Lograr el desarrollo sostenible en México, a través de las empresas, implica tener los mecanismos y herramientas que les permitan medir el progreso, identificando los avances, restricciones y oportunidades de mejora pero, sobre todo, se requiere de un propósito común, el cual debe estar basado en acuerdos y serios compromisos por parte de todos los interesados, con lo que me refiero a los firmantes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el 2015.
En el país, encontramos que la diversidad de intereses, perspectivas, cargas culturales y métodos de valoración hacen de la aplicación del concepto de desarrollo sostenible algo complejo y retador, como señaló Gallopin, en el 2003.
Sin embargo, y a pesar de todas las circunstancias que rodean la problemática del país, hoy podemos decir que hemos avanzado en ese propósito, porque contamos un derrotero común, estos son los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS, mismos que se constituyen en una brújula que guía a los gobiernos en la formulación de nuevas políticas de Estado; a las empresas, en la definición de objetivos y estrategias; a las organizaciones de la sociedad civil con marcos de actuación y nuevos propósitos; y a la sociedad en general para tener una nueva visión de la ciudadanía y de sus desafíos. Como vemos, a todos los involucra y los compromete pero para ello hace falta ser consciente del rol que, a cada uno de los actores de la sociedad, le toca y tendrá que asumirlo con responsabilidad, pues esto traerá buenos resultados para todos.
Desde el 25 de septiembre de 2015, los 193 países que conforman la Organización de Naciones Unidas se han comprometido con los ODS, concentrando sus esfuerzos en contribuir con estos propósitos comunes mediante la promoción de leyes, regulaciones, normas, programas, iniciativas y, sobre todo, motivación e inspiración para alcanzar cada uno de estos objetivos agrupados en cinco ejes e identificados con la letra P: Personas, Planeta, Prosperidad, Paz y Alianzas (parthnership las 5 P´s se dieron en inglés) para el 2030. Esto implica que todos los actores sociales, sin excepción, establezcan nuevos valores y objetivos, creativos desarrollos e innovadoras prácticas pero, sobre todo, una clara conciencia sobre el impacto de sus acciones y el valor de su compromiso.
Con los ODS las empresas tienen un referente que puede ayudar a ajustar y articular sus modelos de negocio, podrán identificar oportunidades de mejora o encontrar nuevos nichos de mercado, pero estos beneficios o eficiencias no sólo se deberán contabilizar para la empresa sino para toda la sociedad.
La academia juega un rol importante en la articulación entre las empresas, el gobierno y la sociedad civil para el logro de los 17 objetivos de desarrollo sostenible y sus 169 metas. Las Universidades tienen un compromiso con los Principios de Responsabilidad de Educación en Administración, PRME, y acompañan a las empresas en su vinculación con el Pacto Global de la Red Mexicana, presentan a través de reuniones y talleres de trabajo, foros locales, sesiones de clase en los distintos programas de postgrado, entre otras experiencias comunes, así como las buenas prácticas documentadas por los estudiantes.
Cabe mencionar la importancia que tiene la transversalidad de estos conceptos en la formación los líderes del futuro. El papel que juegan las universidades es ineludible y de suma relevancia, ya que tienen una contribución significativa para lograr la transformación de realidades nacionales que nos conduzcan a tener un mundo mejor.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.