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Invasión, guerra y tragedia humana en Siria

El conflicto en Siria no cesa. El gobierno turco avanza cada vez más en su invasión. Mientras cifras oficiales no apuntan muertes, otros observadores mencionan todo lo contrario: los enfrentamientos son letales.

Desde enero, el gobierno turco está atacando militarmente a Siria. Su interés yace sobre la vasta región autónoma kurda que se estableció en la zona fronteriza. Al mismo tiempo, la guerra civil no cesa en Siria y la población no armada sigue siendo el blanco número uno. El escenario no puede ser más complicado ya que a los muy diversos grupos combativos se les juntan actores internacionales con objetivos muy propios.

Al final, la invasión turca en el noroeste de Siria tardó 58 días. Entre tanques alemanes y ataques aéreos, las fuerzas armadas de Turquía ocuparon la ciudad Efrîn, que es la capital del distrito con el mismo nombre. Durante el fin de semana pasado, el ejército turco, acompañado por su milicia aliada "Ejército Libre Sirio", entró al centro de la ciudad, que está abandonada en grandes partes por su población mayormente kurda.

Imágenes tomadas inmediatamente después por fotógrafos internacionales evidencian que tanto el ejército como la milicia saquearon la ciudad: se llevaron pertenencias privadas de las casas que quedaron intactas después de los bombardeos; despojaron tiendas abandonadas de sus mercancías; y no vacilaron en robarse hasta las cabras. Destrozaron la estatua Kaveh-Ahangar, "Kaveh el Herrero", símbolo mitológico de los kurdos representando la resistencia ante invasores y terror. La alegría cruel de los invasores se manifestó no solamente en pintar "Türkiye" en los muros de las casas sino soldados fueron vistos haciendo el saludo de los "Lobos Grises", una agrupación turca de corte fascista en su muy sentido literal. Además, combatientes del ELS se videograbaron mostrando el tal llamado dedo de Tauhid, el índice extendido, que en los años pasados se ha convertido en el símbolo de los salafistas en torno al Estado Islámico. Estas acciones, ni recientes ni aisladas, son evidencias tremendas calificando al segundo ejército más poderoso de la OTAN y a sus aliados.

Las Naciones Unidas estiman que hasta 100 mil habitantes del distrito de Efrîn huyeron debido al temor de una masacre por los invasores y ante la amenaza letal de los bombardeos. Aunque el gobierno turco niega vehementemente que haya habido víctimas civiles entre los muertos, fuentes como la agencia de prensa kurda (ANF News) reportaron 289 fallecidos civiles en la ciudad hasta el 18 de marzo. "También nuestro personal tuvo que huir de la ciudad cuando atendían a las víctimas. Huyeron porque fueron atacados", relata Sherwan Berry, doctor de la "Luna Media Roja Kurda", una organización humanitaria, por vía telefónica a El Financiero. Su colega, el médico alemán Michael Wilk que en estos momentos se encuentra en la ciudad Qamişlo a unos 500 kilómetros de Efrîn, agrega: "Llegaron y nos abrazaron llorando."

Las pretensiones de un presidente

Mientras tanto, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, declaró el 19 de marzo que sus tropas no se detendrán en Efrîn: "Nosotros seguiremos en este proceso hasta que hayamos eliminado el corredor entre Manbij, Ayn al-Arab, Tel-Abyad, Ras al-Ayn y Qamişlo". Todos aquellos son lugares situados al oriente del conocido río Éufrates. Y todos aquellos son sitios donde se encuentran tropas insurgentes de las Unidades de Protección Popular (YPG) y las Unidades Femeninas de Protección (YPJ). Ambas son vistas como la manifestación armada del Partido de la Unión Democrática sirio-kurdo (PYD). Son las mismas unidades que en los últimos años –en alianza con elementos militares estadounidenses– han librado exitosamente la larga lucha contra los yihadistas del Estado Islámico que habían sometido sangrientamente a vastas poblaciones de Siria y de Iraq, y que pretendían aniquilar a grupos étnicos y religiosos diferentes ante su concepción extremista del Islam.

