Como muchos vecinos, EU y México tienen una larga y polémica historia. En el siglo XIX, México perdió vastos territorios del norte. En el siglo XX, México nacionalizó compañías energéticas estadounidenses en el sur. En 1979, un presidente mexicano habló de la "hostilidad abierta" entre ambos países. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado hace 25 años, ayudó a sanar muchas de estas heridas.
De hecho, aunque Donald Trump lo ha denominado el "peor acuerdo comercial de la historia", el éxito del TLCAN ahora se da por hecho. Las compañías estadounidenses están acostumbradas a un trato amable en México. El aumento del comercio bilateral ha convertido a México en el segundo mayor mercado exportador de EU, al mismo nivel que los mercados chino, japonés, alemán y británico combinados.
México y EU también colaboran estrechamente en la migración, la lucha contra las drogas y en cuestiones de seguridad, incluyendo la prevención en 2011 de un presunto complot iraní para matar al embajador saudí en Washington. Sin embargo, los vituperios de Trump, quizás su plataforma política más coherente, amenazan con acabar con esta cooperación. Irónicamente, eso frustraría el deseo del presidente electo de hacer de EU nuevamente un "gran" país poniendo en peligro miles de empleos y perjudicando los intereses estadounidenses.
Ya se han provocado algunos daños. Su promesa de construir un muro fronterizo, y hacer que México lo pague, ha atizado el resentimiento mexicano. Su amenaza de "terminar" el TLCAN ha golpeado al peso hasta llevarlo a su nivel más bajo en dos décadas, a pesar de que le preocupa la fortaleza del dólar estadounidense. "Nos está matando", se quejó Trump la semana pasada. La caída del peso mexicano también ha aumentado la inflación, provocando cinco subidas de las tasas de interés el año pasado. Si las cosas empeoran, México podría caer en recesión conforme entra en un año electoral. Eso aumentaría las posibilidades de Andrés Manuel López Obrador, un político nacionalista y populista de izquierda, quien admira a Fidel Castro y ya es el favorito para las elecciones presidenciales de 2018.
Enrique Peña Nieto, presidente de México, ha afirmado que México continuará su "buena relación" con EU, pase lo que pase. Pero, ¿qué sucedería si las relaciones se enfrían de todos modos, quizás bajo otra presidencia? Para sus partidarios, Trump parece tener a México a su merced, pues EU compra el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas. Pero las relaciones no son tan asimétricas como parecen.
México podría relajar la vigilancia de su frontera sur, provocando una oleada de inmigrantes centroamericanos hacia el norte. La cooperación en la lucha contra el terrorismo podría detenerse; al igual que la confiscación de drogas. México también podría amenazar a las compañías estadounidenses como hizo recientemente Trump cuando regañó a la automotriz japonesa Toyota y a la alemana BMW por sus plantas automotrices en México (aunque también tienen grandes fábricas en EU). En cuanto a las relaciones comerciales, sin duda habría represalias si Trump lanzara una guerra comercial con el alza de los aranceles. Esto ocurrió por última vez en 2011 cuando EU se negó a abrir sus carreteras a los camiones mexicanos y por lo tanto enfrentó aranceles en muchos productos, como las manzanas para las cuales México es el principal mercado exportador de EU. El hecho de que ambas partes llegaran a un acuerdo rápidamente apunta al hecho de que aproximadamente la mitad de los estados de EU tienen a México como su primer o segundo mayor mercado exportador.
Trump ganó las elecciones estadounidenses en gran medida prestándoles atención a aquellos que no se han beneficiado de la liberalización del comercio y han sido ignorados durante tanto tiempo.
Pero, aunque el libre comercio crea ganadores y perdedores, también la renegociación comercial tiene el mismo efecto. Los agricultores estadounidenses ya han advertido de las "devastadoras" consecuencias si se interrumpe el comercio internacional; la agricultura estadounidense emplea dos veces más trabajadores que el sector automotriz que Trump quiere proteger. Si cumple sus amenazas hacia México, no podrá pasar por alto semejantes consideraciones por mucho tiempo.
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