —hay una fecha límite el 5 de junio— que podría ser un ensayo general para la negociación del TLCAN.
El gobierno de México puede sentir cierto consuelo del hecho de que su turbulenta historia económica ha preparado a un grupo de altos funcionarios que han recibido una educación Ivy League y obtenido mucha experiencia con respecto a las relaciones con EU. De hecho su habilidad para negociar el TLCAN les ganó un elogio de Trump quien afirmó que habían obtenido un acuerdo impresionante para México a expensas de EU.
Luis Videgaray, quien fue despedido como ministro de Finanzas después de organizar la desastrosa visita de Trump a la Ciudad de México el pasado agosto, fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores en enero para encabezar la negociación del TLCAN. Él ha estado solicitando consejos de los expertos en EU y su estrategia de alinearse con Jared Kushner, el yerno de Trump, parece estar funcionando.
Pero cuando se trata de las crisis domésticas la situación es totalmente diferente. "No tenemos un problema externo. Pero sí tenemos un problema interno", dijo un exministro de Relaciones Exteriores, añadiendo que el gobierno "ha reaccionado muy lentamente a todos los problemas".
Peña Nieto está enfrentando cada vez más problemas justo en el momento en que su estado (el Estado de México) —un tradicional baluarte del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI)— está a punto de dirigirse a las urnas para elegir al próximo gobernador el 4 de junio. Si no le va bien al candidato del PRI —quien además es el primo del presidente— podría ser un presagio de una posible derrota de alguna vez poderoso partido el año entrante.
Un brote de violencia en el país parece estar fuera de control. Además de los descubrimientos de enormes fosas comunes y la desaparición no resuelta de 43 estudiantes a manos de la corrupta policía local, un grupo de narcotraficantes han horrorizado a los mexicanos.
Esta serie de crisis ha impulsado el retorno de Andrés Manuel López Obrador, un político de izquierda que casi ganó la presidencia en 2006 y que cada vez más parece ser el favorito para ganar en 2018. Ese prospecto atemoriza a muchos empresarios en el país.
Mientras tanto, Peña Nieto quiere finalizar rápidamente las negociaciones del TLCAN, al igual que la administración Trump. Pero si no logran hacerlo a tiempo, López Obrador ha dejado claro que tiene intenciones de expresar su postura con respecto a la renegociación.
Eso podría conformar que la historia de malos manejos de los problemas domésticos en México finalmente socava su impresionante récord en el manejo de las crisis internacionales.
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