Fue debido a la revolución civil fallida, la represión gubernamental intensificada y el colapso del Estado como entidad política-jurídica intacta, que en el norte de Siria –que a su vez representa la parte occidental de Kurdistan, aquel territorio dividido entre cuatro países y que nunca ha sido permitido manifestarse como una ente soberana propia– el PYD logró fundar una región autónoma: Rojava, la Federación Democrática del Norte de Siria. Rojava, a su vez, se divide en tres cantones: Kobanê, Cizîrê y Efrîn. Es un experimento y una apuesta. Un experimento contraria a la tendencia regional en el Oriente Próximo. Arraigado en estructuras democráticas de base –similares a las comunidades zapatistas–, ese lugar busca superar las relaciones patriarcales, respeta la libertad religiosa y se ha convertido en un garante de paz social.

Ahora, cada nuevo día, aquella paz se hace más débil, más frágil. El presidente Erdoğan justifica su política bélica con la defensa de la soberanía de su Estado. En realidad, convenios internacionales de derechos humanos no avalan ninguna acción militar de un Estado sobre el territorio de otro cuando no sea por razones de autodefensa según el artículo 51 de la carta de las Naciones Unidas o por una aprobación del consejo de seguridad de las Naciones Unidas. En el caso actual, ni lo uno ni lo otro existe. Es aún más grave: cuando en 2014 el Estado Islámico se encontraba en la misma región, y yihadistas se movían fluidamente por la zona fronteriza dado que los soldados turcos lo permitían, Erdoğan estaba lejos de tomar medidas. Ahora, con la región bajo control e influencia del PYD y de las YPG/YPJ, reacciona sin precedentes. Su actitud, su retórica e incluso sus performances en los escenarios políticos-mediáticos confirman el letal y profundo racismo hacia la población kurda en total y los deseos fanáticos de un líder autoritario cuyo país se aleja más y más de un sistema político que podría llamarse democrático. Diferentes voces coinciden en que las unidades populares organizaron la huida colectiva en Efrîn para evitar más civiles muertos.

El mismo día cuando las fuerzas armadas turcas junto con sus aliados islamistas entraron a Efrîn, un misil destrozó el único hospital que aún funcionaba. 16 civiles murieron en el ataque. El ejército turco, por otro lado, está difundiendo fotografías aéreas de un edificio intacto para proclamar que no ha habido tal ataque. Esta reacción se incorpora en un nuevo tipo de propaganda de guerra: la social propaganda que se basa en las redes sociales. Contraria a la propaganda vieja, que en el caso de un crimen de guerra simplemente lo negaba, hoy la negación ya no es viable cuando en un lapso de segundos se pueden difundir videos e imágenes sobre un acontecimiento o un lugar. La social propaganda tiene como fin último la lucha por la verdad percibida, que se logra mediante la difusión de explicaciones simplistas, modificando hechos, omitiendo elementos. La emisora estatal Russia Today convirtió esta estrategia incluso en su lema: "Question more": "Cuestiona más".

Un país en guerra no se detiene ante una escuela

Hace casi siete años, brotó una revolución pacífica en contra de la dinastía Assad. Los Assads son una familia que controla el partido Baath y que, a su vez, gobierna el país desde hace décadas. El nuevo comienzo fue reprimido mediante una violencia desmesurada y el país fue arrojado hacía el caos y que todavía en 2018 se encuentra sumamente fragmentado. Una de las zonas reñidas es el Este de Ghouta, ubicado al este de Damasco, la capital siria. Desde 2013, aproximadamente 400 mil personas logran sobrevivir de alguna manera mientras estén rodeadas por tropas del régimen sirio. Tres diferentes milicias islamistas se disputan el control en el interior: Jaysh Al Islam, Faylaq Al-Rahman y Ahrar Al-Sham. La segunda mantiene nexos con el Ejército Libre Sirio – los aliados de Turquía – y ha absorbido en grandes partes a la tercera. En medio del conflicto y de las bombas, la sociedad civil que no se ha posicionado ni al lado del régimen sirio ni al lado de una de las tres milicias. Y los ataques siguen. Del 18 al 28 de febrero, hay registros de 616 muertos por los ataques aéreos (solamente doce eran combatientes de las tres milicias).

