Rara vez en una elección presidencial estadounidense las opciones han sido tan sombrías y ha habido tanto en juego. La contienda entre Hillary Clinton y Donald Trump ha causado mucho drama. Pero no debe haber ninguna duda sobre la gravedad de la elección de 2016, para EU y para el mundo.
El orden internacional de los últimos 70 años se está debilitando, quizás incluso rompiendo. El voto en favor de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea en junio probablemente elimine uno de los pilares de la UE. Todo parece indicar que el Medio Oriente será un sistema destrozado. En el Pacífico, China está volviéndose más asertiva, desafiando el papel dominante de EU en la región y los acuerdos de Bretton Woods de posguerra. Bajo el mandato de Vladimir Putin, Rusia se ha envalentonado, amenazando las fronteras de la OTAN, propagando el caos en Siria, y aparentemente orquestando filtraciones de información para influir en las elecciones estadounidenses.
Éste es un momento para la renovación del liderazgo estadounidense. Una candidata tiene las credenciales. Clinton ha servido como primera dama, senadora por Nueva York y secretaria de Estado de EU. Trump se preocupa por denigrar, no por hacer diplomacia. Ha abusado de los aliados, amenazando con retirar el escudo nuclear del Asia Oriental, marginar a la OTAN y desatar guerras comerciales. Trump se ve a sí mismo en el papel de un "hombre fuerte" occidental que se codea con gente como Putin.
Trump ha demostrado su desprecio hacia la democracia estadounidense. Sistemáticamente ha planteado la posibilidad de una elección fraudulenta y se negó a garantizar que aceptaría el resultado. Ha amenazado con poner en la cárcel a Clinton. Semejante arrogancia no tiene precedentes y apunta a un defecto fatal en su carácter. La primera función del presidente es ser comandante en jefe, responsable del arsenal nuclear más grande del mundo. Trump no tiene mucha paciencia y tiene un temperamento cuestionable. A pesar de todos sus años como presentador de telerrealidad, simplemente no está listo para el horario estelar.
Sin embargo, Clinton tiene mucho que demostrar. Para muchos votantes estadounidenses, las décadas de servicio público de la Sra. Clinton significan muy poco. Ella personifica un sistema establecido remoto y egoísta. La verdad incómoda es que tanto el contendiente demócrata Bernie Sanders como Trump han tocado fibras sensibles entre los votantes, aprovechando el cinismo hacia la política que ha venido creciendo constantemente en EU, impulsado por la crisis financiera mundial de 2008.
El "sueño americano", tan potente para inmigrantes y ciudadanos estadounidenses por igual, se ha vuelto más difícil de alcanzar. La clase media ha sido exprimida durante varias décadas, pero el 1 por ciento se ha vuelto cada vez más rico. El populismo ha renacido, apoyado por unos medios de comunicación que se han polarizado más que nunca.
Si es elegida, Clinton debe averiguar cómo curar las divisiones que han caracterizado las elecciones de 2016. Si Trump impugna el resultado, su tarea será infinitamente más difícil. En aras del interés nacional, ella debe mostrar su determinación de trabajar con el fracturado partido republicano. Clinton, quien ha trabajado con enemigos ideológicos, tendrá la oportunidad de iniciar un nuevo diálogo político.
Tras años de estancamiento, la agenda nacional es clara: reforma tributaria, reforma del ineficiente sistema de inmigración estadounidense e impulso a la infraestructura. Clinton tiene un programa sólido. También sería aconsejable que examinara su cínico giro de 180 grados en cuanto al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), una pieza fundamental del orden mundial comercial liberal y un puente hacia los presionados aliados en Asia, especialmente Japón.
Las elecciones de 2016, más que ninguna otra en la memoria reciente, es una prueba de la legitimidad del sistema político estadounidense, con profundas implicaciones para el orden mundial liberal. Clinton no goza de la confianza de la mayoría de los votantes. Pero es manifiestamente más competente que Trump cuya arrogancia, divisionismo y mezquindades se muestran diariamente. A pesar de sus defectos, Clinton está sumamente calificada para ser la primera mujer elegida a la Casa Blanca. Tiene el respaldo del Financial Times para la presidencia de EU.
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Financial Times