Monterrey

El déficit de cuenta corriente y el riesgo de una fuga de capitales

OPINIÓN. Es poco probable que la balanza petrolera nuevamente sea superavitaria, dadas las condiciones financieras de Pemex y debido a que los precios del petróleo han encontrado un equilibrio por debajo de los 50 dólares por barril.

Las últimas cifras de la cuenta corriente de México correspondientes
al segundo trimestre de 2016 confirman un riesgo que se hizo presente
desde 2014, cuando la caída de los precios del petróleo y el descenso
en el ritmo de producción de crudo empezaron a reflejarse en la balanza petrolera de México, acentuando el déficit de cuenta corriente.

Cabe recordar que en el 2014, el precio de la mezcla mexicana de exportación cayó 50.87 por ciento, mientras que la producción petrolera
cayó 3.54 por ciento a 2.81 millones de barriles al día. Así, en el cuarto
trimestre de ese año, la balanza petrolera mostró un déficit de 1.78 mil
millones de dólares, que se ha venido profundizando.

Durante el segundo trimestre del año, la balanza petrolera mostró un
déficit de 2.85 mil millones de dólares, mientras que la cuenta corriente
registró un déficit de 7.85 mil millones de dólares, correspondientes a
3.0 por ciento del PIB, acumulando 24 trimestres (o 6 años) de déficit en forma consecutiva.

El déficit en cuenta corriente por si solo representa un foco de riesgo
para la economía mexicana, el cual se vuelve más latente al examinar la
forma como está financiado mediante la cuenta de capital. La cuenta financiera o de capital de México, está compuesta principalmente por inversión extranjera de cartera, a la que antes se le llamaba capital golondrino, debido a que tiene la capacidad de entrar y salir rápidamente de una economía.

Del 2008 al tercer trimestre de 2015, la cuenta financiera acumuló una entrada de 291 mil millones de dólares como inversión extranjera de
cartera. Sin embargo, en el último trimestre de 2015 y primer trimestre de 2016 se comenzaron a dar moderadas salidas de capitales, sin que éstas llegaran a registrarse como números negativos netos debido a las emisiones que el sector público hizo en el exterior. En el segundo trimestre de 2016, la inversión extranjera de cartera mostró una salida neta de capitales de 4.765 mil millones de dólares.

Siendo esta la primera salida neta de capitales desde el cuarto trimestre de 2008 y la mayor salida desde el primer trimestre del mismo año, cuando se desató la crisis financiera en Estados Unidos.

Tan sólo de los instrumentos del sector público se registró una salida de 7.032 mil millones de dólares, siendo el tercer trimestre consecutivo que se observa una salida, acumulando un flujo negativo de 12.64 mil
millones de dólares en el mismo periodo.

Sólo para efectos de comparación, en la crisis financiera de 1995 se observó una salida de 14.67 mil millones de dólares de instrumentos de deuda soberana.

Así, en la segunda mitad de 2016 México enfrenta varios retos. Por un lado, es poco probable que la balanza petrolera nuevamente sea
superavitaria, dadas las condiciones financieras de Pemex y debido a
que los precios del petróleo han encontrado un equilibrio por debajo
de los 50 dólares por barril.

Por otro lado, los episodios de aversión al riesgo, la expectativa de mayores tasas de interés en Estados Unidos y una menor previsión
de crecimiento para México, amenazan con acentuar la salida de capitales del país. Esto se podría materializar si el próximo año se
llevan a cabo recortes a la calificación crediticia de México, aunque
esto último dependerá en gran medida de la disciplina fiscal y de que
la deuda pública como proporción del PIB no crezca por arriba del 45
por ciento.

En este contexto, es altamente probable que el peso se siga depreciando y que la balanza de pagos siga siendo un limitante para el crecimiento económico de México.

* La autora es economista en Jefe de Grupo Financiero BASE y profesora de economía en el Tec de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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