Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, trata de transformar el horrible asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul en un catalizador para cambiar el equilibrio de poder en Arabia Saudita y recobrar influencia en Medio Oriente.
Después de haber reconstruido la democracia más grande de la región a su propia imagen, Erdogan apunta a los líderes de su rival Arabia Saudita en medio de la indignación internacional por la muerte de Khashoggi, primero allegado y luego crítico del Gobierno, en el consulado del reino en Estambul.
Erdogan prometió este martes revelar "la cruda realidad" de lo que le sucedió a Khashoggi, justo cuando los saudíes inician un importante foro de inversión en Riad.
Refutar de forma directa el relato saudí del homicidio podría elevar considerablemente el nivel de riesgo para el príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
Turquía afirma tener pruebas de que el columnista de The Washington Post fue torturado y desmembrado por sicarios saudíes que llegaron en aviones privados.
Además, filtraciones de funcionarios anónimos a medios estratégicos sugieren que Erdogan posee grabaciones de audio que está utilizando para obtener concesiones de saudíes adinerados y convencer a Occidente de que el reino dista de ser un socio confiable.
Para Erdogan esto es un "regalo de Dios", afirmó un alto diplomático occidental en Turquía, haciéndose eco de las opiniones de varios otros que hablaron bajo la condición de mantener el anonimato.
Lo que está en juego no es sólo la tensa relación saudí-turca ni los lazos entre Arabia Saudita y los Estados Unidos, su aliado occidental clave.
El escándalo podría plantear nuevos interrogantes sobre el príncipe Mohamed, de 33 años, que ha proyectado una imagen de modernizador cuidadosamente elaborada en el exterior, al tiempo que consolidaba brutalmente su poder en Riad. Sus partidarios en Arabia Saudita dicen que su dominio sigue siendo firme.
Un alto funcionario del gobierno de Erdogan expresó que Turquía nunca creyó el despliegue publicitario sobre el príncipe, a quien que se le conoce como MBS.
En privado, los turcos han advertido que Washington podría sufrir una vergüenza pública si se considera que con el presidente Donald Trump está intentando ayudar a restar importancia a las circunstancias en torno de la muerte de Khashoggi.
Después de haber insistido en un primer momento en que Khashoggi, de 59 años, había abandonado el consulado ileso el pasado 2 de octubre luego de solicitar un documento para su próximo matrimonio, hicieron falta 18 días y un coro creciente de condena para que los funcionarios saudíes admitieran que había muerto en el interior, en lo que describieron como un interrogatorio fallido que se convirtió en un alterado físico.
Omer Celik, vocero del partido turco en el gobierno, desestimó el lunes el relato saudí, explicando que el asesinato fue "bien planeado".
Sin embargo, rechazó la idea de que el partido estaba "negociando" con los saudíes por el caso.
Está previsto que Erdogan hable sobre el homicidio a las 11:45 hora local de este martes durante su discurso semanal a los legisladores de su partido en el parlamento.
Turquía y Arabia Saudita han actuado tradicionalmente como los agentes de poder de Occidente en Medio Oriente, pero el reciente vuelco de Erdogan al autoritarismo, que incluye mano dura con los medios, y la cooperación con Rusia y Siria tensaron las relaciones con otros miembros de la OTAN.