Se suponía que éste fuera el año en el que la burbuja de Silicon Valley se desinflara. Un tropiezo del mercado a mediados de 2015, seguido de un segundo episodio de volatilidad a comienzos de este año, parecían indicar el fin de la escalada alcista casi ininterrumpida desde la crisis financiera. El mundo de las empresas 'startup' tecnológicas se apretó el cinturón colectivo, esperando el inevitable desenlace.
La sacudida ha resultado ser mucho menos grave de lo esperado. Es cierto que algunas empresas privadas que pensaban que sus valoraciones sólo podían subir con cada nueva ronda de financiación han tenido que sufrir la ignominia de rondas bajistas. Y, si se ha de creer, los capitalistas de riesgo están invirtiendo con un respeto recién adquirido de uno de los atributos más antiguos de la economía: el flujo de caja positivo.
Pero cualquier retirada ha sido amortiguada por un grueso fajo de dinero en efectivo. El dinero ha continuado inundando las inversiones de riesgo, con los inversores chinos y los fondos soberanos liderando la más reciente arremetida.
La inversión directa de Arabia Saudita por un monto de 3.5 mil millones de dólares en Uber en junio fue el signo más visible de esto, y también una indicación de cuán difícil se está volviendo inyectar dinero en el puñado de compañías que están emergiendo como las grandes ganadoras del más reciente auge tecnológico.
Esto corre el riesgo de alcanzar el punto de ruptura con la noticia de que SoftBank está planeando acumular un fondo de inversión tecnológico de 100 mil millones de dólares. El fondo es principalmente un vehículo para que los países del Medio Oriente continúen su diversificación fuera del petróleo: junto a los 25 mil millones de dólares de Softbank y a los 45 mil millones de dólares prometidos por Arabia Saudita, Qatar también está en discusiones acerca de hacer un compromiso, según una persona familiarizada con esas discusiones. Se espera que otros países sigan el ejemplo.
Éstas no son las únicas masivas fuentes de dinero en efectivo que pudieran aprovecharse. Un puñado de gigantescas empresas tecnológicas estadounidenses tiene cientos de miles de millones de dólares guardados en sus cuentas en el extranjero. Casi toda esa cantidad está obteniendo un insignificante retorno en inversiones de bajo riesgo; 83 por ciento de los 109 mil millones de dólares en activos en el extranjero de Microsoft, por ejemplo, está en la forma de papeles emitidos por el Tesoro de EEUU y por otras agencias estadounidenses.
Parece haber poca esperanza inmediata de una moratoria fiscal para reducir el costo de la repatriación de este dinero. Parte del dinero ya está encontrando su camino hacia apuestas estratégicas con el fin de fomentar relaciones en otras partes del mundo, sobre todo los mil millones de dólares que Apple invirtió en la empresa china de servicios de transporte Didi Chuxing a principios de este año. SoftBank, con su nuevo fondo extranjero gestionado desde Londres, sería un lógico aliado para algunos de estos gigantes de la tecnología.
No es de extrañar que los capitalistas de riesgo de Silicon Valley hayan sonado traumatizados desde que la noticia del fondo fue divulgada la semana pasada. Ya corriendo el riesgo de ser devorados desde abajo por los "inversores ángeles" que escogen las opciones más prometedoras en sus fases iniciales, en la actualidad se enfrentan a una oleada de dinero en efectivo durante la fase de "crecimiento".
Sin embargo, la ingente magnitud del fondo de SoftBank desmiente esto. En un mundo que no está produciendo suficientes oportunidades de alto crecimiento, sencillamente no será posible poner esa cantidad de dinero a trabajar en inversiones de riesgo tradicionales.
Si los gestores del fondo invirtieran el dinero a una proporción de 20 mil millones al año (los fondos de este tipo suelen tener cinco años para llevar a cabo sus inversiones), casi duplicarían la potencia generadora de la industria de riesgo estadounidense, la cual ha obtenido un promedio de 23 mil millones de dólares al año durante la última década.
Con el apalancamiento, los 100 mil millones de capital en el fondo pudieran llegar a producir cerca de 400 mil millones de potencia generadora, convirtiéndolo en un verdadero monstruo en el panorama de inversión tecnológico. De una forma u otra, la apuesta más reciente de Softbank probablemente resonará durante muchos años.
También te puede interesar:
Exxon apoya medidas contra cambio climático
Petroleras, "amenazadas" por autos eléctricos
Trump enseña por qué los CEOs deben evitar los aviones privados
Financial Times