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El Vaticano llamó "criminales", que deben responder ante la justicia, a los 300 sacerdotes del estado de Pensilvania, acusados de abusar sexualmente de más de mil niños utilizando "rituales religiosos, símbolos de la fe y la amenaza de una eternidad en el infierno".
En un comunicado la Santa Sede afirmó sentir "vergüenza y dolor" después de que la Corte Suprema de ese estado presentará la denuncia contra los clérigos. "La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado y debería haber asunción de responsabilidad tanto por parte de los abusadores como por de los que permitieron que se produjera", señaló.
Agregó que "las víctimas deben saber que el Papa está de su parte. Aquellos que han sufrido son su prioridad y la Iglesia quiere escucharlos para erradicar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes".
Según el reporte del fiscal general de Pensilvania, Josh Shapiro, los curas "emplearon la propia fe de las víctimas y su confianza en ellos como líderes religiosos para abusar y silenciarlos".
En su informe de 884 páginas relató que un sacerdote ató a una de sus víctimas con cuerda dentro un confesionario en "una posición de oración y cuando el menor se negó a mantener relaciones sexuales, el enojado clérigo empleó un crucifijo de 18 centímetros para agredirlo sexualmente".
Otra víctima contó como un religioso usó una cruz de metal para golpearlo.
En la rectoría de una parroquia, cuatro curas hicieron que un niño se desnudara y posara como Jesucristo en la cruz mientras le tomaban fotos, apuntó el reporte.
La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) afirmó que el caso constituye una "catástrofe moral" que coloca a la Iglesia católica frente a una crisis espiritual que requiere cambios.