En 2013, cuando los recuerdos de la crisis financiera aún estaban frescos en las memorias, los organismos de vigilancia bancaria estadounidenses hicieron un solemne pacto conjunto.
Si cualquier banco estadounidense prestaba dinero a compañías con un alto apalancamiento -definido como seis veces más en deuda que en ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización-, entonces los reguladores de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés), de la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés) y de la Reserva Federal (Fed) tomarían enérgicas medidas. Lo mismo harían si los bancos financiaban compañías que pudieran experimentar dificultades para pagar a todos sus principales acreedores dentro de los siguientes cinco o siete años, según los flujos de efectivo anticipados.
¡Cómo cambian los tiempos! Hace un par de años, los reguladores designados por Obama advirtieron que algunos bancos estaban encontrando formas de eludir esa regla de "seis veces". Actualmente, algunos reguladores de la 'era de Trump' parecen estar listos a abandonar ese pacto.
Joseph Otting, el individuo designado por Donald Trump para dirigir la OCC, les dijo a los banqueros hace dos meses que tienen "el derecho de hacer lo que quieran con los préstamos apalancados siempre que no perjudiquen la seguridad y la solidez financiera". Y esta semana él les dio otra luz verde a los préstamos, señalando que "la perspectiva es muy positiva" para la banca ya que "en su mayor parte, los préstamos agresivos se han mantenido fuera de la industria bancaria".
En cierto sentido, la observación de Otting es correcta: hoy en día, los bancos están mejor capitalizados que antes, y gran parte de los préstamos de riesgo ahora están ocurriendo en el mundo no bancario, específicamente en los fondos de cobertura, en los grupos de capital privado y en los fondos mutualistas.
Pero ésa no es una razón para relajarse. Por el contrario, el momento elegido por Otting parece extraño. Después de todo, la economía estadounidense se encuentra en su octavo año de expansión y la Fed ahora está elevando las tasas de interés.
Hace apenas unos días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió sobre los riesgos de sobrecalentamiento en los mercados de préstamos y de bonos de riesgo. "Las señales de la dinámica crediticia de ciclo tardío (aumento de tasas y de apalancamiento, más rebajas) ya están emergiendo en el mercado de préstamos apalancados", observa el 'Informe sobre la estabilidad financiera mundial' del FMI, señalando que "en algunos casos, esto evoca episodios pasados de excesos por parte de los inversionistas".
De hecho, los datos del FMI son sorprendentes. Cuando la actividad en el sector crediticio apalancado global explotó en la más reciente ocasión, la emisión alcanzó un máximo de 762 mil millones de dólares en 2007. Pero el año pasado la emisión superó esa cifra, llegando a 788 mil millones, con el equivalente a 564 mil millones de dólares en préstamos en EU. Más de un tercio de estos préstamos se utilizó para refinanciar, y más de la mitad se utilizó para financiar una explosión en compras apalancadas o fusiones y adquisiciones.
Todavía más preocupante es el deterioro de la calidad crediticia. La proporción de préstamos estadounidenses con una calificación de una B o menor (es decir, riesgosa) aumentó del 25 por ciento en 2007 al 65 por ciento el año pasado. Y un asombroso 75 por ciento de todos los préstamos institucionales de 2017 fueron los llamados "covenant lite" (no sujetos a términos y restricciones tradicionales), lo cual significa que les ofrecen pocas protecciones a los inversionistas si una compañía comienza a encaminarse hacia un incumplimiento. Ésa es la mayor participación registrada hasta ahora.
Por lo tanto, los reguladores de la 'era de Trump' pueden ignoran la historia y pagar el precio. Sí, es probable que las personas como Otting tengan razón al señalar que la regla de "seis veces" fue burda y rudimentaria. Pero es insensato alentar los préstamos de riesgo en este momento. Por el contrario, lo que la OCC, la Fed y la FDIC deberían estar haciendo conjuntamente -junto con la Comisión de Bolsas y Valores (SEC, por sus siglas en inglés)- es estar vigorosamente comunicando los riesgos.