A pesar de las circunstancias devastadoras, también existían casos de excepción en este escenario bélico. Lugares, que durante los años han seguido otra lógica y que han sido logros parciales de una fe en que algún día todo podría mejorarse. Esta fe murió siendo bombardeada el 19 de marzo 2018.

Es la historia de las Escuelas Libres de Erbin, el poblado con sus 75 mil habitantes, es el cuarto suburbio más grande de Damasco y que está ubicada en los márgenes del Este de Ghouta. Encerrados y rodeados por la violencia, habitantes y maestros procuraban llevar a cabo las clases para sus niños en cuartos sin ventanas en varios sótanos. Para sacarlos por lo menos por un par de horas de esta atmósfera cotidiana violenta. Equipados con un salario muy bajo, los maestros enseñaban –con libros escolares de los cuales algunos incluso fueron elaborados por ellos mismos–, aparte de las materias comunes, también temas como derechos ciudadanos, respeto ante las diferencias culturales tanto como conciencia para la situación actual y la lucha por la libertad.

Muchas veces los niños venían hambrientos a la escuela; sus familias ya no podían comprar comida; diariamente sucedían casos de desmayo. La situación era dramática y hoy está aún peor. Debido a ataques aéreos, las clases subterráneas fueron suspendidas y convertidas en refugios. Existen hasta 70 de estos espacios en los sótanos donde aproximadamente 2 mil 200 personas se están refugiando. Este 19 de marzo, en la tarde, un misil capaz de quebrar los muros de un búnquer, siguió su trayecto a través de tres pisos hasta explotar en el sótano. En este instante 15 niños y dos personas adultas murieron. La tecnología usada para el ataque indica que el misil provenía de las fuerzas armadas rusas –Rusia es aliado de Siria y gracias a su aparato militar está controlando el espacio aéreo de Siria-.

La escuela recibe apoyo de la ONG alemana "medico international", la cual fue premiado con el Premio Nobel de la Paz en 1997 para su campaña internacional contra las minas terrestres. Till Küster, encargado de los proyectos en Siria, explica en entrevista para El Financiero: "Tenemos reportes de que han sido usados drones rusos para captar los movimientos de las personas. Se sabía entonces que en este lugar concreto se encontraban familias y niños. La cifra de los muertos ya ascendió a 23 y hay 30 personas heridas gravemente. Hay la instrucción de no usar celulares ya que los señales pueden ser interceptados y así proliferar los datos para un siguiente ataque". Küster sospecha que debe de haber algún tipo de acuerdo entre Rusia y Turquía. Mientras siga bombardeando el Este de Ghouta, Rusia negocia con Turquía que las milicias se salgan de ahí para poder tomar control del territorio, a través del gobierno sirio. Al mismo tiempo, Rusia dejó de controlar el espacio aéreo para que Turquía pudiese realizar sus ataques y ocupar Efrîn. Ambos países ganan a costo de la población civil siria y siria-kurda.

La responsabilidad alemana tiene forma de tanque

Durante la invasión turca de Efrîn han sido vistos en operación tanques producidos en Alemania. De la marca de la empresa de armamento "Krauss-Maffei Wegmann", el modelo "Leopard 2" goza de una alta demanda –sobre todo en Turquía– y es visto como uno de los mejores tanques a nivel mundial.

La emisora de televisión alemana ZDF narra que, entre 2006 y 2011, Alemania vendió a Turquía 354 tanques Leopard 2. Las ventas no contaban con ninguna restricción salvo de no venderles o regalarles a un tercero. Por ende, su uso durante la invasión sobre terreno sirio no puede ser apelado jurídicamente por parte de Alemania. El médico Wilk consta que "por un lado Alemania está invirtiendo un montón de dinero en impedir los movimiento migratorios y por otro lado están justamente produciendo más y más migrantes debido a sus ventas de armamento. Es una vergüenza para mí como ciudadano alemán. Además, parece que sólo el gobierno alemán se preocupa por su relación con el presidente Erdoğan. Grandes partes de la población alemana están en contra de ese trato".

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