Los últimos meses han estado llenos de comentarios y opiniones sobre el futuro de las relaciones comerciales de América del Norte.
Por un lado, las declaraciones (tweets) y postura inicial del nuevo presidente de los Estados Unidos de América, las respuestas de los oficiales de los gobiernos de México y Canadá, y las opiniones de analistas y de la prensa, han creado un ambiente de incertidumbre en la opinión pública, ante un posible impacto económico en caso de un cambio en el statu quo, derivado de una posible renegociación o replanteamiento del TLC.
Reflexionemos sobre algunos de los retos que enfrentarán las empresas, principalmente aquellas que han configurado la competitividad de sus cadenas productivas alrededor del TLCAN.
Pensemos que las cadenas productivas de la región se han planteado y estructurado desde la perspectiva de lograr la mayor competitividad posible, aprovechando las ventajas (competitivas) de cada país de la región, pero también de las que ofrecen otros países.
La configuración productiva actual, es el resultado (o al menos en gran medida) de más de 20 años de existencia del TLCAN.
Ahora bien, ante el futuro proceso de renegociación o replanteamiento del TLCAN es importante que las empresas estén preparadas para conocer cuál sería el posible impacto en su competitividad.
Supongamos que los tiempos políticos lo permiten, que cada gobierno tiene la capacidad y tiempo de llevar a cabo una consulta con sus sectores productivos y en este preciso momento se hacen las siguientes preguntas:
¿Cómo podría impactar algún cambio en el TLCAN a la competitividad de su empresa?
¿Qué aspectos técnicos de su proceso productivo, integración y contenido de origen, estructura arancelaria, márgenes, puntos de valor agregado y negociaciones, se verían potencialmente impactadas? y en general ¿cuál es el impacto monetario en su competitividad?
Para ello es recomendable que todas estas empresas lleven a cabo un verdadero ejercicio de análisis y evaluación del impacto potencial, interno y externo, de un replanteamiento o cambio de la arquitectura actual del TLCAN.
Es importante tener una visión amplia y de largo plazo. Pensemos en la configuración actual de la región, sector, clúster, industria y empresa
¿Cómo se han ido configurando las cadenas productivas de manufactura, ensamble, proveeduría y logística?, y por otro lado ¿cuáles son las tendencias globales y regionales, más allá del replanteamiento del TLCAN?
¿Acaso nuestra estructura de la cadena está diseñada en torno al TLCAN y sus beneficios? ¿Qué arancel pagarían actualmente los productos exportados a los Estados Unidos si de un día para otro no hubiera preferencia arancelaria?
¿En qué medida, nuestra cadena de suministro está diseñada en torno al TLCAN? ¿Cuál puede ser el peor escenario y cual el mejor?
Esta estrategia es muy importante que sea pensada desde la perspectiva de cadena de suministro global y regional, es decir, no tiene sentido que la industria mexicana lleve a cabo un análisis de impacto potencial, aislada de sus contrapartes norteamericanos.
Una estrategia ideal es que el impacto potencial se analice conjuntamente en los tres países y que se logre replantear el TLCAN de tal forma que se beneficie, en general, a los grupos de interés de los tres países.
Con una buena estrategia, un análisis claro y profundo de todos los puntos de competitividad de la cadena de suministro, desde luego que podemos plantear escenarios positivos. Todo dependerá de lo preparados que estemos y de una buena negociación con nuestro gobierno y de éste con el del vecino del Norte.
El autor es Director del MBA-GBS EGADE Business School Tecnológico de Monterrey
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.